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Ante el espejo

En desarrollo de su más importante exposicion,el Museo de Antioquia presenta tres siglos de producción de retratos colombianos y regionales.

6 de diciembre de 1993

EN EL ENORME LIENZO DE LA PINTURA colombiana, un género, el retrato, ha dejado su pátina indeleble en la historia de la plástica nacional. Para los funcionarios coloniales de casaca y peluca; para los héroes republicanos de bigote y patilla y para los comerciantes convertidos en industriales,retratarse era testimonio indiscutible de su paso por estas tierras de pronto olvido. Más adelante, con la apari- ción de la fotografía, el deseo de eternizarse mediante un artista descendió algunos peldaños más para abrir definitivamente el pabellón del recuerdo a los de ruana y pañolón.
Esta es quizá la razón principal para que la primera gran muestra de retratos realizada en Colombia se llame, precisamente, "Ante el espejo". Es cierto que la exposición explora tres siglos de retrato en Antioquia, pero su proyección trasciende las fronteras regionales por la variedad de pintores colombianos y extranjeros incluidos, lo mismo que por la nómina de los retratados.
Entre los artistas sobresalen figuras de relieve como Joaquín Gutiérrez,, Franciseo Cano, Pedro Nel Gómez, Eladio Vélez, Ignacio Gómez Jaramillo, Débora Arango y Fernando Botero, entre otros.
Simón Bolivar, José Maíia Córdova, Tomas Carrasquilla, Pedro Nel Ospina, Miguel Abadía Méndez, Enrique Olaya Herrera, Marco Tobón Mejía y León de Greiff figuran entre las personalidades que a través del pincel, el lápiz o la cámara dejaron eonstancia de su paso por la vida, ya pública o militar, ya cultural o social. Las renovadas salas del Museo de Antioquia, en el centro de Medellín, serán un ecléctico mosaico de muchos de quienes han hecho, de una u otra forma, la historia nacional.

ROSTROS MAGNETICOS
El ambicioso montaje es producto del entusiasmo de la nueva directora del Museo, Lucrecia Piedrahita, quien busca sacar de su prolongado letargo a una de las entidades más ricas en patrimonio pictórico del país. "Es hora de que la gente vuelva a nosotros, y esta es una forma de llamarlos", dijo Piedrahita a SEMANA. En verdad, la cita con los rostros del pasado en el Museo de Antioquia está cargada de un irresistible magnetismo.
El curador Alberto Sierra, el otro impulsor, intenta recorrer con la ayuda de 250 retratos, un período de 300 años. Si bien la colección del museo es la columna vertebral de la exposición, fue necesario pedir prestados a instituciones, particulares y municipios vecinos un total de 60 retratos. Sin excepción, todos son asomos hacia el interior de unos seres cuyos rostros se prolongan en el tiempo.
El recorrido se inicia con una pintura de donante del gobernador (1679-1685) Diego Radillo de Arce, quien se hizo rctratar con Santa Rosa de Lima tal vez en agradecimiento de algún beneficio recibido. Sigue el período virreinal, en el que la personalidad del retratado cede ante la minuciosidad del detalle, tanto en vestidos como en objetos. Los pintores más cotizados del momento eran el santafereño Joaquín Gutierréz y el cartagenero José Pablo Caballero.
Con los agites de la revolución se produjo también una transformación en las esferas sociales. Ya no ha caballeros ni blasones, sino próceres y generales, rodeados de los nuevos emblemas patrios. Uno de los responssbles de inmortalizarlos fue el pintor Pedro José Figueroa. Otros fueron Eugenio Montoya y José María Espinosa, especialista en mini tura, forma de expresión muy original en la naciente República.

PINCEL Y CENTAVOS
De los artistas extranjeros que ejercieron en Colombia por esa época sobresale el romano Antonio Meucci, responsable del último retrato en vida de Simón Bolívar. Meucci, como muchos otros colegas, se vio obligado a publicar avisos en los periódicos para ofrecer sus servicios.
Incluso brotó un encendido espíritu mercantilista con rebajas para ciertos trabajos. Por ejemplo, Angel María Palomino, quien con Leopoldo, Buenaventura y Jesús María integraron un legendario cuarteto de pintores, presentaba tres escalas de tarifas: sin parecerse, cinco pesos con aire de familia, ocho pesos, e igualitico, 10 pesos.
También, y debido a la escasa clientela en los pequeños pueblos de la Colombia del siglo XIX, muchos, pincel en ristre, se lanzaron a los caminos de herradura en busca de nuevos personajes. Fue el caso de Luis García Hevia, principal promotor de la fotografía en Colombia, y de Fermín Isaza, su alumno antioqueño.
Quizas el artista más destacado de la transición hacia la modernidad fue Francisco A. Cano, baluarte de la pintura antioqueña y uno de los primeros en obtener formación profesional en Europa. Camo no sólo dejó una importante obra -bastante pródiga en retratos-, sino que fundó la Escuela de Bellas Artes. Luego Viajó a Bogotá y murió allí en 1935.
En fotografía, los puestos de honor los ocuparon Melitón Rodríguez y Benjamín de la Calle. El primero se distinguió por el magistral y artístico registro de la clase alta antioqueña, mientras que el segundo incluyó a ciudadanos del común, en una obra carente casi por completo de refinamientos.
Ricardo Rendón, alumno de Cano, se distinguió con creces en el género de la caricatura, especialmente por su inusual capacidad para "desentrañar el alma más escondida". Rendón ha tenido pocos pares desde su muerte.

LOS VANGUARDISTAS
El salto hacia los 30 y los 40, cuando la producció artística más importante en Colombia tuvo en buena parte como escenario al departamento de Antioquia lo protagonizaron hombres que habían alimentado sus conciencias en el Viejo Continente.
Pedro Nel Gómez, Eladio Vélez, Ignacio Gómez Jaramillo, Débora Arango, Carlos Correa, Rafael Sáenz, Jorge Cárdenas, Fernando Botero y Oscar Jaramillo renovaron el arte nacional, como lo atestiguan sus numerosos retratos expuestos en la muestra.
Son estilos renovadores, en los que están presentes el conflicto, los cambios sociales, y la transición del paisaje a la tecnología. Con estas figuras quedó definitivamente atrás el concepto de ejecutar obras por encargo, porque decidieron dedicar sus vidas al arte de manera profesional.
Ante el espejo" cierra su ciclo con la obra de Oscar Jaramillo, quien puebla el territorio de la calle con personajes cuyas vidas transcurren en la medianoche de la vida.
En suma, la exposición, abierta hasta diciembre, recoge el más completo muestrario sobre los múltiples rasgos del hombre colombiano.