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Camino a casa

En la nueva película del maestro chino Zhang Yimou, un hijo recuerda la historia de amor de sus padres.

Ricardo Silva Romero
10 de septiembre de 2001

Director: Zhang Yimou
Protagonistas: Zhang Ziyi, Zheng Hao, Zhao Yuelin, Li Bin, Sung Honglei, Chang Guifa

Se sobrevive a las peores tragedias, a los peores regímenes de la historia, quedándose en la casa. Eso quiere decir Zhang Yimou, unos de los grandes maestros del cine contemporáneo, con esta película, Camino a casa, que es tan delicada, tan precisa, tan emocionante como una cajita de música. Para vivir la vida, basta una habitación y otra persona. Se puede oír la misma voz todos los días, a la misma hora, durante 40 años. El resto, dice el director, es hacer parte del mundo: preparar la comida en la cocina, recoger los dos baldes de agua, tejer y destejer una bandera roja. Las grandes aventuras no existen.

Luo Yusheng vuelve a su casa, en un presente en blanco y negro, porque su padre ha muerto. Zhao Di, su madre, no para de llorar y está empeñada en cumplir con todas las tradiciones funerarias que existían antes de la llegada de la Revolución Cultural: el cadáver debe volver a su casa, debe viajar por el mismo camino de siempre, cargado por un grupo de hombres y envuelto en una manta tejida por la viuda, desde la ciudad hasta el pueblo en donde pasó los últimos 40 años de su vida. Yusheng trata de persuadir a su madre recordándole que los tiempos de las pequeñas escuelas y los grandes aprendizajes ya han terminado, y demostrándole que el dinero le ha quitado el lugar a los pocos valores que quedaban, pero pronto, cuando recuerda en colores la historia del romance de sus padres, cae en cuenta de que lo único que puede hacer es apoyarla.

Ella no va a ceder. Ella es otro tipo de persona. Ella se enamoró de Lui Changyu, el recién llegado maestro de la nueva escuela, la primera vez que lo vio, y lo esperó día por día, bajo el sol y la lluvia y la nieve, hasta que él le devolvió una sonrisa. Porque, ¿quién, en sus cinco sentidos, podría haberle negado esa respuesta a una cara como esa? Zhang Yimou, el director de la película, se encarga de seguir todos los movimientos de Zhang Ziyi, la estupenda actriz de El tigre y el dragón, para que nos enamoremos de ella, para que le exijamos al bondadoso profesor que se voltee a mirarla, para que la acompañemos en su angustia cuando trate de alcanzar esa carreta.

Con su anterior película, la excepcional Ni uno menos, Zhang Yimou ya había conseguido contar una historia sencilla y conmovedora, sin alardes ni efectismos, “en contra de las tendencias del cine chino” y “totalmente en contra de la lógica del mercado”. Esta vez, sin embargo, su crítica a un mundo “obsesionado con el dinero” y su homenaje al aprendizaje, que según él “se está devaluando una vez más” a pesar de que “todos entienden el principio de que el conocimiento es poder”, llega a puerto sin excesos ni alargues y con la tranquilidad de que aquel que no comprenda el dolor de fondo del relato, al menos volverá a la casa con una bonita historia de amor en la cabeza.