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AMOR SIN FRONTERAS

También hay intereses ocultos en Occidente por impedir que la Unión Soviética abra definitivamente sus fronteras.

21 de octubre de 1991

UN DOCUMENTO que puede alteral el balance de poder en el mundo con repercusiones enormes en el futuro, es la causa de que espías ingleses y norteamericanos continúen vigilando la actuación de los soviéticos, a pesar de la perestroika y la glasnost. Al parecer, todavía existen intereses en Occidente por mantener la guerra armamentista contra la Unión Soviética. Y ese documento, que desea publicar clandestinamente en el mundo occidental un eminente científico soviético por intermedio de un editor inglés, es la pieza clave alrededor de la cual se teje una trama como muy pocas se habían llevado a la pantalla.

Un editor cuya vida desordenada lo lleva a convertirse en un espía por accidente; una bella mujer soviética que arriesga su vida y la de sus hijos para realizar una labor intermediadora nada fácil; y un escritor ruso que vuelca su confianza en un intelectual inglés para lograr la reproducción de unos textos peligrosamente esclarecedores para la conveniencia de Norteamérica, son algunos de los elementos que convocan a una intriga manejada con sutileza por medio de un genial juego de retrospección de imágenes y tiempos internos.

Además del juego de secuencias desordenadas utilizado por el director Fred Schepisi para alimentar aún más el enigma que esconde el argumento, la película posee otro mérito paralelo: bombardear de imágenes históricas y artísticas al espectador, para que éste no olvide ni por un momento el trasfondo cultural que la enmarca.