Home

Cultura

Artículo

| Foto: Santiago Ramírez

ARTE

"La vida se puede percibir de una forma abstracta": Carlos Salas

Semana.com habló con el artista acerca de su obra, el proceso creativo que ocurre en el taller y la política.

17 de abril de 2017

Las manos de Carlos Salas están manchadas con pintura, cuando habla las mueve imitando el movimiento que seguro da vida a cada trazo. Las manos de Carlos son inquietas. Chocolatina, una linda perra que una de las hijas de Carlos adoptó, saluda en la entrada del taller: un espacio amplio, lleno de luz y con paredes rayadas en el que el pintor ha estado 25 años creando constantemente obras que han cruzado el continente, que han llegado al otro lado del mundo.

Al fondo, y amplificado por el eco del lugar, suena una canción de Loscil, el proyecto de electrónica ambiental y experimental del músico Scott Morgan. Como pocos artistas, Carlos dice sin titubear sus posturas políticas, poco vistas o escuchadas en el mundo del arte.

Semana.com: ¿cómo fue ese reencuentro con la figuración? Sabiendo que se le conoce por sus composiciones abstractas…

Carlos Salas: Recuerdo que con mi hija lo llamábamos el fantasma de la figuración. Fue cuando estuvimos trabajando en la película. Pensé que estaba exorcizado pero ahí está, es un fantasma. Cuando quise darle una nueva oportunidad a la figuración mi hija me mandó un libro famoso de David Hockney que revelaba los secretos de los artistas famosos del renacimiento hasta el siglo XX buscando la figuración que se hacía con lentes. Un descubrimiento tan importante casi como descubrir que el agua moja. Ese secreto se guardó y afectó profundamente la visión sobre todo un amplio periodo del arte en que ya no podía uno verlo como antes del descubrimiento de este pintor inglés David Hockney.

Ese fantasma de la figuración ha sido una constante en el mundo occidental pero que desembocó en la visión fotográfica, pero la pintura sí tiene otras facetas… de joven me gustaba la obra de Caravaggio, ahora me gusta mucho menos…

Semana.com: ¿Por qué?

C.S.: Hay artistas o escritores que a uno le fascinan durante la adolescencia y la primera juventud, después uno tiene otros gustos que vienen con la experiencia, hay otros que se vuelven a retornar, de pronto pase así con Caravaggio. De pronto a raíz de esos descubrimientos de David Hockney Caravaggio termina siendo un director de cine. Armaba escenografías y artesanalmente las pintaba gracias a la imagen reflejada en la pared.

Puede leer: “Para felicidad de muchos, yo no hago arte”: Jim Amaral

Semana.com: ¿En qué momento el color es suficiente para la pintura? ¿Cuándo decide la ausencia de color?

Hablando de Caravaggio, en mi época en París en los años 1980 fue cuando hice mis primeras abstracciones (Fragmentaciones, 1984) y fueron a blanco y negro. Recuerdo una serie que se llamaba prescindir del color. En esa época estaba surgiendo el manejo digital de la imagen y yo no conocía eso, por ejemplo eliminabas la información de color con un botón, en cierta forma yo hacía algo así, hacía clic y prescindía del color, no era tan sencillo como eso. Cuando había paredes de concreto en el Mambo yo presenté esta exposición y generaba la sensación de estar en una caverna, pienso en la caverna como el mito de Platón, que estaban las sombras. Esto viene de procesos personales y psicológicos. Pero no lo asocié de una vez con la ausencia del color. Prescindir del color era sacar la sombra que había y que revelaba muchas cosas que estaban ocultas, como un reflejo.


Carlos Salas y Chocolatina en el taller. Foto Santiago Ramírez B / Semana

Semana.com: ¿por qué el proceso creativo es tan importante para usted?

C.S.: Un amigo oyó a unos jóvenes comentar que era muy peligroso lo que yo hacía: mostrarme tan al desnudo al público. Hay cierto secretismo, volviendo a lo de Hockney y su descubrimiento sobre lo que ocurre en el taller de artista. En el renacimiento se tenían cuerdos de confidencialidad, no salía lo que pasaba en el taller. Parte del soporte de un artista eran sus descubrimientos. Esa forma de revelarse no se acostumbra, el artista va a la exposición ya protegido. Es muy distinto llevar a la exposición un fragmento del taller porque genera un choque. Se hicieron cuatro charlas sobre la retrospectiva de 2014 y todas fueron el espacio donde estaban los elementos del taller. El taller se transforma siempre, aunque siempre es el mismo lugar. Llevo aquí 25 años, revelarlo es parte de su secretismo y se muestra y no se muestra. Lo que está oculto llama la atención.

Semana.com: ¿cómo es la relación entre la música y su pintura?

C.S.: Estaba escuchando en radio un programa sobre bandas sonoras. El productor había calificado a Scorsese de músico. Cuando uno empieza a coordinar más lo que hace con lo que escucha se convierte en una obra complementaria. Hay personas que escuchan los colores, y otras que pueden ver los sonidos. En una época estaba trabajando mucho con la música de Stephan Micus y vino el hijo de Mutis, también escritor, y dijo que era la primera vez que vio un cuadro que suena con la música. Ahora suena Loscil, música electrónica, muy relacionada con lo que estoy trabajando ahora. La música llega por azar, casualidad y se va incrustando.

Semana.com: En una entrevista dijo que su vida era abstracta ¿cómo es una vida abstracta?

C.S.: Lo que pasa es que es cuestión de percepción, no lo entendería ahora como una vida abstracta sino como que la vida se puede percibir de una forma abstracta, con un pensamiento abstracto. Los elementos empiezan a conjugarse de una manera distinta a lo que va dominando los eventos cotidianos ¿qué podría ser? Puedo estar con mis cinco sentidos muy presente en algo pero entra ese otro que es el pensamiento y todo tiene otra dimensión. Es el pensamiento introducido en la cotidianidad, son elaboraciones que hacemos todos: construcciones abstractas.

Semana.com: Así como la enfermedad está relacionada con la creación artística, también lo está con la política, usted publica siempre sus ideas ¿cómo fue ese paso en el que dijo que quería decir lo que pensaba?

C.S.: Tuve un medio, que era la revista Mundo, y lo pude utilizar como instrumento de poder, pero nunca quise. Había unas condiciones particulares, el país tenía un buen timonel y estaba manejado por Álvaro Uribe. Tenía temor, porque es un medio en el que un uribista es una mosca en un vaso de leche, es algo que no suena bien. Era reservado con mis opiniones políticas y cuando las expresaba lo hacía casi que en privado. Y en la segunda reelección habíamos decidido que después se subiría cualquiera a la presidencia y así fue. Pero en Mundo era muy poca la acción política. Cuando pasa el primer año de Santos, que fue desastroso, se empezaron a ver las traiciones. No voté por Santos, me parecía buena idea que Mockus fuera presidente, yo lo conozco, pero en las condiciones que estaba no vi que fuera a ser un buen presidente, pero hubiera sido menos grave que esto.