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El auge africano de la literatura, el cine, la música, el diseño y las artes plásticas ponen de moda a ese continente

5 de enero de 1987

El escogimiento del nigeriano Wole Sayinka como Premio Nobel de literatura este año fue una decisión que sorprendió a muchos, pero no fue sino la confirmación de que la moda cultural de hoy en el mundo es el Africa, continente que se tomó, en silencio pero con poderío, librerías, teatros, centros de diseño y galerías de arte.
Hace unos años la moda era Latinoamérica. El boom explotó especialmente en Europa donde García Márquez, Cortázar, Paz, Vargas Llosa, Onetti, Cabrera Infante, Donoso, Sábato y el mismísimo Borges se encargaron de mostrar la existencia de ese realismo mágico que encantó a todos por su desproporción y que se impuso porque significó una impetuosa corriente de aire fresco sobre una literatura que se había llenado de polvo en los anaqueles
Despues -hace poco- la moda fue India. Tagore había abierto la difusión de ese universo, la película "Gandhi", de Richard Attenborough, se ganó ocho Oscares y de ese furor se quiso aprovechar, sin mucho éxito, David Lean con "Pasaje a la India", una superproducción de aquellas que no reparan ni en gastos ni en extras. La realidad de la vida se encargó de reafirmar la moda hindú, con el asesinato de Indira Gandhi, la beligerante actuación de los sij, el envenenamiento colectivo de Bophal por cuenta del escape de gas de una planta de la Union Carbide y la vanidad femenina en Occidente no se quedó atrás las telas hindúes con su transparencia se impusieron en todo el mundo.
Ahora le tocó el turno al Africa. Aunque todavía esta corriente no es visible en Colombia, va en los principales países de Europa y en Estados Unidos, escritores, directores y artistas en general son los que dominan el reino de la cultura, con Sayinka a la cabeza del reconocimiento público. Para reafirmar ese mandato, el continente negro como se le llama, no ha estado exento de espectacularidad: el hambre en Etiopía y aquella canción lastimera entonada por las bien alimentadas estrellas norteamericanas el apartheid, son los dos dolores que, a su manera, han contribuido a este boom.
DEL PESAR AL RECONOCIMIENTO
De las colectas lastimeras y de las imágenes escalofriantes de la hambruna, se pasó a aquella melcochuda "Africa mía", donde Robert Redford y Meryl Streep paseaban su amor por desiertos y tiendas en oasis, además de involucrarse con los indígenas y de espantar leones que asediaban fisgones en los retozos del sexo.
A pesar de las críticas implacables porque el filme no era siquiera una pálida versión del libro de la danesa Isak Dinesen que sí vivió en carne cruda al continente, los siete Oscares que le concedieron a la película impulsaron aún más al Africa a ese sitio en la cúspide de la moda donde hoy vive.
De ahí en adelante el camino pareció abrirse a las expresiones culturales surgidas en la profunda y misteriosa, selvática y desértica Africa. Milena Canonero, una diseñadora de ropa, recibe aplausos en las pasarelas de París, Londres y Nueva York cuanda muestra su tendencia safari y en todos los países la sensación de la música africana (no tambores estridentes), ha alcanzado un éxito similar: Dibanda (Camerún), King Sunny Adé (Nigeria) o Ray Lema (Zaire), venden discos por millones en Europa y Estados Unidos, con ritmos tan contagiosos que, incluso, han desplazado en mucho las rumbas de salsa que en lugares como París tienen numerosa clientela todos los fines de semana. Y es tal el auge que Paul Simon acaba de lanzar en Estados Unidos su disco larga duración Crace-Land, inspirado, según él, en sus constantes visitas a Suráfrica.
En las artes plásticas y el diseño, las puertas de los grandes sitios de exposición se han abierto a los africanos. El Georges Pompidou y el Grand Palais, de París, han visto recientemente muestras de lo que se está haciendo en Nigeria en afiches y diseño, como una muestra más del poderío de este fenómeno que tiene en la literatura su mayor cantera.
GENEROS Y LENGUAS
Para Colombia la literatura africana es perfectamente desconocida. Sólo ahora, con el Nobel de Sayinka, serán abiertas las puertas a la producción que desde hace muchos años se viene dando en ese continente, por lo que no resulta justo hablar de literatura emergente.
"La literatura africana posee un riquísimo pasado oral o, dicho de otra manera, la oralidad es su característica básica", escribió recientemente en El País, de Madrid, el experto C.A. Caranci. En efecto, esta literatura toca todos los géneros (poesía, teatro, cuento y adivinanza), pero no la novela. Sayinka, por ejemplo, es un poeta de prestigio que ahora, en los momentos en que fue elevado a la dignidad de Nobel, está incursionando en la dramaturgia.
Si la diversidad de géneros es una característica, el número de lenguas en que se produce revela su extensión territorial y su riqueza. El malgache, yoruba, igbo, shona, ruandés, twi, son algunas de las lenguas en las que se expresan sus autores pero, por razones obvias, son los africanos francófonos y anglófonos los que más rapido llegan a Europa y Estados Unidos y más pronto incursionaran en Colombia.
AFRICA EN ESPAñOL
Para algunos conocedores del tema, el surgimiento de esta literatura coincide con la primera fase de la lucha anticolonial de los años treinta y otros, perspicaces, sostienen que ante el auge de Africa la Academia Sueca no podía escoger a un archiconocido como Senghor o a una leyenda como la surafricana Nadine Gordimer, sino que tenía que lanzarse al escogimiento de un nombre casi inaugural como el de Sayinka.
A pesar de una aparente resistencia, por desconocimiento, el auge africano ha comenzado a difundirse en español, a través de varias editoriales que han puesto el ojo en todo lo que ofrece esa nueva corriente.
La editorial Alfaguara está actualmente preparando tres obras del Nobel Sayinka y una del keniata Ngugi wa Thiomgo. Del primero se espera el lanzamiento de obras que salieron en inglés en 1972, 1973 y 1981, de tal suerte que sus trabajos recientes para montajes teatrales es posible que se demoren un lustro o más, de acuerdo con cálculos.
Varias antologías de cuentos y relatos han sido traducidas al español (especialmente de autores de Guinea Ecuatorial) y también otras obras individuales como "El mundo se aleja", del nigeriano Chinua Achebe; "Desde mi vidriera, susurros y pensamientos comentados", del guineano Juan Balboa Boneke, "Cuando los combates luchaban" de la también guineana Leoncia Evita y "Los soles de las independencias", de Ahmadou Kourouma, de Costa de Marfil.
Aunque con la demora referida, este boom africano, que sucede a la explotación colonial, brutal y material del continente, hará que pronto las vitrinas de las librerías ofrezcan estas novedades tan distantes para Colombia, pero tan in en tantas partes.