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ALICIA EN EL PAIS POLITICO

La ecología y la problemática social motivan al trabajo de la artista conceptual Alicia Berney.

9 de agosto de 1982

Se acusa a menudo a los anistas jóvenes del país de ausentarse de la problemática nacional. De alguna manera esto es cierto. Si se tiene en cuenta la proliferación de paisajistas, tanto pintores como fotógrafos, que se empeñan en captar de manera seudoimpresionista la bruma de la Sabana de Bogotá o las ondulaciones andinas, la acusación cobra forma. Lo mismo pudiera pensarse de algunos hiperrealistas que acuden a pintarse a sí mismos o que dibujan alegres gamines que parecieran vivir en el paraíso terrenal de la miseria.
Pero existe una clase de artistas jóvenes colombianos para quienes la pintura o el dibujo tradicional, académico, no llenan los requisitos indispensables y que manifiestan sus preocupaciones sociales y políticas a través de otros recursos y otras técnicas. Para ellos han quedado atrás la fauna, que se repite a sí misma, de Obregón, las risueñas caras de Grau y los muy bien pintados e inflados personajes de Botero. A esta nueva clase de artistas nacionales les han servido mucho más los desplantes y la frescura de Feliza Bursztyn, Bernardo Salcedo y Beatriz González; la sabiduría técnica de Santiago Cárdenas y Alvaro Barrios.
Tal vez, muchos de estos nuevos nombres se desconocen, precisamente por la falta de divulgación masiva de sus trabajos. No por falta de calidad de las obras mismas, sino por desconocimiento de los comunicadores. Sin embargo, el público no se ha quedado atrás de las nuevas manifestaciones, como lo indican los comentarios, en pro o en contra, que se pueden leer u oír durante exhibiciones, de obras conceptuales, tal vez las más controvertidas.
En una obra tal, como su nombre lo sugiere, es el concepto, la idea, lo que se considera importante. Más que la ejecución o materialización del trabajo. Son esas obras con carteles callejeros o con ondas de sonido de Adolfo Bernal (Medellín); las esculturas-veladora de Inginio Caro (Barranquilla) que se derriten en la exposición; las instalaciones con luces, video y fotografías de Gilles Charalambos (Bogotá) que aturden al espectador y también la obra de Alicia Barney (Cali) que habla muy seriamente sobre diferentes problemas ecológicos, dirigida más a lo político que a lo puramente estético o probablemente, como una combinación de los dos ingredientes.
Las raíces culturales de Alicia del Cauca, donde ha vivido la mayor parte del tiempo, como en Estados Unidos donde hizo sus estudios. La experiencia de haber crecido en Cali, una ciudad con tradición de orden, limpieza y conciencia cívica y luego la confrontación con la cultura ordenadora norteamericana, condujo a la Barney a idear una obra que se puede resumir en "recolectora". Los primeros trabajos de la artista consistieron en recoger restos de basura o residuos naturales como conchas y caracoles, para emsamblarlos en bolsas de polietileno sobre una base de plexiglass con títulos que indicaban el lugar de origen. "Bocagrande", "Florida, Valle", le trajeron el favor de la crítica en el Salón Atenas de 1979.
"Arte para los años 80s" del Museo La Tertulia (Cali), presentó de ella 30 cubos de vidrio, uno por cada día del mes, colocados en las cercanías de la zona industrial de Yumbo, con el propósito de medir el nivel diario de polución. Los cubos usados se iban tapando y, al final, el cubo número 30 presentaba una tenebrosa y denunciante oscuridad.
En la Bienal de Medellín (1981) Barney exhibió una serie de largos tubos de fibra de vidrio con lo que ella llamó "estratificaciones ecológicas", un embutido natural con los componentes espontáneos de una formación terrestre: hierba, basura, desechos animales, tierra y arena de diversos colores. En este caso, como en los ensamblajes, el aspecto visual era sumamente atractivo. En el presente mes, Alicia Barney presenta en el Espacio Alterno Sara Modiano de Barranquilla (una galería especializada en obras de vanguardia no comercializables), un periódico titulado "El ecológico". Sobre páginas completas de periódicos nacionales, ella adhiere una fotografía, tomada también de periódicos, que alude a un problema de orden social (congestión en buses urbanos, la extinción de babillas o la represión militar, por ejemplo) y sobre la fotografía imprime las frases "especie sin peligro de extinción o "especie con peligro de extinción", según el caso.
La actitud política y francamente investigativa de algunos artistas nacionales se clarifica en el trabajo de Alicia Barney. Aunque las obras pueden ser comercializadas, el ánimo de lucro no figura en las intenciones fundamentales de la artista. Tampoco la permanencia física de las obras. La idea es su razón de ser, lo demás depende del público. En nuestro contradictorio país, las obras de Barney están ahí para ser investigadas, analizadas, pero, sobre todo, para ser vistas.--
José Hernán Aguilar