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AVION PRESIDENCIAL

Ahora resulta que el presidente de Estados Unidos es nadie menos que Indiana Jones.

10 de noviembre de 1997

Despues de ver al presidente de Estados Unidos acabar con las fuerzas alienígenas que pretendían dominar la Tierra en Día de independencia, lo único que faltaba era que Hollywood decidiera hacer de su máximo dirigente un Indiana Jones.
Harrison Ford, quien saltó a la fama con Cazadores del arca perdida y de paso convirtió en leyenda a su personaje, el intrépido arqueólogo de sombrero y látigo cuya imponencia dio para dos secuencias más, hace ahora las veces del primer mandatario. Pero no uno común y corriente. Héroe de guerra en Vietnam, este hombre es un astuto gobernante que no ha olvidado las enseñanzas de sus generales. Por el contrario, está dispuesto a demostrar que está suficientemente capacitado para acabar, él solo, con un grupo de terroristas rusos que, al mando de Gary Oldman, secuestran el avión presidencial para exigir la liberación de su líder nacionalista.
El invento sobre la cooperación de Estados Unidos con Rusia en el arresto del líder que da pie al secuestro, una secuencia digna de Misión: imposible, es audaz por decir lo menos. Pero lo verdaderamente desafiante son las escenas de las reacciones de la Casa Blanca ante el secuestro, con una vicepresidente (Glenn Close) bañada en lágrimas y un general orgulloso de su antiguo soldado.
Por lo demás, Avión presidencial cuenta con una nutrida dosis de acción y efectos especiales a bordo. Tan nutrida que casi parece excesiva por las fantasías del director Wolfang Petersen, quien resuelve sus exigencias de suspenso con secuencias literalmente increíbles. La película es un típico enlatado norteamericano, un enlatado que, al fin de cuentas, logró recoger 80 millones de dólares en los primeros 10 días de exhibición en Estados Unidos y por el cual Harrison Ford cobró 20 millones de dólares.