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El año pasado Ai Weiwei llenó el Turbine Hall de la Tate Gallery de Londres con pequeñas porcelanas en forma de semillas de girasol que pintó a mano una por una. Quería, de esta forma, sentar su voz de protesta contra la homogenización de la sociedad china.

CONTROVERSIA

¿Aprieta China?

La detención del artista Ai Weiwei, reconocido por sus críticas al gobierno, más una supuesta autocensura de Bob Dylan hicieron que muchos hablaran de un aumento en las restricciones a los artistas en ese país. Pero no todos creen que sea así.

21 de mayo de 2011

La excusa fue Ai Weiwei. El arresto el mes pasado de este artista, conocido por haber diseñado el 'Nido de los pájaros', estadio que albergó los Olímpicos de 2008, hizo que a través de editoriales, protestas públicas y comunicados se pidiera desde Occidente su liberación. Su situación es hoy tema obligado en círculos artísticos, y las galerías londinenses que por estos días albergan obras suyas han aumentado el número de visitantes. Un episodio que hizo que salieran a flote en medios occidentales otros casos de artistas chinos censurados por sus posturas críticas.

Se supo, por ejemplo, que el artista Cheng Li fue sentenciado a un año de reeducación a través del trabajo luego de un performance en el Museo de Arte Contemporáneo de Beijing en el que tuvo relaciones sexuales delante de los asistentes. Poco después, en este mismo museo, el también artista GuoGai, quien en sus fotografías ha llamado la atención sobre cómo el consumismo ha tomado el lugar del comunismo, fue detenido durante un mes sin que todavía se sepa el motivo. La ocasión sirvió para recordar a los hermanos Gao, que han hecho y deshecho en sus obras con la figura de Mao Zedong -mostrándolo como un penitente de rodillas y también con senos gigantes-, que han sido allanados y algunas de sus obras, confiscadas.

A ellos se sumó el escritor Liao Yiwu, a quien se le impidió viajar a comienzos de este mes al Festival de Escritores de Sidney. En medio de todo esto, el tibio repertorio de Bob Dylan en su reciente gira por ese país, sin sus temas más contestatarios, fue interpretado por muchos como resultado de un mensaje del gobierno. El comunicado posterior del cantante no logró disipar del todo las dudas: allí asegura que él escogió las canciones de la gira. Eso sí, con previa consulta a las autoridades, que no tuvieron reparos sobre ninguna.

Libertad controlada

Para entender lo que pasa hay que saber que China ya no es el país de Mao y su direccionismo cultural, que solo permitía el arte producido para gloria del Estado. Desde hace treinta años se ha adoptado una posición mucho más flexible que la de regímenes similares, como el norcoreano o el cubano. Hoy el gobierno no solo ha invertido en la educación artística, sino que ha generado "un ambiente diverso y flexible a pesar de lo que se dice", según explica Guillermo Puyana, experto en historia de China y profesor de la Universidad Nacional. "En los últimos treinta años la cultura en China se ha revitalizado. Los gobiernos después de Mao se han dado cuenta de que el modelo que tenían era muy costoso en términos sociales y políticos. La producción cultural de alta calidad hoy es vista como un indicador de la fortaleza de la nueva sociedad china". Natalia Tobón, periodista residente en ese país, añade que no solo "el arte chino hoy vende muy bien afuera", sino que, además, "el gobierno es consciente de que esto es una forma de poder suave, útil para dar a conocer el país".

Pero la libertad no es total. "Claro que hay problemas con artistas específicos derivados de sus posiciones, pero no se puede generalizar", apunta Puyana. Ocurre con frecuencia que el gobierno, sin mediar explicación, cancela exposiciones y manda sus buldóceres sobre talleres de artistas, como ya le ocurrió en enero a Ai Weiwei.

La cuestión pasa por cómo son vistos por sus compatriotas los artistas e intelectuales hoy perseguidos. "La sociedad china siente que Occidente trata de cuestionarla por la persecución a unos intelectuales, desconocidos para la población, en contra de quienes ellos consideran buenos escritores, Hay buena producción de novela corta femenina, ¿por qué no le dan el premio a alguna de estas?", asegura Puyana. Para él, los chinos son conscientes, y muchos no están de acuerdo, de que Occidente solo valora la producción cultural china con contenido político y crítica del gobierno y, junto a ella, la que encaja en los estereotipos que se tienen del país. Por supuesto que si esto es así es en parte porque el gobierno se ha encargado de que estos artistas peligrosos sean más populares afuera que adentro. No se puede olvidar el dudoso récord de ese país en cuanto a restringir la libertad de expresión.

Pero aun así hay espacio para visiones críticas. Puyana menciona películas que critican de frente al gobierno, que se burlan de Mao, hechas con recursos estatales y sin que sus realizadores hayan sido encarcelados. "Puede que se restrinja la exhibición en el país, pero solo por un tiempo". Este es el caso de dos películas: Vivir, de Zhang Yimou, que plantea una crítica demoledora a la época de Mao, y Blind Shaft, en la que se presentan las difíciles condiciones en que funcionan las minas de carbón al norte del país. Tobón, por su parte, menciona otra muestra de los hermanos Gao que incluía una escultura del líder de la revolución decapitado que contó con el visto bueno del gobierno.

Acciones preventivas

Tras el éxito de los Olímpicos y con un cambio de gobierno cerca (tendrá lugar en 2012) es innegable que el gobierno se ha endurecido. Hoy el presupuesto para seguridad interna es 50 por ciento mayor que el de 2008. La línea dura del partido ha tomado las riendas. "Sí hay una campaña contra activistas, abogados y defensores de los derechos humanos, con detenciones, arrestos y controles. El control se endureció por un llamado de chinos residentes en Estados Unidos a llevar a cabo la Revolución de los Jazmines, como la de Túnez, en China", explica Tobón. A Puyana esto no lo sorprende. "Es algo cíclico. Se ha dado cinco veces en los últimos 25 años con motivo de eventos específicos".

La situación parece entonces limitarse a acciones preventivas, sin duda motivadas por lo que ha ocurrido en el mundo árabe y dirigidas a blancos específicos, figuras con lazos fuertes con Occidente, pero desconocidas en un país que no va a lamentar su ausencia. "Ai Weiwei no es como Mandela en Suráfrica", concluye Puyana.