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‘Blues’ del perfecto equilibrio

Eric Clapton y B.B. King, los mejores guitarristas de ‘blues’ del momento, tienen diferentes maneras de tocar pero se compaginan a la perfección.

Juan Carlos Garay
14 de agosto de 2000

Un sabio músico de blues llamado Lightnin’ Hopkins aventuró alguna vez la que puede ser la mejor definición de esta música. “El blues es un sentimiento”, dijo, dejando mudos a esos teóricos que se esforzaban por describir su estructura de 12 compases, su continua exposición de notas bemoles y otros datos técnicos por el estilo. Nada de eso puede ser más importante que el sentimiento, anotó el señor Hopkins. Y cuando uno escucha el álbum Riding with the King, en el cual se conectan dos talentos del blues tan diferentes, comprende que allí radica en verdad el secreto de una buena interpretación.

Eric Clapton y B.B. King son sin duda los mejores guitarristas de blues de la escena actual. Ambos son intachables en cuanto a su arte, pero al mismo tiempo exhiben estilos diferentes que están determinados por raza, edad, entorno y mil cosas más. Si al grabar este disco los dos guitarristas hubieran centrado su atención sólo en la técnica el resultado habría sido algo similar al duelo: una exhibición competitiva de las proezas de cada uno y al final el oyente obligado a escoger un ‘ganador’. Pero a cambio han sabido aprovechar esas diferencias para enriquecer la música, al alternar ambos estilos.

B.B. King encarna la gran tradición del blues de Memphis. Con 75 años, fue uno de los primeros en utilizar la guitarra eléctrica y ayudó a expandir el blues lejos de las fronteras estadounidenses. Cuando King grabó su primer éxito, Three O’Clock Blues (1950), Eric Clapton era apenas un niño de 5 años que vivía muy lejos de allí, en Inglaterra. Pero no tardó en descubrir aquellas grabaciones y encumbrar a B.B. King como su héroe.

A comienzos de los 60, en Londres, Clapton era parte de un grupo de adolescentes blancos que querían tocar la música de los negros: el blues. King fue entonces una referencia constante, pero con un océano de por medio era imposible seguirle cada paso, así que el guitarrista británico terminó madurando un estilo propio.

Las diferencias afloran al escuchar Riding with the King: en tanto que la guitarra de Clapton suena como un aullido prolongado, la de King se asemeja más a minúsculos gritos (hay nombres técnicos para ello: glissando y vibrato, pero no vamos a entrar en minucias). El ingeniero de sonido ha hecho a este respecto un excelente trabajo con el estéreo, al colocar a Clapton en el canal izquierdo y a King en el derecho. Y ayudados por ese recurso técnico, entendemos la colaboración entre estos dos como un equivalente a la conversación afable, una armonía que nace del equilibrio entre dos diferentes puntos de vista del blues.

La primera vez que tocaron juntos fue en 1967, en el Café Au Go Go de Nueva York. Treinta años después se reencontrarían para grabar una canción del disco Deuces Wild (1997). Entonces supieron que a pesar de sus diferencias como intérpretes compartían una misma esencia como músicos. El punto de partida es el blues, que es lo mismo que decir que lo importante en este nuevo disco es el sentimiento.