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Los autorretratos que la gente se toma en su casa y frente a un espejo son el tema central de esta muestra de Joan Fontcuberta. Él cree que la fotografía hoy vale por lo que comunica, no por su calidad.

FOTOGRAFÍA

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Entre las 26 exposiciones que trae este año Fotográfica Bogotá sobresale la del teórico y fotógrafo español Joan Fontcuberta, con autorretratos rústicos de internautas y fotos encontradas a través de Google.¿Por qué este artista cree que en este tipo de obras está el futuro de este arte? SEMANA habló con él.

7 de mayo de 2011

Hace más de dos años que Joan Fontcuberta no entra al cuarto oscuro en el que revelaba sus negativos. Pese a que lo añora, está convencido de que hoy, en medio del aluvión de imágenes que aporta Internet, el oficio del fotógrafo ya no tiene que ver necesariamente con la creación. Este artista, fotógrafo y reconocido teórico -ha sido profesor de Harvard- es un nombre obligado a la hora de analizar cómo hoy se producen y se consumen las imágenes. Vino a Colombia con motivo de una nueva edición de Fotográfica Bogotá, dictó varios talleres en la Universidad Nacional y dejó instalado su trabajo más reciente, en el que no hay ni una sola fotografía tomada por él.

Se llama A través del espejo y estará en la Casa de Moneda del Banco de la República hasta el 27 de junio. Su tema central son los autorretratos que la gente se hace frente al espejo y que luego sube a Internet. Tiene a varios asistentes dedicados a rastrear la red en busca de imágenes que luego utiliza en sus Reflectogramas: composiciones hechas con autorretratos de internautas disponibles en sitios de libre acceso. Veinte máquinas proyectan cada una de estas 150 fotografías en un lapso de dos segundos para producir una idea de saturación que destila narcisismo.

Los Googlegramas son el otro eje de la muestra. Se trata de mosaicos hechos por un programa a partir de imágenes que encuentra en Google luego de que se le ingresan varios criterios de búsqueda, todos en torno a un mismo tema. Por ejemplo, el Googlegrama Prestige es una visión del naufragio de este barco en 2002 hecha a partir de imágenes que encontró el buscador de los episodios más sonados de naufragios de barcos petroleros desde 1960.

Para Fontcuberta este tipo de representaciones tienen un antecedente en pinturas del manierismo y el barroco. "En esa época se introducía la perspectiva del espejo para generar un juego de imágenes dentro de las imágenes o un reflejo dentro del cuadro pintado. También se incluía en él el propio pintor", recuerda. Sin embargo, hoy, a su juicio, el juego busca algo más profundo: "Sustituir la realidad tangible".

Tantas personas paradas frente a su espejo, muchas en actitud seductora, dejan también la pregunta de por qué esa obsesión contemporánea por retratarse y luego colgar la imagen en Internet. "Creo que cada vez hay más deseo de construir y gestionar la identidad", asegura Fontcuberta. Añade que "hoy vivimos en una sociedad que gira en torno a la pulsión de mirar. La consecuencia es el crecimiento del voyerismo, que aquí se alía con el exhibicionismo". Todo esto trae consigo lo que él define como "una nueva estética de la imagen fotográfica propiciada por esa circulación trepidante de imágenes". Por último, no se puede pasar por alto un ingrediente de ficción. "Cuando alguien se para frente al espejo se pone una máscara, teatraliza su propia apariencia".

También hay que notar, advierte, cómo estas imágenes son posibles gracias al surgimiento del "hommus fotográfico", que ha emergido en los últimos años para masificar la fotografía. "Hoy todos llevamos una cámara y hacemos fotos aceptablemente decentes o al menos que satisfacen necesidades. La fotografía se ha convertido en un gesto espontáneo, sencillo, rudimentario, elemental; su lenguaje pasa a ser compartido por mayor número de gente. Esto cambia el panorama".

Todo esto da origen a una "estética vernacular, con errores, accidentes, imperfecciones", como la de los autorretratos, que, asegura, no tienen mayor pretensión, lo que les permite circular más rápido. Esto ocurre, según Fontcuberta, "a la par que la fotografía de los profesionales y los artistas parece haber tocado un techo: se ha convertido en un círculo vicioso". En su opinión, imágenes de este tipo, hechas por aficionados, resultan "espontáneas, frescas, capaces de introducir elementos nuevos e imprevistos que pueden renovar el lenguaje fotográfico".

Hacer mosaicos a punta de imágenes de Google, proyectar miles de imágenes creadas por desconocidos, va en sintonía con cambios profundos en la forma de concebir la fotografía, que Fontcuberta tiene claros. "En Internet la circulación de las imágenes prevalece sobre su contenido. El gesto de enviarlas tiene un significado en sí. Antes, las fotografías eran depósito de memoria, pensemos en el álbum familiar. Hoy son más un acto de comunicación". Por eso, sostiene que crear, para él, tiene que ver más con decidir, con "asignar sentido", lo que hace con sus Googlegramas. "Ante la saturación de imágenes se impone una actitud ecologista que frena la producción de imágenes basura y más bien nos orienta a reciclarlas asignándoles significados nuevos". Detrás de esto hay una revolución. "Yo aquí planteo que el autor no es el que hace la imagen, sino el que la usa, algo que nos va a traer muchos problemas con mis colegas". Con estas nuevas reglas de juego, las imágenes son cada vez más etéreas, ya no tienen la misma pretensión de perdurar, algo que no asusta a Fontcuberta. "Estamos en un periodo de revisión de la disciplina, como si hubiéramos tocado fondo. Ante los cambios solo hay dos opciones, quedarnos en la nostalgia o ver cómo le sacamos provecho".