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'Bye bye' Brasil

La primera novela de Daniel Samper recrea al Brasil de la dictadura militar y el 'bossa nova' de los años 70.

Luis Fernando Afanador
28 de abril de 2003

Daniel Samper Pizano

Impavido coloso

Alfaguara, 2003

227 paginas




Para algunos detractores de la novela, este género consiste básicamente en desayunar, almorzar y comer con unos personajes durante cerca de 400 páginas. Impávido coloso, la primera novela de Daniel Samper, no aspira a tanto: tiene escasas 217 páginas y sólo nos propone acompañar durante unas semanas a un grupo de periodistas en su viaje por el Brasil de los años 70.

Carmelo Camacho, un veterano y cincuentón periodista colombiano, será el protagonista de la obra. El, junto con el argentino León Finkelstein, el mexicano Nicanor Jiménez y varios periodistas más han sido invitados por el gobierno para ver de cerca lo que se conoció enntonces como "el milagro económico brasileño".

La disculpa es la Feria Brasil Export 72. "Generosamente", la dictadura del general Emilio Garrastazu Médici les tiene reservado un exhaustivo periplo: Sao Paulo, Brasilia, Salvador, Recife y Rio de Janeiro. Es decir, fábricas, petroquímicas, carreteras transamazónicas. También, soporíferos documentos y exposiciones con funcionarios que tratarán de demostrarles las maravillas de la economía brasileña. En la primera rueda de prensa con el ministro de Economía, Delfim Neto, les quedará claro de qué se trata el asunto: "El pastel debe crecer antes de que podamos repartirlo". Y aún más claro que no serán de buen recibo preguntas incómodas acerca del costo social del pastel, el enriquecimiento de los pasteleros y el tratamiento represivo que se les está dando a quienes piden otro tipo de comida.

El crítico e insobornable León Finkelstein, de La nota económica de Buenos Aires, será el aguafiestas del paseo y el encargado de poner en evidencia la farsa del ministro y su didáctica torta. Pero para eso, para acallar conciencias indóciles, la dictadura ha dispuesto una chequera pródiga en gastos de atención a los ilustres invitados, con bar libre incluido. Caipirinha, mucha caipirinha; algo de "Futebol" -en esos días se realiza la Copa Independencia- y, por supuesto, hermosas funcionarias como Minerva María y Regina Campos Barbosa.

Esta última, una garota morena y de ojos verdes, flechará al curtido y escéptico Carmelo Camacho: Eu sei que vou te amar/ Por toda a minha vida, eu vou te amar. Una pasión con remotas probabilidades de éxito: la inteligente y culta Regina dejó un novio gringo en Brasilia y ya tiene pretendiente en el tour periodístico: Sergio Pinheiro, un apuesto compañero de trabajo que parece un defensa central del Botafogo. Y por si fuera poco el handicap, Regina le ha asignado a Carmelo Castillo el papel más humillante que una mujer bonita puede otorgarle a un hombre enamorado: el de confidente sentimental. La conquista de Castillo será el otro hilo conductor del relato. Y el bossa nova, la nostálgica música de fondo que lo acompañará. Tristeza nao tem fim/ Felicidade sim.

Impávido coloso es una novela muy bien escrita. Tal vez, como me dijo alguien, no revolucionará la literatura colombiana (ni la brasileña, agregaría yo, en la que por cierto el autor juega de arriesgado visitante: podría hablarse de un honroso empate en tan difícil plaza literaria), pero se lee sin esfuerzo y tiene muchos aciertos. Como el de sus diálogos y sus personajes, bastante queribles: el patético Jiménez, el valiente Finkelstein. No es un mal programa desayunar, almorzar y comer con ellos durante unas semanas; descubrir los encantos del arriesgado guaraná con vodka y a ese extraordinario pensador que es Millor Fernández. Y, de paso, no olvidar aquella época de las siniestras dictaduras latinoamericanas de los 70.

Un buen debut el del tardío Samper novelista. Aunque, a veces, su tímido apego a la convencional tercera persona -¡otra novela más en tercera persona! diría Fernando Vallejo- y su estructura lineal hacen que el fantasma de lo predecible asome amenazante en algunas de sus páginas, pese a la gran expectativa de conocer la inescrutable última palabra de la bella garota.