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Arquitectos del sonido

Hace 30 años Pink Floyd marcó un antes y un después en el rock con 'The dark side of the moon'. Para conmemorarlo EMI lanzó una nueva versión del mítico álbum en 'surround' digital.

18 de mayo de 2002

En 1973 los gomosos del sonido apenas comenzaban a disfrutar de una novedad llamada headphones y el máximo sueño de todo melómano era hacerse a un equipo de sonido cuadrafónico. No había CD ni sonido digital, mucho menos surround y utilizar un estudio de grabación como extensión de los instrumentos musicales era todavía una aventura que provocaba gran asombro.

Sin embargo existe un producto de aquel entonces que parece recién salido del horno. Es The dark side of the moon (El lado oscuro de la luna), el octavo álbum de la discografía de Pink Floyd, banda británica integrada por David Gilmour (voces, guitarra, sintetizador VCS3), Nick Mason (percusión, efectos de cintas), Richard Wright (teclados, voces, VCS3) y Roger Waters (bajo, voces, VCS3, efectos de cintas). El álbum fue grabado en los estudios de Abbey Road durante 38 días, entre junio de 1972 y enero de 1973, y el resultado fue un clásico por donde se le mire: 714 semanas en la lista de Billboard, 30 millones de copias vendidas desde su lanzamiento, banda sonora de infinidad de audiovisuales y videos, un título infaltable en las listas de álbumes esenciales que elaboran los expertos? En síntesis, un disco que marcó un antes y un después en la historia del rock y también de la ingeniería de sonido. En principio se trata de un álbum compuesto por canciones no demasiado complicadas, unidas entre sí por sonidos ambiente y voces que hacen que las dos caras (en tiempos del vinilo, claro está), se escuchen como una suite.

Mientras que los exponentes del llamado rock sinfónico de comienzos de los 70 llenaban todos los espacios posibles con solos de guitarras y sintetizadores propios de un virtuoso de conservatorio, Pink Floyd hacía gala de un manejo excepcional de las pausas, los ecos, los matices, las reverberaciones. Una magistral combinación de experimentación muy calculada y melodías sencillas, equilibrio entre electrónica y rock, más la enigmática portada que ilustra el experimento de la difracción de la luz que inmortalizó a sir Isaac Newton? Y, muy importante, el aporte de Alan Parsons, un joven ingeniero de sonido que había sido asistente en las sesiones de grabación de Abbey Road, de los Beatles, y quien luego haría carrera como músico amparado en el aura de genio que le había otorgado su participación en The dark side of the moon.

Un disco, además, plagado de curiosidades. Tomaron el nombre de una edición pirata, que fue grabada de manera ilegal, de un concierto de Pink Floyd en el que, como era su costumbre, la banda tocaba las canciones que tenían en desarrollo para álbumes posteriores. El título tentativo era Eclipse: a piece for assorted lunatics (algo así como Eclipse: una obra para lunáticos surtidos) pero a ellos les encantó la idea del usurpador. ¿Quién pirateó a quién?

El legendario disco acaba de ser relanzado en una nueva versión de aniversario (la tercera), aunque ahora llega remasterizado y compatible con los formatos Sacd (super audio CD) y surround 5.1 para que esta obra maestra de la tecnología del sonido análogo ingrese con pie firme en la era digital.