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CABO DE MIEDO

En una producción digna de su estilo, Martín Scorsese explora finamente el terror sicológico.

4 de mayo de 1992


A MARTIN SCORsese le gusta atacar la moralidad por todos sus flancos. Seduce al espectador hasta llevarlo a cuestionarse seriamente sobre sus preceptos éticos y sobre sus conductas. Este sugestivo estilo cinematográfico lo utilizó en su escandalosa película "La última tentación" y lo hizo también evidente en "Taxi Driver" y "Buenos Muchachos".
En su más reciente producción, Scorsese introduce una variable que le sirve para seguir instigando: la figura de un sicópata asesino (Robert DeNiro) que se convierte en la desgarradora conciencia de un abogado californiano, que faltó a la ética cuando lo defendió ante un tribunal que le acusaba de violar a una adolescente. Al cumplir su condena, el sicópata Max Cady vuelve para tomar venganza. Una venganza lenta y despiadada: la de maltratar a su familia, sin tocarlo.
El suspenso sicológico utilizado por Scorsese le valió a Robert DeNiro una nominación al Oscar como Mejor Actor y otra a la actriz Juliette Lewis como Mejor Actriz de Reparto. Lewis hace el papel de la hija de Sam Bowden, el abogado defensor. La relación entre ella -una adolescente de 15 años- y el sicópata, en donde la atracción y la repulsión, el amor y el odio, se confunden, es uno de los mayores logros de esta película. Una película en la que fácilmente se mezclan el bien y el mal de tal manera, que es difícil diferenciar cuál es cuál. -