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Adiós, ‘tropipop’

En esta temporada de cambios, los artistas nacionales lanzan producciones nuevas muy cercanas al folclor, pero con un sonido nuevo. Rock, hip hop, electrónica y jazz suenan a Colombia.

29 de marzo de 2008

En Radio Tiempo, en Huila, las peticiones musicales de los oyentes dejan algo en evidencia: el 'tropipop' sigue siendo el favorito de la audiencia. María Alexandra Núñez, locutora de la franja juvenil, asegura que los sonidos que mezclan el folclor con lo romántico no sólo gustan, sino que lideran las preferencias de los adolescentes. Pero los artistas que han pasado por allí y que marcaron un estilo en el género sienten que es hora de evolucionar. Esa palabra, para todos, significa buscar más hondo en las raíces de la música colombiana para encontrar sonidos nuevos. Y decir, sin remordimientos, "Adiós, 'tropipop'".

Adriana Lucía, la joven cantante vallenata de Lorica que llevaba casi ocho años sin sacar disco, y que estrenará este 5 de abril su nueva producción, parece resumirlo todo en su sencillo Borrón y cuenta nueva. Con el título señala un camino nuevo. "Incursiono en el porro, con sus sonidos primitivos de bombardino, redoblante y clarinete, pero con batería, bajo y el sonido del rock". Con Carlos Vives como productor, el resultado es sorpresivo y alegre: una mezcla de los cantos más tradicionales con el ambiente festivo del porro y una fusión de sonidos que resaltan las melodías. "El porro es el jazz criollo y viene de instrumentos europeos mezclados con lo que ha habido en esta tierra: árabe, italiano, español, indígena. Esto suena a 'porrock', y tiene de todo y sobre todo la necesidad de rescatar la cultura", dice la artista.

Jorge Villamizar también estrena disco. El vocalista de Bacilos, ahora solista, da un paso adelante con un álbum que lleva su nombre, del que ya suena el sencillo Ninguna en la radio. Con un sonido que parte del 'tropipop', pero que ya no se asemeja a él, y temas propios que hacen referencia al país, como El colombiano errante, Villamizar pasa a hablar también de asuntos sociales. "Cuando uno se va del país, la gente te señala diciendo que eres menos colombiano. Pero cuando hay desastres políticos o se pierde un partido de fútbol, uno es el que pone la cara afuera". Richard Blair es el productor de su trabajo pegajoso y sonoro.

Blair también produce el nuevo trabajo de Sidestepper 'La buena vibra Sound System'. Movido hace más de una década por la cumbia y el sonido de Totó la Momposina, este estadounidense decidió hacer con la música colombiana lo que se había hecho en Estados Unidos con el funk para dar paso al hip hop.

Su nuevo disco compila remezclas de temas de Sidestepper, pero con un atractivo único: son las mejores versiones de cada tema con invitados como Paul Groucho Smykle, el hombre que le dio el sonido al reggae, o de Smith and Mighty, ídolos de Blair, y con Blair como DJ. Una joya bailable.

El productor es consciente del riesgo de sus búsquedas musicales. "La cultura latina es conservadora, y Colombia lo es más. A la mayoría no le interesa el desarrollo musical de grupos como Bomba Estéreo, Pernett, La mojarra eléctrica o Puerto Candelaria. Se queda con la salsa, el merengue y el vallenato. La mueve la letra, pero no le importa lo que propone la música. El 'tropipop' es, creo, un fenómeno más social que musical, de gomelos caribonitos cantautores que como moda es positiva, y hay cosas buenas, pero que musicalmente echa para atrás. Eso ya lo hicimos hace 10 años con Iván Benavides y Teto Ocampo en 'La tierra del olvido'. Se les olvidó el 'perrenque'".

Choc Quib Town sigue por la misma línea. El grupo que fusiona el hip hop con la música del Pacífico se unió con el rapero francés Oxmo Puccino para presentar un disco de pocas canciones que une los dos continentes. Con 'París Bogotá', va más allá de la experimentación y consigue un rap del Pacífico con mezclas en francés. La Planta, una banda que se estrenó en el pasado Iberoamericano de Teatro, es otro grupo que sorprende. Comandado por Mauricio Montenegro, ex Aterciopelados, presentó esta semana su sonido de música electrónica y madera de tambores. Su primer sencillo lo deja claro desde su nombre: La karimañola. Su exploración de la música es arriesgada y le apunta a la internacionalización de los ritmos locales. Mientras habla de níspero, piña y borojó, se acerca al latin jazz y a ritmos discotequeros.

Cabas, por su parte, se separa del bullerengue, aunque no definitivamente, con su nuevo disco 'Los amores difíciles'. "Lo mío es más un regreso al bolero, a la infinita maravilla del amor y del desamor. Hice un disco acústico, limpio, de letras sencillas y tranquilas, en donde voy más allá del ritmo latino y me acerco a lo europeo. Es mi evolución". Cabas anota que el 'tropipop' apenas es un eslabón en la evolución de la música local, que seguirá creciendo. Su álbum es un trabajo vocal, grabado en España para conseguir sonidos que sólo allá podía lograr, donde las letras románticas lo acercan al pop, y el sonido de guitarras pesa más que el folclor, sin alejarse de este. Maía, por su parte, prepara un trabajo musical en el que aspira a llevar sus raíces latinas a convivir con el soul y el rythm & blues con lo caribeño.

El que sigue fiel al 'tropipop' es Fonseca. De su nuevo álbum, que se lanza el 13 de mayo, ya se conocen dos temas: Paraíso, de la cinta Paraíso Travel, y Enrédame. Lo mejor de su perseverancia con el género es que el sonido le sale bien, tiene letras y las canciones hacen contacto inmediato con el público.

En general, para el productor Alejandro López Conde, el 'tropipop' es "un invento que se hizo para mercadear productos de algunos con talento y de una mayoría sin talento. Fue un amor de verano. Puede ser doloroso para muchos, pero es una mala deformación del 'latin jazz' que no tenía un sustento cultural, como sí lo tiene el 'hip hop'. Y además le entró un hermano malo que es el reguetón. Si la gente que está en el 'tropipop' no hace sus cambios, morirá". Aunque las emisoras digan lo contrario.