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CAMUS, VUELVE Y JUEGA

Nuevas revelaciones sobre los últimos años de Albert Camus, en el tercer volumen de sus "Carnets".

26 de junio de 1989

Uno de los grandes misterios literarios de los años sesenta, lo que pensaba y sentía un escritor que habría de morir a los 47 años, después de haber ganado el premio Nobel, acaba de ser develado por la editorial Gallimard al publicar en París, para sorpresa de todos, el tercer volumen de los ya míticos "Carnets" de Albert Camus.
Pocos intelectuales y hombres tan controvertidos como éste y los textos que abarcan sus últimos nueve años de vida han conmocionado a críticos y lectores, para quienes la figura del narrador, ensayista, futbolista y filósofo argelino sigue siendo una de las más importantes de este siglo, a pesar de su postura difícil sobre el casó de la independencia de Argelia y su polémica con Jean Paul Sartre, de quien llegó a ser uno de sus mejores amigos.
Los dos primeros volúmenes de estos "Carnets" aparecieron en 1962 y 1961 y el tercer libro incluye textos que van de marzo de 1951 hasta diciembre de 1959, porque el escritor se mataría en un accidente automovilístico el 4 de enero de 1960. Para los analistas y fanáticos del pensamiento de Camus, esta edición es todo un hallazgo. Ese período, que va de 1951 a 1959, es el más oscuro, difícil, espectacular y misterioso, según afirma el crítico español Rafael Conte, aunque lo peor de su vida ya quedó atrás Los sinsabores de su tortuosa infancia en Argelia, sus matrimonios, los estudios,la búsqueda afanosa de un trabajo para sobrevivir y su participación en la resistencia durante la Guerra sirven de apoyo moral para el trabajo que sigue desarrollando.
Los "Carnets" reflejan esa época difícil de manejar. Ya publicó dos novelas, "El extranjero" y "La peste" tiene ese ensayo maravilloso llamado "El mito de Sisifo" y obras de teatro que son montadas en todas partes como "El malentendido", "Calígula" y "Los justos", además de su trabajo como periodista en "Combat", colocándose como uno de los intelectuales más activos y polémicos en Europa.
Pero cuando comienzan los años cincuenta todo ese brillo, toda esa gloria parecen temblar ante las circunstancias personales y políticas que se van presentando. Camus publica el ensayo que habría de enemistarlo con toda la izquierda amiga de los marxistas en Francia y Europa, ese ensayo titulado "El hombre rebelde", que muchos años después guarda todavía una enorme actualidad, porque muchas circunstancias siguen siendo las mismas. Camus plantea una rebeldía total, una búsqueda personal de decisiones que lo enfrentaban a maquinarias pesadas y sordas. Pide el ejercicio de una moral laica y un individualismo radical y eso chocaba ruidosamente con la ceguera de numerosos dirigentes marxistas. Pelea con su gran amigo y consejero, Sartre, y eso lo amargó profundamente. Y como si fuera poco, se estaba gestando el movimiento de independencia de Argelia y el escritor fue incapaz, por sentimentalismos que ahora son más fáciles de entender, de guardar distancia ante el proceso militar y político que sus paisanos estaban adelantando. Fueron años difíciles, controvertidos y estos "Carnets" ahora publicados así lo reflejan. Desaparece "Combat", Camus sigue trabajando en proyectos teatrales, tiene serios conflictos sentimentales, avanza en obras estupendas como "La caída" y "El exilio y el reino", trabaja para que Argelia no rompa del todo con Francia y plantea, en medio del repudio de todos, una tregua civil que acabe con las bombas y las ejecuciones (Pontecorvo logró un retrato cruel y verídico en su amarga película sobre ese período y en un momento dado, cita a Camus), y en 1957, cuando recibe el Premio Nobel de Literatura, numerosos críticos franceses se burlan de él y la revista "Arts" llega injustamente a titular la noticia así:"El Nobel corona una obra sin futuro".
Este tercer volumen de "Carnets" refleja toda esa angustia y el escritor se refiere a nuevos planes, a proyectos de otros libros, a la novela "El primer hombre" que, igual que la nunca publicada "La cordillera", de Juan Rulfo, se ha convertido en una referencia obligatoria y mítica. También se refiere a sus viajes por Argelia, Holanda y Grecia y,como afirma Rafael Conte, es una publicación que no aclara nada más, no concede secretos de importancia, sólo sirve para iluminar el combatte de un hombre solitario, lúcido y honesto, un artista riguroso que también fue un testigo de este siglo.
Estos "Carnets" no pueden catalogarse como un diario intimo. Son más bien apuntes, notas de trabajo, planes, esbozos, anotaciones sobre la polémica con Sartre, alusiones a España, reflexiones sobre el mundo árabe de su infancia, la intención de escribir dos obras de teatro sobre Fausto y Don Juan y frases como éstas:
-"La verdad no es una virtud, sino una pasión. De ahí que nunca sea caritativa";
-"Hay que vivir siempre en y para la verdad";
-"El premio Nobel me produce un extraño sentimiento de hundimiento y melancolía. A los 20 años, pobre y desnudo, he conocido la verdadera gloria. Mi madre";
-"No creo en Dios y no soy ateo ".
El misterio de todo cuanto pensaba Camus en esos últimos años de su atormentada vida está develado en este tercer volumen de sus "Carnets". Contiene las sombras que le hacían falta al retrato de un escritor que sigue siendo vigente.