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CABALLERO REPITE

La presentación serigráfica de uno de sus trípticos en el Museo de Arte Moderno de Bogotá sirve de anuncio a la exposición que en los próximos meses presentará Luis Caballero en Colombia.

3 de abril de 1995

LUIS CABALLERO vuelve a Colombia. En los próximos meses, sus dibujos más recientes colgarán de las paredes de la Biblioteca Luis Angel Arango, de Bogotá, para calmar la sed de miles de seguidores que anhelan desde hace años el retorno de quien es considerado uno de los artistas más importantes del siglo en Colombia.
Pero mientras Caballero retorna a poblar con sus dibujos los salones de exhibición, otro acontecimiento no menos interesante suce de esta semana, cuando se presente, en el Museo de Arte Moderno, de Bogotá, la serigrafía de uno de sus trípticos, para muchos el más emocionante de todos, aquel pintado por Caballero en 1977, inspirado en el cuadro La balsa de la Medusa, del pintor francés del siglo XIX Teodoro Gericault.
El trabajo es de Luis Alberto Calvo, un hombre con 20 años de experiencia en el oficio de la serigrafía, de los cerca de 25 que lleva de introducido el oficio en el país. Partiendo de la premisa de que las obras monumentales hay que difundirlas, Calvo fue elaborando su propio espacio en una de las más antiguas técnicas de impresión. Luego de haber pasado de taller en taller, aprendiendo el arte y creando un lenguaje, logró construir el suyo -Byblos ediciones- para darle rienda suelta a la idea que desde hace tiempo le daba vueltas en la cabeza. Esa idea era la de lograr reproducir, con una calidad que incluso puede llegar a superar el original, obras maestras de la pintura nacional, en formatos de un tamaño nunca antes utilizado.
Su primera obsesión fue Luis Caballero. Una visita a la sala de exposiciones de la Biblioteca Luis Angel Arago en 1991, donde se exhibía una completa retrospectiva del autor, fue suficiente para que Carlos Alberto diera por descontado que algún día la obra de Caballero pasaría por sus tamices. La cosa no era fácil, tanto que demoró cuatro años madurando la idea. Al fin y al cabo se había enamorado de un tríptico de 1.95 por 3.90 metros."Me interesé por él, dice Calvo, porque es quizás la obra más elaborada de Caballero. En ella está expuesta toda su técnica, su trato de los colores y su trazo. Pero hace cuatro años no existía en la serigrafía colombiana un formato de esas dimensiones. Por eso, lo primero que me tocaba hacer, antes de abordar la obra, era construir un taller".
Y así lo hizo. En Guaymaral cerca de Bogotá pero lejos de su congestión, Carlos Alberto Calvo montó, en compañía de Germán Castro, su socio en estas andanzas, su propia editorial serigráfica, un taller diseñado por él mismo y sus colaboradores, ideal para manejar grandes formatos.
Reproducir a Caballero, en una serigrafía que alcanzó dimensiones de 1.62 por 3.21 metros, no sólo era difícil por el formato de la obra seleccionada. Es, según Calvo, una obra perfecta en su concepción, en su composición y en el manejo del color. Demasiado compleja para trasladarla a la serigrafía sin mucho trabajo. Esta técnica, la más artesanal pero por eso mismo la que más conocimiento requiere, está basada en la técnica más elemental de impresión, inventada por los chinos hacia el siglo VIII a.C.: tinta, papel y un trozo de tela tensado sobre un bastidor. Para obtener la reproducción de la obra completa, es necesario imprimir prácticamente color por color hasta el resultado final. Cada impresión de color es una tirada. Para el tríptico de Caballero fue necesario realizar más de 30 tiradas por cuadro; es decir, cerca de los 90 por el tríptico completo.
Pero para llegar a este proceso final, por obvias razones Calvo tuvo que desvertebrar el original, para analizarlo en cada una de sus secciones, en sus trazos, en los colores utilizados por el autor, en fin. . . en su compleja estructura interna, un proceso que envidiarían los críticos de arte. "Casi se podría decir, comenta Calvo, que el impresor desnuda literalmente la obra para llegar a sus más profundas raíces Esto, por sí solo, ya aproxima al impresor al oficio de ser artista. Además de conocer la obra y el autor con una rigurosidad extrema, el impresor debe ser también un creador para interpretar el original con fidelidad".
De esta manera, la serigrafía hace posible suspender por un momento la obra en el tiempo, lo cual, de alguna manera, permite hacer reproducciones más perfectas que el propio original. "La idea con el tríptico de Caballero era hacer una aproximación lo más cercana posible al original. Pero la otra opción es facilitarle al artista un lenguaje de posibilidades ilimitadas en su creación. Uno de mis principales objetivos es invitar a los artistas a crear por medio de la serigrafía, adquirir su lenguaje y transformarlo".
El otro es el que logró con el tríptico de Luis Caballero, una reproducción fidedigna de un original que bien valía la pena ser interpretado. "Que la serigrafía cause la misma emoción que el onginal sería el logro definitivo, dice Calvo. Pero eso lo debe decidir el público". En total el tiraje será de 50 reproducciones, todas firmadas de puño y letra por el autor y autenticadas ante notario.
Con todo, la obra gráfica de Carlos Alberto Calvo sirve de anuncio del retorno de la obra de Luis Caballero a las salas de exposición colombianas. Y este solo anuncio ya es motivo suficiente de alegría.