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Daniel Samper Pizano ya había incursionado en la historia cómica en su libro ‘Lecciones de histeria de Colombia’. | Foto: Daniel Reina

LIBROS

Cursillo cómico de historia

La biografía de la Tierra, contada por Daniel Samper Pizano e ilustrada por Matador.

Luis Fernando Afanador
5 de diciembre de 2015

Daniel Samper Pizano
Breve historia de este puto mundo
Aguilar, 2015
267 páginas


La creación del universo tiene algo de absurdo así haya sido una explosión, un surgimiento del vacío o una creación de Dios. No menos absurda -o azarosa- fue la creación de la Tierra y en ella de la vida, las especies y en particular la de un homínido llamado el homo sapiens. Por eso, hasta ahora, la historia del mundo, con toda la razón, nos había despertado asombro. ¿Pero risa? No que yo supiera: nunca antes había leído una historia del mundo en clave de humor: “Un poco más tarde apareció una versión mejorada del ‘Homo sapiens’, el ‘Homo sapiens sapiens’, que era como quien dice un ‘Homo sapiens’ Plus o un ‘Homo sapiens’ VIP. Como ocurre con los iPhone y las tabletas, aún hoy siguen circulando las dos versiones. Son muy parecidas por fuera, pero el ‘Homo sapiens’ y el ‘Homo sapiens sapiens’ se distinguen sobre todo por el amor del segundo al fútbol de calidad y la afición del primero a los manuales que pretenden revelar el secreto de la felicidad”. Demasiado frívolo contar la historia del mundo y de la humanidad, semejante maravilla y semejante drama, haciendo chistes, podría argumentar alguien. ¿Y cómo más si es tan dramática?, me imagino que se dijo el autor de Breve historia de este puto mundo, que por cierto, usa la castiza palabra puto según lo define el diccionario de la Real Academia, que él acoge en su primera acepción: “Calificación denigratoria”. Puto mundo como quien dice: “Aquí nos tocó, en este puto mundo y no tenemos más alternativa que reírnos”.

Creo que el acierto de este puto libro –ya diré por qué “puto”- consiste en tratar la historia con rigor: las fechas y los acontecimientos son verídicos, serviría incluso como texto pedagógico. El autor dice que se leyó alrededor de 80 libros de historia para hacer el suyo, pero puede estar chicaneando: yo no conté más de 15 citas de historiadores. Por cierto, a Ernst Gombrich, quien escribió Breve historia del mundo, todo un clásico de las lecturas amenas e introductorias a la historia, le echa su vainazo por empezar su narración con los egipcios y no con los sumerios. Daniel Samper Pizano: ¡dejémonos de vainas! Lo cierto es que la gracia consiste en combinar la veracidad con la exageración o el apunte gracioso: el humor opera simplemente como interpretación posible. Y a propósito de los sumerios, quienes además de ser el primer ejemplo de civilización, inventaron la escritura sobre pequeñas tablas o tejas de arcillas que contenían documentos públicos, literatura y notas de la vida cotidiana. La fecha es cierta, la escritura cuneiforme es cierta, pero el hipotético contenido de su mensaje es desopilante: “Déjeme una teja con sus datos que yo lo busco”. Y como los sumerios también inventaron los primeros refranes y proverbios, la oportunidad está servida: “Ya que vamos a morir, gastemos; pero, ya que viviremos muchos años, economicemos”.

¿Cómo tomar en serio a Napoleón Bonaparte? En una carta desde Italia, donde se encontraba en una campaña, le escribió a su amada Josefina: “Un beso en su corazón y otro un poco más abajo, mucho más abajo”. Los personajes históricos también ponen su cuota de humor.

No obstante que los comentarios humorísticos no cesan a lo largo del libro, me pareció percibir un descenso de la hilaridad a partir del descubrimiento de América. Es entendible: seguir de cerca el desarrollo histórico, el perfeccionamiento del arte de matar y destruir, es difícil aún para el más avezado de los humoristas. El autor parece más “puto” que divertido con el mundo. Su humor se ennegrece un poco. El capítulo final –que nadie me vaya a acusar de spoiler, el mundo no se ha acabado todavía- donde especula acerca del futuro que nos espera es bastante sombrío y pesimista: parece escrito por Cioran. Hasta vemos a un gobernante oprimiendo un ‘botoncito rojo’. Sí, el autor delata inocentemente su edad: pertenece a la generación de la Guerra Fría. Aunque, siendo justos, debo decir que consigue superar su pesimismo y nos entrega un jocoso apéndice: “12 de octubre 1492- Colón escribe en su diario: ‘Un marinero anuncia que ha divisado tierra. ¿Para qué quiero yo tierra? Yo busco oro, hoder, oro…’”.