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AMOR PROHIBIDO

La historia de Verónica Franco, una de las cortesanas más famosas de la Venecia del siglo <BR>XVI.

7 de junio de 1999

Inteligente, culta, pero sobre todo extremadamente bella, Verónica Franco aspiraba a
convertirse en una gran señora como esposa de Marco Vernier, uno de los aristócratas más cotizados de
la Venecia del siglo XVI. Sin embargo su escasa dote y su dudosa alcurnia echaron al traste con sus
propósitos. Vernier debía casarse por conveniencia con una mujer de su nivel político y social a pesar
de que su corazón le dictara otra cosa. Al fin de cuentas no fue capaz de sacrificar su posición por amor y
Verónica tuvo que afrontar muy joven la derrota.
Pero tenía una alternativa: convertirse en cortesana. Su madre lo había sido en su juventud y conservaba
la experiencia suficiente para enseñarle a su hija los secretos de una profesión que, aunque estigmatizada
por una sociedad mojigata, gozaba de ciertas prerrogativas. La más importante, acceder a la cultura,
las artes y el pensamiento, un placer vedado para las esposas de la nobleza.
Interpretada por la hermosa Catherine McCormack, en el papel de Verónica, y respaldada por el sobrio pero
sólido trabajo de la experimentada Jacqueline Bisset, quien hace las veces de su madre, Amor
prohibido narra la historia verídica de una de las cortesanas más sobresalientes de Venecia durante sus
épocas de ciudad-estado. Se trata, por supuesto, de una historia de amor en medio de la cual la refinada
Verónica intenta cobrar venganza de su prometido, el pusilánime Marco, explotando su sensualidad en los
brazos de poderosos amantes de ocasión, aunque también deba sufrir las represalias de sus rechazos.

Elemental y dinámica, la cinta se sirve de sugerentes intrigas para alimentar el relato de este amor
imposible. Sin embargo su aproximación es apenas una pincelada romántica que describe la pasión sin
abrazarla. En última instancia es un retrato de época al que le faltó la intensidad necesaria para hacerlo
vivir fuera de su cómodo lienzo decorativo.



Mensaje de amor

Kevin Costner va de mal en peor, tanto que quizás su última película seria se remonta a la polémica JFK, de
Oliver Stone. De resto, de El guardaespaldas a The Postman, pasando desde luego por la soporífera Tin
Cup, la carrera de Costner brilla por su irregularidad. Algún destello se le vio en Un mundo perfecto, de
Clint Eastwood, y algo en Wyatt Earp, pero en general sus interpretaciones dejan mucho qué desear,
sobre todo las románticas.
Mensaje de amor (su traducción exacta del inglés es 'mensaje en una botella') es una de ellas. La
película narra la historia de una periodista (Robin Wright Penn) que se encuentra en la playa unos folios
dentro de una botella. Se trata de una carta de amor que la hace estremecer al punto de impulsarla a
buscar a su autor.
De entrada la investigación es toda una locura cinematográfica. Sin embargo, una vez mordido el
anzuelo el asunto empeora. El desarrollo de la trama gira alrededor del romance entre el autor de la carta
_un constructor de barcos_ y la periodista que lo descubre. Lo malo es que todo esto sucede durante los
primeros 25 minutos de cinta, a partir de los cuales no ocurre absolutamente nada diferente a la
manifestación acaramelada de un romance sin emoción alguna.
Aunque el trabajo de Costner suele ser siempre discreto y hasta torpe, el que sorprende es el papel de
Paul Newman, a quien no se debe culpar si se tiene en cuenta que su personaje (el de papá de Costner)
carece de personalidad.
Definitivamente aburrida, sin argumentos suficientes para hacer de ella un largometraje, Mensaje de amor es
una de esas películas que no tienen salvación ni siquiera a los ojos de los espectadores menos exigentes.