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El popular humorista Russell Brand encarna al millonario alcohólico en este ‘remake’ falto de energía.

CINE

Arthur

Aquella divertida comedia de 1981 protagonizada por Dudley Moore resulta ser un clásico al lado de esta nueva versión. **

Ricardo Silva Romero
7 de mayo de 2011

Título original: Arthur

Año de estreno: 2011

Género: Comedia

Dirección: Jason Winer

Guion: Peter Baynham basado en la película de Steve Gordon

Actores: Russell Brand, Helen Mirren, Greta Gerwig, Jennifer Garner, Geraldine James, Luis Guzman, Nick Nolte.



Es una comedia. En teoría, habría que hacer fuerza para que su protagonista sobreviviera a sus propias torpezas. Y claro: habría que reírse con mayor frecuencia. Pero no es nada fácil ver durante una hora y media a un millonario alcohólico llamado Arthur, un británico afectado, triste y decadente que hace siempre lo que le da la gana, tomarse la vida como si no pasara de ser un plan de viernes en la noche. Su imponente familia, consciente de que lo suyo es vivir borracho, lo ha amenazado con quitarle todo su dinero si no se casa con una mujer, que no es la mujer que en verdad ama. Ese es su gran dilema: el amor o el dinero. Y para que su situación deje de ser patética, para que su incapacidad de crecer resulte cómica y conmovedora, lo único que le queda es ser interpretado por un actor verdaderamente encantador. No hay otra salida.

Russell Brand, un brillante comediante inglés que tiende a robarse el show de las películas en las que aparece, no era el hombre para encarnar al millonario irresponsable. Y la genial Helen Mirren, que ha cargado de dignidad a todos sus personajes en una carrera llena de riesgos, no era la mujer para hacer de la única amiga de Arthur en todo el mundo: la niñera que lo soporta desde niño. Los dos se ven fuera de lugar. Los dos se ven cansados de sí mismos en una película apenas aceptable que pudo ser mucho mejor. Podría pensarse que la culpa la tiene la versión original de 1981: podría decirse que nadie como el comediante Dudley Moore -que desde los días junto a Peter Cook hasta su trabajo en Crazy People (1990) probó su inmenso talento cómico- podía volver un tipo entrañable a un rico malcriado; que solo el impasible John Gielgud, con su ironía tajante, tenía derecho a ponerse en los zapatos del niñero Hobson; que nadie tenía cómo reemplazar a la enloquecida Liza Minelli en el papel de la amada del protagonista y no hay Arthur ni hay nada sin esa balada de Christopher Cross titulada Best That You Can Do.

Podría echársele la culpa a la nostalgia: reconozco que, con la memoria viva del trabajo de Moore, de Gielgud, de Minelli, no pude deshacerme de la versión de 1981 mientras veía la de 2011.

Y que de nada me ayudó oír la canción de Cross, en el fondo de una escena determinante, a la manera sentimental de Melodía Estéreo.

Creo, sin embargo, que no pude entrar en la nueva Arthur -que no logré olvidar, ni siquiera por un momento, la anterior- porque poca vida se siente en sus escenas, porque poco corazón tiene detrás de su cinismo, porque, mejor dicho, todos los involucrados en la producción comprenden demasiado tarde que el cinismo es otro mecanismo de defensa. Siguen, al pie de la letra, la trama de esa pequeña película de hace treinta años. Pero no consiguen revivir ese tono de comedia triste, de fiesta culposa, que la salvó de ser un simple éxito de taquilla de los años ochenta.