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Año nuevo en Hong Kong

Nadie les gana a los chinos en supersticiones, sobre todo en la época de su año nuevo, cuando la maquinaria del gigante asiático se detiene. Así se viven las celebraciones en Hong Kong.

Natalia Villegas, corresponsal de SEMANA en Hong Kong
21 de febrero de 2015

Hong Kong es una ciudad un poco caótica y extremadamente ruidosa, pero el 20 de febrero por la mañana sólo se oían los pájaros. Abrí las ventanas, dos segundos después frené en seco y me asomé con cuidado: ¡Sólo se oyen los pájaros, y es Hong Kong! Y no es que aquí escaseen las aves –esta es una de las ciudades del mundo con más área verde por habitante: 105 metros cuadrados, mientras en Bogotá el número es 3,9 metros cuadrados–, sino que normalmente las pobrecitas compiten en evidente desventaja contra los taladros de las construcciones, la interminable marea de carros y hasta el ruido de la gente en las calles.

Treinta pisos más abajo, dos personas caminaban por las tres calles que se alcanzan a ver entre los edificios. Pasó un taxi. Seguramente iba vacío.

La explicación es sencilla: estamos en plena celebración del año nuevo chino y la agitación del centro financiero de Asia pareciera que por fin se detiene. Unos cuantos bloques más hacia el este, en los distritos más turísticos, el comercio de grandes almacenes y los restaurantes internacionales continúa abierto, pero los cientos de negocios pequeños que le dan ese toque particular a las calles de Hong Kong llevan cerrados desde el lunes.


Vista de los fuegos artificiales lanzados en la plaza de Lasipalatsi durante las celebraciones del Año Nuevo chino en Helsinki. Foto: EFE 

El aire se siente notoriamente más limpio porque las fábricas de las ciudades vecinas no trabajan. Ese mismo 20 de febrero el periódico no llegó, y durante toda la semana no lo recibí antes de las 10 de la mañana.

Los días festivos oficiales son los tres primeros del año, en esta ocasión del 19 al 21 de febrero, pero la celebración empieza la víspera y dura los 15 días siguientes. Todo el que vive en China sabe que año nuevo significa por lo menos una semana entera muerta para los negocios.

Mientras muchos extranjeros aprovechan para salir del país, los nacionales se desplazan para encontrarse con sus familias. Se estima que durante los 40 días que rodean la fecha se hacen 3,65 mil millones de viajes en el país, según la revista Forbes. Esto básicamente quiere decir que la segunda economía del mundo no para durante esos días, simplemente se mueve de otra forma.

La abundancia del pescado



Una carroza que representa un dragón participa en un desfile de celebración del Año Nuevo chino en Praga. Foto: EFE

¿Cómo se mueve la vida en Hong Kong durante estos días? ¿Cómo celebran los hongkoneses que no se fueron a china continental a visitar a su familia? Más allá de los deslumbrantes juegos pirotécnicos, bastante televisados, me encontré con una celebración inmensamente rica en tradiciones y, sobre todo, en supersticiones. Unas que, como me advirtieron, cambian mucho dependiendo de la región del país.

Lo primero que aprendí es que es un momento de cenas familiares. Por diferentes razones –gracias a una amiga española– terminé por ser invitada a una de ellas. Alice, una generosa mujer proveniente del noreste de China, ofreció el miércoles, en vísperas de año nuevo, una cena con sus padres, su hijo de seis años, el profesor de violín de su hijo, mi amiga española, sus padres españoles y yo.

Sentados en la típica mesa redonda china, la cual tiene un centro giratorio donde se dispone la comida, la mujer puso gran empeño en explicarnos el significado de los platos que empezaron a llegar. “Siempre debe haber un pescado entero dentro del menú, pero al final se debe dejar un pedazo porque lo que sobra significa la abundancia que viene para el próximo año”, dijo. La pierna de cerdo es redonda porque simboliza la unión familiar. Una rara especie de mejillones –o algo que se le parecía– se come para asegurar que llegue el dinero. Y así continuó su explicación con la mayoría de los platos, en total diez. “Se puede servir el número de platos que sea, pero nunca siete. Es de mala suerte”.


Un grupo de baile realiza la danza del león con motivo de la celebración del Año Nuevo Chino en el barrio chino de Yokohama. Foto: EFE

Todas las casas tienen una caja o bandeja redonda con dulces. En la mitad normalmente se ponen monedas de chocolate, para atraer la riqueza. “Todo para nosotros es suerte y dinero”, dijo Alice riéndose cariñosamente de las costumbres chinas actuales.

En Hong Kong, donde nunca existió la prohibición de tener más de un hijo, las visitas familiares deben seguir una línea jerárquica muy clara. Todos los hijos deben ir primero a la casa de sus padres, y después los hermanos menores deben ir a las casas de sus hermanos mayores. Estos últimos no están en la obligación de visitar a los más jóvenes. No necesariamente deben ser cenas, muchas veces sólo se va a tomar el tradicional té.

El mercado de las flores


Como la víspera de año nuevo es costumbre en Hong Kong ir por la noche a alguno de los inmensos mercados de flores, terminamos de comer y nos dispusimos inmediatamente a salir al más cercano, el de Mong Kok.

En su jardín, Alice tenía unos seis árboles de naranjas pequeñas, los mismos que, junto con toda la tupida decoración roja de las entradas de los edificios, empezaron a adornar el paisaje urbano de Hong Kong desde hace un par de semanas. El color rojo llama la buena fortuna. El árbol de naranjas significa felicidad y abundancia. Este es tan común en las casas, que el portero de mi edificio los compara con los árboles de Navidad de la cultura occidental.


Foto: Archivo Particular

En dicho mercado había por montones, pero no sólo de esas. La variedad de plantas y flores era infinita, en un espacio que también parecía infinito. Sólo se veían calles y calles atestadas de puestos de flores, y como no podía faltar la superstición en este caso, el mercado no se puede recorrer desordenadamente, se debe seguir siempre una misma dirección. ¿Por qué? “Porque si no, es mala suerte”, dice la mujer.

Cada planta también tiene su superstición. Se dice que las flores del ciruelo (plum blossoms en inglés) traen la suerte del dragón para el hijo, es decir, el deseo de que el hijo sea exitoso en su vida. También les da suerte a los jóvenes que quieren encontrar pareja. Una pequeña pirámide de pomelos se forma con cinco capas, significa “cinco generaciones que pueden vivir juntas”, según la traducción que hace del chino al inglés una de las vendedoras.

Continuamos el recorrido y a dos cuadras del lugar una multitud de gente hacía compras en un mercado que parecía San Andresito a la “n” potencia. Cada cinco pasos, jóvenes con megáfonos anunciaban las últimas rebajas de sus productos: bombas de helio en forma de pandas o de Frozen, la última película animada de Disney; camisetas, camisetas, muñecos de peluche, comida. Alice se despidió y dejó que a nosotros, los “turistas”, nos arrastrara la multitud. Tal feria y el mercado de las flores estuvieron abiertos hasta la media noche.

Los templos y el árbol de los deseos


Foto: Archivo Particular

Así como el mercado de las flores, los templos también se recorren en una dirección, pero esta vez siempre al contrario de las manecillas del reloj. Desde vísperas de año nuevo y durante los siguientes días, las familias visitan los templos y siguen sus tradicionales rituales en los que se adoran diferentes deidades: se quema incienso, considerado la “comida para los espíritus”, lo que se supone que mantiene felices a los ancestros y a los dioses. También se escriben los deseos en pequeños papeles que se queman en un pequeño horno de carbón.

Pero en Hong Kong no sólo en los templos se piden los deseos para el siguiente año. Desde el 19 de febrero hasta el 5 de marzo, cuando se den oficialmente por terminado las celebraciones de nuevo año, los árboles de los deseos (the wishing trees) recibirán cientos de visitas al día.

Ubicado en un extremo de los nuevos territorios, es uno de esos pocos lugares de Hong Kong donde hay tan pocos gweilos (una expresión cantonea para referirse a los extranjeros), que los locales te miran de reojo. Después de un corredor al aire libre que forman puestos de comida y ventas de pequeños souvenires rojos y dorados, se entra al parque.

Justo al lado derecho, se forma una pequeña algarabía alrededor de un árbol. Todos los comensales sostienen en sus manos un objeto muy particular: se trata de un papel rojo donde escriben sus deseos para el próximo año, atado a una tira que lleva una pequeña mandarina en el otro extremo. La intención es lanzarlo y que quede colgado del árbol. No es tan sencilla la tarea como parece, pues las ramas ya están revestidas y se vuelven resbaladizas. Una vez lo logran, hay caras de simple satisfacción, y otras de explosión de alegría, y es que mientras más alto quede el papel y su mandarina, más posibilidades hay de que se cumplan sus deseos para el próximo año.



Un espectáculo de fuegos artificiales con motivo de la celebración del Año Nuevo Chino se aprecia por encima de los rascacielos cercanos al puerto de Victoria en Hong Kong. Foto: EFE

Una pareja joven lo hizo muy bien. Él pidió conseguir un buen trabajo, ella pidió que le fuera bien en sus estudios. Sus papeles quedaron estratégicamente en algunas de las ramas altas.

Además de las cenas familiares, el mercado de las flores, las visitas a los templos y el árbol de los deseos, las familias locales también acuden a los dos eventos de la ciudad más reconocidos internacionalmente: el Desfile Internacional de Año Nuevo, que esta vez celebró sus 20 años y congregó en las calles 130.000 personas, y el impresionante espectáculo de fuegos artificiales, que se celebró el viernes en la noche, segundo día del año. Eventos que evidentemente contrastan con la quietud que viven por estos días las calles de una de las ciudades más agitadas del mundo.


Una niña china come un helado mientras observa la "danza del león", un espectáculo que combina las artes marciales y el baile y que celebra la llegada del Año Nuevo chino. Foto EFE