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CALLATE CORAZON

"Te amaré en silencio", un viaje al fondo del amor de sordomudos.

20 de abril de 1987


Este próximo lunes 30 de marzo en Los Angeles, en medio de la multitud de estrellas, curiosos, espectadores, ganadores y perdedores en la competencia por los Oscares, habrá una muchacha, Marlee Matlin, quien permanecerá muda y sorda ante el estruendo provocado por su presencia entre las cinco actrices nominadas a la mejor del año, al lado de veteranas como Jane Fonda, Sissy Spacek, Kathleen Turner y Sigourney Weaver, por películas como "La mañana siguiente", "Crimenes del corazón", "Peggy Sue se casó" y "Aliens". La candidatura y casi seguro Oscar para la Matlin se lo debe a "Te amaré en silencio", una crónica amarga y tierna sobre el universo silencioso de Sarah Norman, quien desde niña aprendió lo que significa ser relegada por los mayores y más tarde, utilizada por los amigos, sólo porque es sordomuda. En la vida real, la actriz también lo es.

Se ha ido formando una especie de culto alrededor de esta película, no sólo por los millones de personas que comparten la aparente limitación física con la protagonista y sus compañeros, sino por el descubrimiento por parte de los que tienen sus sentidos plenos, de ese universo sorprendente de los sordomudos, y además, la película se acerca a esos personajes sin sentimentalismo, sin trampas, con una dignidad que permite aceptar todas las posibilidades dramáticas de una historia que arranca cuando el nuevo maestro (interpretado soberbiamente por William Hurt, también nominado al Oscar por este papel), aparece en ese colegio especializado, se topa con un director para quien las cosas deben seguir como están y descubre que limpiando pisos y trapeando salones se halla una muchacha sensual y hermosa, quien voluntariamente ejerce esos oficios humildes sólo por tender una muralla alrededor de su soledad. No quiere que nadie la toque, no quiere que nadie le hable, no quiere que la corrijan y prefiere encerrarse después de haberse entregado a numerosos muchachos, sólo para demostrarles que ella era igual a las demás mujeres, que sentía lo mismo y que sufría también.

La película reconstruye el itinerario que emprenden el maestro y la alumna rebelde, la búsqueda de elementos comunes, la identificación de esa zona donde coinciden sus gustos y sus fantasmas, la exploración de nuevos signos para que la comunicación sea menos áspera, menos dolorosa. Parte de una popular pieza de teatro, Children of a Lesser God, escrita por Mark Medoff, quien se ganó tres premios Tonys y coescribió el guión con Hesper Anderson.

Marlee Matlin aparece por primera vez en el cine, luego de trabajar en algunas piezas escritas y representadas especialmente para sordomudos. La directora, Randa Haines, también es debutante y gracias a cierto machismo velado en la Academia de Hollywood, a pesar de que su película tiene cinco nominaciones a Oscares, incluyendo la de mejor del año, su nombre no figura entre los cinco directores escogidos. Fue reemplazada por el inglés David Lynch por Blue Velvet, una pervertida crónica en la cual Isabella Rossellini es torturada hasta el orgasmo.

La intensidad y dramatismo logrados por Marlee Matlin son sorprendentes, y consigue transmitir al espectador todas las sensaciones que está viviendo no sólo en ese exilio voluntario sino al descubrir en la persona del nuevo maestro, una posibilidad de expresar todo cuanto ha guardado durante esos años de silencio forzoso. Hay una escena clave en la película para comprender y valorar mejor las relaciones entre ambos (en la vida real son marido y mujer): cuando él decide escuchar música, se lo dice a ella, ella se marcha a un rincón, él comienza a oír un concierto y de golpe ya no le encuentra gusto, descubre que ella no está escuchando y se siente incompleto, insolidario y detiene el disco y se lo dice y le cuenta cómo es la música. En momentos como ese, que son numerosos, la película se agiganta. -