Home

Cultura

Artículo

"Ah ¡bravo o Fígaro!"

Luego de una cuestionada "Carmen", la producción del "Barbero" abre buenas puertas al futuro de la ópera.

2 de noviembre de 1992


HABER ATIBOrrado en unos pocos metros a solistas, coros y extras en la "Carmen" que inauguró la II Temporada de la Nueva Opera de Colombia en el Teatro Colón, fue suficiente para que algunos pusieran en duda las bondades del convenio suscrito entre el Teatro Teresa Carreño de Caracas y la Fundación Camarín del Carmen, para trabajar en coproducciones que naturalmente baja los costos del espectáculo.
La puesta en escena del "Barbero de Sevilla", prácticamente el único homenaje que en Colombia se rindió a Gioachino Rossini en el bicentenario de su nacimiento, disipó todas las dudas al respecto, aunque todavía quedan puntos por mejorar.
La escenografía de Enrique Berrizbeitia gustó, es eficiente y tiene impacto a pesar de uno que otro geranio plástico en los balcones. Otro acierto lo hubo en el vestuario de Adán Martinez. Las luces, en cambio, no estuvieron a la altura de los decorados y del vestuario.
Efectiva y clara fue la dirección escénica de Alejandro Chacón para un elenco de jóvenes talentos, primiparos libricos, poco recursivos, que contrastaban con la veterania musical y actoral del bajo Francisco Vergara y de la soprano española Carmen González.
Aún se plantean dudas sobre la conveniencia de entregar a voces tan Jovenes papeles de tanto compromíso que a la larga podría ser contraproducente.
Sigue en tela de juicio, asi mismo, la dirección musical del espectáculo. La batuta del uruguayo Federico García Vigil en "Carmen" y de Gustavo Yepes en "Barbero" denota inexperiencia y un discreto talento que en ocasiones alcanza el tedio, y demuestra poca imaginación.
Muchos sugieren la conveniencia de revivir algunos de los lazos que en el pasado hubo con la Opera de Colonia en Alemania, que significó el gran puntal del gigantesco suceso de la ópera entre el 77 y el 86.
Lo cierto es que la recuperación del espectáculo parece ya irreversible a juzgar por la nutrida asistencia de espectadores, prueba incontes, table de que la ópera está "vivita y coleando".-