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BODAS DE SANGRE

"Casada con la mafia", una comedia que se burla de las historias de gangsters.

13 de marzo de 1989

Dos hombres jóvenes y bien vestidos esperan la llegada del tren. Impacientes miran el reloj y echan de menos a otro personaje que aparecerá con pocos segundos de margen, mientras los demas pasajeros suben en desorden. El tercer hombre gordo y calvo será eliminado mientras el tren atraviesa un túnel oscuro. Será con un solo tiro, de una manera limpia y rápida, y hasta tierna porque, una vez ejecutado por los otros, recibirá un beso y una palmada, para que se sienta menos solo. Con esa escena cómica y violenta comienza la que puede considerarse una de las mejores comedias que veremos este año, "Casada con la mafia", dirigida por quien varios meses atrás logró una de las películas más originales y excitantes en Hollywood, "Totalmente salvaje", Jonathan Demme.
"Casada con la mafia" es la historia de una mujer, insatisfecha con la vida que lleva como esposa de uno de los matones principales de quien figura como jefe de esa organización que maneja negocios turbios, Tonny Russo, El Tigre. Una organización doméstica, que tiene su propio territorio, que respeta leyes no pactadas y echa mano del honor cuando los cadáveres sobrepasan el inventario cotidiano. Una organización que es ridicula pero peligrosa, con esposas de asesinos que se aburren, van a la peluqueria. Pasean sus perros y preparan interminables cenas con lasagña y vino tinto. Una organización que ni siquiera llega a mafia pero es temida por autoridades y ciudadanos. Y en el ojo de la tormenta está ella, la protagonista de esta historia, Angela DeMarco, interpretada con garra y sensualidad por esa excelente actriz que es Michelle Pfeiffer, la misma de "Las brujas de Eastwick", la misma de "Fuga al amanecer".
Jonathan Demme siempre había querido hacer una película sobre mafiosos. Pero de una manera divertida, sin el dramatismo de las historias contadas por Fuller, Coppola o el mismo Brian de Palma. Quería que su película tuviera "un profundo sentido del humor, que los espectadores se divirtieran con ese pequeño mundo de hampones que se matan entre ellos por tener a una mujer, quería burlarme de esos códigos de honor, de esos pactos de sangre que se deshacían como se hacían, en las cocinas de las pizzerías. Por eso, comprendí que solo el género de la comedia de humor negro podía darme los elementos para que la sátira fuera más devastadora".
Por eso el personaje de Angela DeMarco, que aparentemente nada tiene que ver con el que interpreta Melaine Griffith en la comedia anterior de Demme, "Totalmente salvaje", es fuerte, valiente, decidida, rebelde y cuando le matan el marido, cuando siente que su último lazo con la mafia está aparentemente suspendido, decide escapar con el hijo y el perro, lejos de esos besos traicioneros, lejos de sonrisas que se convierten en balazos, lejos de ese Tigre que sólo la busca para su cama, en medio de los celos salvajes de una esposa que grita y chilla.Porque así son las esposas auténticas de los hampones, celosas y destructoras hasta el final, capaces de matar para conservar su hombre. Angela no puede vivir, sofocada, en ese ambiente dominado por machos italianos que se preocupan más por el peinado con brillantina, los zapatos bien lustrados y la cocina llena de ollas hirviendo con pasta. Machos para quienes matar al otro es algo natural, aunque sea el amigo que pocas horas antes compartia chistes y copas comunes .
Ese mundo machista y pendenciero es retratado con acento vitriólico por Demme, un realizador agresivo, que usa la música para resaltar los estados de ánimo de sus personajes, que utiliza los diálogos como prolongación de la naturaleza de sus machos asesinos, que juega con el honor, la fidelidad, el valor, y otras nociones indispensables en ese mundo de tontos elegantes.
Los hampones de "Casada con la mafia" son ostentosos, lobos, celosos, impositivos y temerarios, además de mediocres. En un mundo como ese, una mujer inteligente como Angela no podía quedarse tranquila.Escapa, y gracias al humor negro, a la ironia y a todo el veneno que el excelente guión aportado por Mark Burns y Barry Strugatz alcanza a desarrollar, se enreda con la última persona de la tierra con quien debería cruzar una sola palabra, ese agente del FBI que la está investigando a ella y sus amigos mafiosos. De ahí en adelante, Angela se ve abocada a una serie de situaciones cómicas, divertidas e insólitas que el espectador sólo puede recibir a carcajadas limpias y sonoras, porque sabe que pocas veces había tenido la oportunidad de burlarse de alguien con tantas ganas.
Este es el año de Michelle Pfeiffer y también de la película de una hermosa actriz, quien está acompañada por el joven Mathew Modine (apareció en "Nacido para matar"), el agente Dean Stockwell como "El Tigre mafioso", Mercedes Ruehl como la celosa esposa del jefe y otros actores que le dan vida a una comedia sensacional, que se burla de ella misma que tiene la capacidad tremendista de hacer dudar de historias, personajes y situaciones vistas antes en el cine con mafiosos más serios y más dramáticos, menos ridículos, menos humanos, menos divertidos también.