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"BASTAN DOS OJOS PARA QUE LA GENTE "VEA" MIS OBRAS"

A raíz de su participación en el Tercer Taller de Arte del Museo Rayo en Roldanillo, el artista argentino habló para SEMANA

8 de octubre de 1984

Según cuenta Mario Benedetti, Pablo Neruda deseaba que existiera una "casa Le Parc ", un "museo Le Parc " y una "galería Le Parc ". Así de entusiasmado quedó el gran poeta al conocer los cuadros de arte cinético de este pintor argentino, ganador de la Bienal de Venecia en 1966.
Figura fundamental del Arte científico, desde 1974 desarrolla un trabajo pictórico sobre la superficie (modulaciones) y, a partir de 1975, integra el Colectivo de Pintores Antifascistas.
Este año lo ha pasado básicamente en Latinoamérica. En mayo fue jurado de la Bienal de Arte en Cuba; volvló a Argentina despues de once años de auto-exilio y, atendiendo una invitación del maestro Omar Rayo, vino a Colombia, a Roldanillo (Valle) a participar en el Tercer Taller de Arte del Museo Rayo, realizado recientemente, fecha que coincidió con la apertura de su exposición "Variaciones Temáticas ".
SEMANA: ¿Por qué dice usted que en su trabajo todas las posibilidades están abiertas?
JULIO LE PARC: Mi arte responde a una actitud de experimentación, de búsquedas. Hay gente que en forma artificial hace clasificaciones. Mi arte no está encasillado. Hay quienes me han criticado porque, según sus opiniones, he abandonado el arte cinético. No aceptan que las formas pueden ser ampliadas, retomadas, variadas.
S.: El tema de su exposición, "Variaciones temáticas" tiene su orígen en la serie de obras realizadas con el título de "Modulaciones", que hace diez años está experimentando, pero esta vez hay una incorporación a la que denomina la "técnica del Pochoir", que adaptó al trabajo que tenía en mente...
J.L.P.: En la búsqueda de un procedimiento que fuera satisfactorio para realizar ciertos temas en forma de edición gráfica, hice pruebas en serigrafía, en litografía, en grabado. El resultado de estos procedimientos fue que, si bien era interesante cada uno en su especialidad, no daban sin embargo el resultado perseguido. Ello me llevo a poner a punto un sistema adecuado, basado en la técnica del pochoir. Este es un sistema de reproducción a base de plantillas diversas, donde están recortadas las formas correspondientes a los colores del tema a reproducir; esas plantillas puestas sobre el papel dejan al descubierto solamente las formas que van a recibir el color deseado, el cual se aplica tradicionalmente con unas brochas especiales.
Este sistema de reproducción que practican algunos pocos talleres, no es muy utilizado para la reproducción de obra gráfica de artistas contemporáneos. Sin embargo, tiene muchas posibilidades y su carácter artesanal y la obligada realización manual de cada uno de los colores de cada tema lo diferencia de otros sistemas de reproducción, si bien más precisos, también más mecánicos.
Ya en la realización de mis cuadros de la serie "Modulaciones", el sistema pochoir estaba presente, pues, para realizar cada forma, tenía que proteger el resto de la tela usando, para delimitar los contornos de la forma, papel adhesivo, lo cual constituía en sí mismo una plantilla que se destruía para poder seguir con la forma siguiente.
Realizando pruebas con las plantillas en vista de ajustar el tema a reproducir, me dí cuenta, como en otras experiencias anteriores, de que partiendo de elementos simples y limitados, en este caso un juego de plantillas, podía dar libre curso a mi imaginación y a mi gusto por la experimentación, multiplicando las posibilidades de combinación, ya sea cambiando los fondos, ya sea combinando colores, ya sea variando el trato de las formas, etc. Y, realizando estos ensayos y ya superada la intención de poner a punto un tema a reproducir, me encontraba creando sobre un tema, lo cual me daba mucha satisfacción y obtenía así pequeñas series no limitadas de variaciones. Estas variaciones sobre un tema las sitúo en un plano intermedio entre el original y la edición gráfica.
De la edición, tiene las formas que son el punto de partida para todas las variaciones del mismo tema; de la obra original, que cada variación es diferente de las otras.
Realizando estas variaciones temáticas reencuentro el gusto de lo imprevisto siempre presente en mi trabajo y, al mismo tiempo, mantengo el control de él utilizando formas y colores simples, que pueden devenir complejos según sea la manera de combinarlos.
S.: ¿Cómo puede el artista llegar al público sin tener que recurrir a los intermediarios?
J.L.P.: Mi trabajo crea una relación directa con el espectador. Para mí bastan sólo dos ojos para que la gente "vea" mis obras. Yo pretendo dirigirme al ojo común de los mortales, sin que ese ojo esté previamente educado en una estética en particular.
Los conocimientos previos quitan espontaneidad.
Otras experiencias van incorporando al espectador de manera más directa. Las "Obras móviles" que piden el desplazamiento del que las observa, las "Obras abiertas", no definitivas, salas de juego, experiencias en la calle, laberintos. Desde los años 60 surgen este tipo de experiencias. Al espectador se le invita a actuar en todos estos espacios y allí deja su condición pasiva. Las cosas hechas señalan posibilidades, vías. Es necesaria una política cultural en lo inmediato, diferente de las actuales. Hay que crear posibilidades de reflexión, un comportamiento crítico, de análisis.
S.: ¿Qué inquietudes le dejó la Bienal de arte en Cuba este año donde participó como jurado?
J.L.P.: Por primera vez se hizo y se dio a conocer un acta de todos los miembros del jurado al inicio de la Bienal, muy diferente a las tradicionales que hubo otros años. Allí, por ejemplo, se planteó la necesidad de hacer una reunión pública con el jurado, donde se discutieran los premios, los criterios de los jurados y de esta manera surgieran las opiniones de la gente. Por otra parte, se pidió que este año el público diera un premio popular, para así tener una comparación entre los criterios del jurado y de la gente común y corriente. A través de una boleta, el público no sólo opinó sobre los trabajos, sino sobre la misma Bienal. Amas de casa obreros, profesionales, estudiantes, manifestaron su opinión. De esta manera se salió de los criterios únicos de los "especialistas".
S.: Desde hace cinco anos usted, y otros artistas en París, tienen un proyecto de película, con base en un juego de diapositivas denominado "ser artista hoy". Usted la califica como una pequeña historia en imágenes que cuentan el lado oculto del arte...
J.L.P.: ...son además los interrogantes, planteos relacionados con el medio donde el artista relaciona su trabajo y su vida.Hacemos interrogantes sobre los protagonistas de esta historia: ¿El artista sólo debe crear belleza? ¿El crítico hace profundos análisis teóricos o promóciona a los artistas de su gusto? ¿La galería difunde el arte o vende y especula con las obras? ¿El funcionario oficial hace obra cultural o sacraliza el arte y justifica su puesto? ¿El coleccionista, con su gusto exquisito, sostiene al arte o especula por sus inversiones? ¿Y el pueblo por ignorante deberá cultivarse para entender el arte?
Con relación a los críticos, en el arte hay una sucesión de "ismos", clasificaciones artificiales, que dan lugar a un sistema selectivo que crea rivalidad entre artistas. El artista se presta a ser manipulado. Se le considera una masa informe donde los expertos sacan a los "mejores". Esta selección que no es siempre sin riesgo, hace las valoraciones, exalta ciertas tendencias y establece jerarquías. Hay artistas que por recibir alabanzas de los críticos de arte, se sienten siempre en deuda con ellos.
Con las galerías de arte sucede que sus puertas están abiertas para los clientes en potencia y no para el gran público. El artista está sometido a la ley de la oferta y de la demanda, porque para la galeria, un buen cuadro es aquel que se venda. Por lo tanto, un artista que vende es mejor considerado que uno que no venda.
Los centros oficiales sólo definen los criterios que establecen lo que debe y no debe ser difundido como arte en la sociedad.
Los coleccionistas, que son los del dinero, deciden también lo que es bueno o malo, según su gusto, de allí que un gran número de artistas conciban sus obras con la única obsesión de venderlas.
La clase dominante integra al artista a su sistema de valores. Para ellos el artista es alguien a quien se puede neutralizar y poner a su servicio... "sé artista y cállate, que nosotros nos ocupamos de todo lo demás". Se crea así, dentro de las artes plásticas, el mito de triunfo a imagen y semejanza del mito de la ascensión social.
Los artistas, por su parte, han creado entre otros, el mito del arte como religión, que tiene sus propios adeptos, o el mito de ser un superdotado, o aquel mito de la libertad de expresión, sin ver los límites estrechos en que el artista trabaja o el mito más común: "el público es ignorante y no entiende mi arte".
A partir de esta serie de inquietudes, nos hacemos algunas preguntas.
Pensamos que son necesarias nuevas formas de relación entre todos los actuantes del arte. Se puede poner en práctica una política que no esté sometida a los centros de poder. Sería una política cultural no elitista.
Tal política permite el florecimiento cultural, lo heterogéneo de las diferentes concepciones artísticas en relación directa con el pueblo, que la creatividad sea práctica de todos. -