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BODAS DE PAPEL

Por décimo año consecutivo, la galería Garcés Velásquez participa en la FIAC. Jim Amaral es este año el botón de muestra

9 de noviembre de 1987

Es como la Feria Exposición Internacional pero en lugar de Bogotá, en París; y en lugar de una muestra de la industria mundial, son diez días donde se negocia con arte, y en francos. Se trata de la FIAC: Feria Internacional de Arte Contemporáneo. Como todos los años, desde comienzos de los setentas, la cita es en el Grand Palais para que las galerías más importantes del mundo traten de imponer a sus artistas y tengan la oportunidad de crear un mercado fuera de sus propios países.
Para esto, cada una de las 138 galerias inscritas a la, FIAC 87 ha pedido por carta, con un año de anticipación, que se le adjudique un stand con tantas divisiones como le sean necesarias --siempre tapizadas o en gris o en blanco--, una mesita con tres asientos y todo el equipo de puntillas, cables y luces necesario para exponer sus cuadros. La víspera de su inauguración todo está listo para que los galeristas cuelguen las obras en los 58 metros cuadrados que les han sido asignados. De ahí en adelante --este año del 9 al 18 de octubre--, y en jornada de diez de la mañana a ocho de la noche, la paciencia y amabilidad, entre otras cosas, corren por cuenta de los expositores.
Este mismo cuento lo viene repitiendo desde hace diez años la galería Garcés Velásquez de Bogotá. Aseneth Velásquez, su directora, comentó a SEMANA: "La galería se inauguró en el año 77. Desde ese primer año con mi socio Alonso Garcés, nos fuimos derecho a la FIAC. Y era una cosa como absurda inaugurar galería y FIAC al mismo tiempo. Los primeros cinco años no vendimos un carajo, era una época en que simplemente mostrábamos". En esa oportunidad los conejillos de indias de estos galeristas fueron Santiago Cárdenas, Beatriz González y Eduardo Ramírez Villamizar. Fieles a su interés de trabajar con artistas de su misma generación y exclusivos de la galería, Garcés Velásquez llevó en el 78 a Luis Caballero y Beatriz González; en el 79 conformaron la terna Caballero, Beatriz González y Ramírez Villamizar. Para 1980 los elegidos fueron Olga de Amaral y Santiago Cárdenas; en el 81 acompañaron al veterano Cárdenas, Saturnino Ramírez y Bernardo Salcedo. Del 82 al 85 repiten Cárdenas, Salcedo y Saturnino Ramírez, y se iniciaron Becky Mayer, María de la Paz Jaramillo y Víctor Laignelet. Desde 1986 esta modalidad de llevar colectivas se simplificó. Entonces el "solo" le tocó a María de la Paz Jaramillo, y este año a Jim Amaral. El cambio obedeció a cuestiones de experiencia pues "definitivamente --comenta Aseneth Velásquez-- uno trabaja mucho mejor en el artista individualmente porque uno se concentra en una sola cosa para sacarla adelante". Estos mismos cambios los han sufrido otras galerías que van a la FIAC. En diez años las galerías que mantenían un tipo de arte muy cotizado --obras de Picasso o Braque, por ejemplo-- han pasado a llevar gente más joven, más contemporanea, que realmente muestre las tendencias de esta época y a la vez sirvan como termómetro de lo que está sucediendo en las artes plásticas de cada país.
Pero como resultado de la devaluación del peso colombiano, y de la subida del franco frente al dólar, lo único que no ha cambiado son los altísimos costos de ir a la FIAC. Además de tener que lidiar con esta devaluación, la galería Garcés Velásquez corre con los gastos del stand, del empaque y transporte de las obras, del seguro de las mismas, fuera, de pagar un impuesto de ventas al gobierno francés y otro al colombiano. Sin embargo, lo más complicado de todo es poder llevar los cuadros a la Feria, pues en Colombia existe una ley por la cual un artista no puede sacar sus obras del país porque son consideradas como patrimonio nacional. Si las saca, después de fotografiarlas y relacionarlas debidamente, las tiene que devolver pues de lo contrario la galería tendría que pagar más impuestos. Entonces, una galería que va expresamente a mostrar y a vender arte, vende un cuadro que no puede entregar al comprador hasta que no esté de vuelta en el país. "Esto es lo más absurdo, pues se considera que la obra de un artista vivo es patrimonio nacional y a la vez, la única forma como una obra se convierte en patrimonio nacional es adquiriendo importancia en el exterior. Así, la venta es un problema. Cuando vendemos, lo que hacemos es que volvemos a traer toda la obra para acá y luego, como entre un tubo, ésta vuelve a salir. Es ridículo, pero si por esto y por los costos dejáramos de ir, perderíamos todo el trabajo de diez años", aseguran los dueños de la galería.
Además de poderse codear con las galerías más importantes de Europa, Estados Unidos y Japón, y de tener la atención de miles de personas, de la prensa francesa --que sin grandes titulares siempre ha elogiado a las galerías y a los artistas colombianos--, la Garcés Velásquez tiene una razón más de peso para ir: el mercado europeo acepta con mayor facilidad la cultura latinoamericana que el norteamericano, y no tiene prejuicios. Si un pintor es bueno o malo, lo es como artista, no como latinoamericano. En cambio, escalar el mercado norteamericano es difícil pues siempre parten de la idea de que los latinoamericanos tienen que producir un tipo de arte primitivista, que esté de acuerdo con su desarrollo y su lugar en la lista de la deuda externa internacional. Encontrarse con artistas colombianos que estén completamente desarrollados y que sean buenos en cualquier parte del mundo, les impresiona mucho.
Por estos días, en el stand C-8, los compradores alemanes, franceses y japoneses, que son los más entusiastas consumidores del arte colombiano, podrán adquirir las obras de Jim Amaral, cotizadas en cinco mil dólares cada una, y hacer los contactos necesarios para adquirir obras de otros artistas colombianos que han estado en la FIAC. La galería decidió llevar a Amaral porque "su obra ha evolucionado mucho en estos últimos cinco años, y haciendo un recuento de su trayectoria, vimos que Jim Amaral es un pintor que no ha sido manoseado por la publicidad, que no es un lugar común, y que por esto mismo ha madurado internamente como artista, lo cual le permite ofrecer hoy en día una obra muy sólida, que ha pasado de los temas oníricos a imágenes más concretas, como estos bodegones que llevamos, sin perder la sensualidad y la línea impecable que siempre lo han caracterizado. Llevamos a Jim porque consideramos que es la madurez tanto de la galería, como del pintor".
Con esta muestra la galería Garcés Velásquez celebra sus diez años. Una década mostrando al mundo que el arte colombiano es de alta calidad y una buena inversión.--