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ALGO MAS QUE CANGUROS

Australia ganó el Festival de Avoriaz con una sorprendente película futurista, que ahora llega a Bogotá.

26 de julio de 1982

El cine australiano contemporáneo, alcanza el reconocimiento internacional en los primeros años de la década del setenta, después de que el gobierno de ese país expidiera una ley proteccionista para la industria cinematográfica nacional. En 1972, un corto de George Miller en el que se satiriza la violencia en el cine, causa una gran controversia dentro de la comunidad cinematográfica. Presentado en el festival de Moscú de ese año, gana varios premios.
Sin embargo, los filmes australianos de esos años no pasan de ser comedias costumbristas. Sólo logran romper con esta tendencia en 1978 cuando participan con temas mucho más universales, de ese año. Allí en la versión del Festival de Cannes directores como Gillian Armstrong ("Mi Brillante Carrera") y Peter Weir ("La última ola" y "Gallipoli" -que pronto será estrenada en Bogotá-) sorprenden por su originalidad.
Este año, George Miller consiguió nuevamente un premio internacional para el cine australiano: "El Gran Prix" del festival de cine de Avoriaz, con la película "Mad Max 2, Guerrero de la Carretera". En este mismo festival francés, en el cual participan exclusivamente películas de fantasía y de ciencia ficción, la primera versión de Mad Max había ganado el Premio del Jurado en el año 1979.
Mad Max 2, como toda obra de ficción, trata de construir una historia donde el poder coercitivo que lo real ejerce sobre la ficción novelesca se manifiesta mediante una necesaria cimentación científica que otorga plausibilidad a la materia narrativa. La ciencia política da la clave en este filme: la guerra en el Medio Oriente conduce a que la fuente principal de energía del mundo desaparezca. Los pozos de petróleo se ven envueltos en llamas. Por causa de esto, la gasolina cobra un valor inusitado; quienes la tienen poseen libertad y poder.
Lo anterior sirve de marco a la fantasía que se narra en el filme. Mad Max, protagonizado por Mel Gibson, es un guerrero en ese mundo futurista donde se lucha a muerte por conseguir el preciado líquido. Cientos de enemigos, dirigidos por Humungus (Kjell Nilsson) tratan de apoderarse de una semidestruida refinería, en donde se guarda el combustible. Para evitarlo, Mad Max hace que toda la gasolina se eche en un gran carro tanque, que él mismo manejará a través de la sabana en donde acecha Humungus con sus hombres. Este es sólo el inicio de la batalla espectacular que es el centro del filme. En ella participan 40 actores y cerca de 100 extras, y una flota de más de 80 vehículos, algo verdaderamente audaz en una filmografía como la australiana que hasta ahora está dando sus primeros pasos.
Es precisamente ese sentido del "espectáculo" lo más logrado en este filme. Con un presupuesto de 3 millones de dólares, que resulta ridículo frente a cualquier producción mediana de Hollywood, Miller logra realizar una película que cautiva el ánimo de ese público mayoritario, para el cual los buenos son exclusivamente buenos y los malos definitivamente malos.