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Alberto Barrera Tyszka ganó el Premio Herralde de novela 2006 y el Premio Tusquets en 2015. | Foto: Archivo SEMANA.

HAY FESTIVAL

“Chávez hubiese sido un buen guionista de televisión”

SEMANA entrevistó a Alberto Barrera Tyszka, quien alrededor de la presentación de su última novela, ‘Patria o muerte’, se refirió al personaje de Chávez, a la figura derrotada de Maduro, a su oficio literario y a los retos de su país.

29 de enero de 2016

SEMANA: Usted había hecho una biografía de Chávez y luego decide hacer un tema de ficción sobre el chavismo, ¿por qué ese salto?, ¿cuál es la gran diferencia entre una y otra obra?

Alberto Barrera: Son dos cosas muy distintas. La biografía es un texto periodístico que yo hice con Cristina Marcano, que es una periodista especialista en investigación y ella fue quien definió la línea y fue un pacto con la verdad, muy del dato duro, de la investigación de la vida de Chávez. Y este nuevo proyecto es de ficción, no es sobre Chávez en rigor, sino una novela sobre ese personaje. Te sitúa en la enfermedad de Chávez y eso yo lo aprovecho para poner otras historias y es un pacto ficcional.

SEMANA: ¿Cuál ha tenido más impacto, la ficción o la realidad?

A.B.: Se han leído de manera diferente. El lector cuando encuentra una biografía y ve que es un libro periodístico, busca unas cosas que no busca en la novela.

SEMANA: ¿Tuvo temor, hubo censura o presión al escribir esta novela sobre el chavismo?

A.B.: No. Para nada. Desde hace tiempo los escritores venezolanos vamos metiendo cada vez esta realidad en nuestros libros, porque es un régimen que lleva 17 años y ha impactado mucho. Es una realidad que no toca a todos. Y este no es el primer libro sobre el tema. Ya Juan Carlos Méndez Guédez, que no vive en Venezuela, había hecho uno llamado Los maletines.

SEMANA: ¿Una novela de esta naturaleza solo es posible escribirla desde fuera del país?

A.B.: Quizá la distancia permita hacer cosas distintas. Pero también hay escritores que lo hacen desde adentro, como hace Gisela Kozak, una escritora que vive en Venezuela y trabaja todos estos temas en sus cuentos. La distancia a veces produce una ansiedad que no ayuda.

SEMANA: ¿En el proceso de escritura de la novela, usted estaba en México o en Venezuela?

A.B.: Estuve en ambas ciudades, porque yo vivo meses en Caracas, meses en México D.F. Entonces me tocó viajar durante los tres años en los que estuve haciendo esto. Pero cuando murió Chávez, y en los últimos momentos de su enfermedad, yo viví en Caracas.

SEMANA: ¿Usted tiene ya un termómetro que le permita saber si la novela le está tocando más a los chavistas o a los opositores?

A.B.: No tengo un feedback que me permita saberlo y no se han dado críticas todavía. Antes de que se publicara salió una crítica en La Porrea, un medio oficialista, es decir, antes de haberla leído. Los chavistas no se dan por aludidos. Yo no creo que la literatura tenga tanta potencia, el chavismo tiene en el país muchos problemas como para pensar en un libro.

SEMANA: ¿Cómo es posible que no despierte ninguna reacción en la gente?

A.B.: Yo pienso que las respuestas vienen de gente que no es chavista de ‘hueso colorado’.

SEMANA: ¿Por qué decide escoger el tema de la enfermedad de Chávez?

A.B.: Tiene dos elementos importantes para mí. Podía comenzar con el día en el que él anunció su enfermedad y cerrar con su entierro; eso me permitía poner a los personajes a jugar en el procedimiento narrativo. Y el segundo elemento es que Chávez siempre fue un mito en construcción y puso a la gente a reaccionar alrededor de su voz. Era un hombre que había conquistado casi todo, que hablaba desde la eternidad y, de repente, aparece lo inesperado: la enfermedad. Y esto sabotea un proyecto titánico, muy bien armado. Un hecho, sin duda, muy aprovechable literariamente.

SEMANA: A propósito, usted tiene una novela que se llama La Enfermedad, ¿hay una especie de obsesión con el tema o es casualidad?

A.B.: Efectivamente es una obsesión. Es uno de los temas que a mí me interesan literariamente y posiblemente lo escribo para saber por qué me interesa. Mi curiosidad literaria se organiza alrededor de la fragilidad del hombre, del dolor, de la enfermedad, tiene que ver con la tragedia humana que traza una línea, un destino. Eso es lo que me interesa a mí, ese límite que cuenta que la vida se daña y que esto se acaba. Y, además, vivimos en una época donde la salud se volvió una utopía y nos cuesta aceptar esta tragedia.

SEMANA: ¿Por qué Chávez?

A.B.: Él era un personaje mediático, que generaba muchos espectáculos. Y su figura funciona mucho para cualquier tipo de ficción.

SEMANA: ¿Uribe le ayudó a Chávez a construir esa imagen?

A.B.: Claro. Los enemigos fueron buenísimos para Chávez. Él necesitaba enemigos grandes. Uribe y Bush eran enemigos perfectos y funcionaban muy bien narrativamente.

SEMANA: ¿Qué pasa con Maduro, qué le falta de Chávez?

A.B.: Maduro es un personaje trágico porque le toca encargarse de una crisis y él tiene que lidiar con el fracaso, ser fiel a Chávez y no decir “oiga, es que Chávez hizo la cagada”. Maduro está ahí para ponerle una cara al fracaso.

Semana: ¿Qué viene para Venezuela después de que la mayoría de la Asamblea Nacional sea de la oposición?

A.B.: No sé qué va a pasar. Lo que sí sé es que en diciembre volvió el sentido político de la alternancia a Venezuela. Porque esta gente creyó que con la palabra Revolución iba a gobernar para siempre y en diciembre se demostró lo contrario. Pero más allá de todo esto, la crisis económica en la que vivimos va a definir al país. Tenemos la inflación más alta del mundo, dependemos de los precios del petróleo y estos apuntan a la baja y eso como perspectiva es terrible.

SEMANA: En la novela usted hace una descripción aterradora de la violencia. ¿Por qué desde afuera no se perciben esos signos de violencia en Venezuela, por qué no los vemos?

A.B.: Sí hay información. Acaba de salir un informe que dice que Caracas es la ciudad más peligrosa del mundo. Además, siempre hay dudas frente lo que sale de Venezuela en los medios de comunicación, ya nadie sabe si creer o no. Hay un gran problema con la verdad, porque siempre hay versiones que descalifican a cualquier información mediática. Y, por otro lado, Chávez se propuso crear una nueva hegemonía donde los discursos de los opositores, los críticos y los independientes no se nombraran y, por lo tanto, no existieran. Hay cosas que para el oficialismo no pueden ser noticia.

SEMANA: ¿A usted cómo lo matriculan en Venezuela?

A.B.: Yo soy considerando como un furibundo antichavista por el oficialismo. Porque yo pertenezco a una izquierda que fue formada en el antimilitarismo, entonces para nosotros la tradición militar no nos identifica, por lo cual siempre he sido crítico de Chávez. Pero tampoco he estado en la oposición radical.

SEMANA: ¿Qué tan buen novelista hubiera sido Chávez?

A.B.: No lo sé, tal vez un muy buen guionista de televisión.