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Aprendiendo a contarse

La última novela de Antonio Tabucchi: el soliloquio alucinado de un viejo héroe antes de morir.

Luis Fernando Afanador
20 de agosto de 2005

Un hombre viejo a punto de morir llama a un joven escritor para contarle lo que fue su vida y para que éste la escriba de la manera más fiel posible. En apariencia, el tema principal de Tristano muere, la última novela de Antonio Tabucchi, es la imposibilidad de las palabras para capturar la esencia de una vida. Pero, en realidad, se trata de la enorme diferencia que existe entre vivir de una manera consciente y simplemente 'vivir'.

En una casa campestre de la Toscana, en el último verano del siglo XX, Tristano, un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, agoniza con una pierna gangrenada. El escritor al que ha mandado llamar a su lecho de muerte alguna vez escribió sobre él una novela que contribuyó a su fama de héroe. Tristano había formado parte de las tropas italianas que ocuparon Grecia bajo el gobierno fascista de Mussolini y allí, en un acto inesperado de valor, disparó contra un soldado alemán -los alemanes eran aliados de los italianos- quien había asesinado a un niño griego por cantar canciones de la Resistencia.

Sin embargo, Tristano tiene serias dudas acerca de su condición de héroe. ¿Sí lo es? ¿No fue acaso un azar lo que lo llevó a disparar? Y, además, ¿valió la pena? La Italia por la que lucharon -Tristano terminó uniéndose a los partisanos- se ha convertido en el triste y decadente país de Berlusconi. Sus dudas no se refieren sólo a su actuación como soldado sino a su vida en general. ¿Qué fue verdaderamente? El retrato que de él hizo el escritor no lo satisface como tampoco lo que recuerda de sí mismo. Por eso lo ha llamado: para darle una nueva oportunidad de hacer una versión más completa y veraz del 'Tristano real' y para que, en su calidad de testigo, le ayude a desentrañar el sentido de su vida.

En el umbral de la muerte y embotado de morfina, Tristano va relatando en forma desordenada y arbitraria ciertos episodios de su vida. Tristano habla y el escritor lo oye sin derecho a intervenir. Su trabajo consiste sólo en escuchar y luego transcribir al papel -sin ayuda de grabadoras- lo que Tristano dijo. Esta novela es entonces un viaje sinuoso de la oralidad a la escritura, el largo soliloquio de un personaje, su De profundis. Tristano -lo reiterará varias veces a lo largo de la narración- desconfía del escritor y no obstante lo ha convocado. ¿Por qué razón? En el fondo sospecha que lo que no se escribe deja de existir; los hechos que no se fijan en signos escritos están condenados a desaparecer. Grandiosos o pequeños, nuestros actos se olvidarán si no hay quien los escriba: "Los héroes han muerto, los testigos han desaparecido, sólo queda la voz de mi canto. Camôes, el gran poeta portugués, cantó a Vasco da Gama y los conquistadores de África y la India en 'Las Luisiadas', y se puede afirmar que esos héroes sólo existen porque Camôes les cantó".

Tristano quiere permanecer en la palabra escrita, aunque hay latente algo todavía más interesante en la propuesta de la novela. Trascender en la escritura puede ser la reducida aspiración de unos cuantos escritores, pero contar la vida que vivimos, narrarla para encontrarle un mínimo sentido, debería ser la aspiración de cualquier ser humano. De hecho, el personaje escogido no es un literato sino un hombre de acción: "Si no somos capaces de reducir la vida que hemos vivido a un relato y estructurarlo, entonces nuestra vida no es nada". Para Tabucchi, no limitar la vida a los actos y alcanzar el estadio de la conciencia es la marca de nuestra humanidad y lo que nos hace diferentes a los animales. Finalmente, el gran hallazgo de Tristano es que descubre su propia vida contándosela al escritor.

Un libro inquietante que, con todos sus méritos, no alcanza el nivel de otros de Tabucchi. Tal vez es demasiado explícito en sus planteamientos y exagerado en sus digresiones (injustificadas aun con las fuertes dosis de morfina). Tristano, a pesar de su doloroso proceso de muerte, se encuentra muy lejos del entrañable Pereira.