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¡CHE, FENOMENO, EL DESTAPE!

La cultura argentina, después de 7 años de censura, experimenta el fenómeno del destape con sus mases y sus menos.

23 de abril de 1984

Al igual que la cigarra de la canción de Mercedes Sosa, la cultura argentina renace después de siete años bajo la tierra. Desde que se vislumbró la caída del régimen militar, después del estruendoso fracaso en Malvinas, comenzaron a surgir los primeros susurros, desarticulados y aún temerosos, del sentir popular.
A medida que la dictadura se fue desprestigiando y la vía democrática se presentaba cada vez más, como la única salida, estos murmullos fueron creciendo hasta que, al darse el cambio institucional, se convirtieron en un grito colectivo de libertad que estalló en mil formas diferentes: desde las más sofisticadas, como un tanto de Piazzola -quien regresó al país- hasta la más burdas como los cánticos ensartando insultos contra los militares, uno tras otro.
Después de las elecciones el 30 de octubre, salió a la luz primero que todo, y con gran vigor, el destape sexual. Millares de personas se volcaron sobre las calles de Buenos Aires a devorarse un centenar de revistas eróticas que hicieron aparición en el mercado. Las revistas Shock, Destape, Libre, Testigo y Viva, se convirtieron en la novedad del momento, mostrando vedettes desnudas y transcribiendo comentarios desparpajados sobre sus experiencias sexuales. Sin embargo, la pésima calidad fotográfica y artística de las revistas desencantó a muchos.
También salieron libros antes prohibidos: del Márques de Sade, de educación sexual y novelas eróticas. La calle Lavalle, donde se concentra el mayor número de salas de cine, se inundó de carteleras pregonando toda clase de películas repletas de sexo. "Le garantizamos 120 minutos de sexo puro", dice el aviso de Cadenas Calientes. "La mayoría de estas películas auncian más de lo que realmente tienen", se oyó decir a un "destapado" alicaído. "Y además malísimas", añadió.
El teatro no se quedó atrás en destape. "Doña Flor y sus dos maridos", basada en la novela de Jorge Amado y llevada al escenario por Adrian Ghío -quien aparece en escena sólo con el sombrero- fue un éxito rotundo al ser rehabilitada, después de haber estado prohibida.
El destape erótico ha causado alarma en varios sectores de la sociedad y escandalizado a muchos. Ha sido atacado por otros a quienes les parece que la libertad es algo demasiado preciado como para desperdiciarla en desnudarse. En la popular revista Humor, el escritor Dalmiro Saenz dice: "Los ilusionados argentinos se destapan, pierden su ropa y gastan su libertad en un juego del gato y el ratón: entre la libertad y la represión el destape es el queso".
Sin embargo, la apertura sexual es apenas uno de los campos, quizá al menos trascendente, a los cuales el argentino quiere expandir su libertad de expresión. El otro destape, el de las ideas es más lento, pero tal vez más crucial en el desarrollo de la democracia local. La censura más estricta durante el régimen militar "fue para la ideología, no tanto para los temas sexuales", dijo a SEMANA el dueño de una de las librerías más grandes de Buenos Aires, "Por ejemplo, la Editorial Siglo XXI prácticamente desapareció del país; inclusive se quemaron muchos libros". El librero comentó que aunque la gente parecía contenta de poder comprar libros antes prohibidos, como algunos de Benedetti o Vargas Llosa, y las ventas estaban mejorando, "muchos tienen miedo aún de que las cosas se den vueltas".
Asi como en las librerías, el cliente busca los libros que antes no se podían comprar, en los almacenes de discos se ha descubierto de nuevo la música latinoamericana. "Cuando estaban los milicos prácticamente sólo se vendía música extranjera, a pesar que muchos cantantes populares no estaban prohibidos", dijo el vendedor de discos a esta reportera. "Ahora casi todo el que entra por acá pregunta sólo por rock nacional, como Charlie García, Bagglietto, o por folklore: Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Piero, Víctor Heredia, salsa... me parece que hasta ahora, la gente está comprando lo que le gusta verdaderamente ".
Los medios de comunicación masiva, que durante la dictadura se convirtieron en prácticamente los únicos portadores de cultura para las mayorías -ya que cualquier otra forma como actuaciones callejeras, grupos de estudios o talleres informales, discusiones de café, etc., se las veía como potenciales engendradores de subversión- fueron los más censurados y controlados. "En la televisión se había prohibido decir hasta la palabra "pareja"", dijo la actriz Dora Baret a un diario local. La televisión argentina ha quedado en un estado grave: con deudas y con mucho personal de gran talento que todavía no ha regresado del exilio a donde se los forzó ir. Por tanto, allí el despertar no ha sido tan evidente. Más aún si se tiene en cuenta que, como dijo la Baret: "Se censuró tanto que muchos terminaron asumiendo lo que se les impuso y aún hoy continúan autocensurándose".
El cine, que fue censurado tanto por su contenido erótico como político, ha entrado a la democracia también bastante averiado. La producción nacional cayó de un promedio de 30 películas anuladas en el período 1970-75 a sólo 8 en 1982. Se prohibieron películas de calidad, tanto nacionales ("La Patagonia Rebelde") como extranjeras ("1900" y "Jesucristo Superestrella"). Sin embargo ya se está viendo el despertar del cine nacional: en una encuesta hecha por el diario Clarín se contaron más de 50 proyectos de películas dirigidas por argentinos. En la mayoría se percibe el deseo de destapar, de analizar, de explicar lo ocurrido durante la dictadura. Así, el conflicto en Malvinas es el tema de "Los chicos de la guerra" de Bebe Kamin; "Identidad" es un largo metraje que retoma la temática de la represión brutal y sus consecuencias sobre el individuo; y, "La historia oficial", de Luis Puenzo, con los famosos actores Héctor Alterio -quien volvió del exilio- y Norma Aleandro, muestra el caso de una pareja que ha adoptado una niña de cuatro años y luego descubren que es una niña "desaparecida" .
Los argentinos también están pudiendo ver películas extranjeras que denuncian una realidad tan cercana a la suya, como Missing o "Para adelante Brasil" .
Actores y actrices de teatro tampoco escaparon a la represión. Sin embargo, su respuesta fue distinta. Hacia mediados de 1981, comenzó a desarrollarse dentro del teatro una fuerza opositora y casi desafiante a la dictadura, llamada Teatro Abierto. Se juntaron directores, escritores, actores, sin importar corrientes ideológicas o líneas políticas a montar obras que se mostraban por temporadas cortas. El Teatro Abierto le dio cabida a censurados por el gobierno militar y representó asi un asidero cultural de donde el creador argentino se pudo agarrar, en medio de una sociedad quebrada por el miedo. Ha comenzado, entonces, el proceso de destape de todo aquello que había sido encubierto en la Argentina. El fenómeno ha sido muy variado, difícilmente encajable en un modelo, aunque muchos lo comparan con lo que ocurrió en España después de la muerte de Francisco Franco.
El análisis que hace el politólogo argentino Oscar Landi sobre las circunstancias en que renace la cultura parece ser el más adecuado. El gobierno militar, dice Landi, había querido sofocar la cultura argentina, limitarla a unos medios estrictamente controlados, para a través de estos resocializar al ciudadano bajo un sistema político autoritario. No tuvieron éxito y la prueba está en la forma como explota todo lo que ellos habían prohibido, apenas pierden el poder.
Tampoco fracasaron del todo: la autocensura, el miedo permanece. Según Landi, es entonces absolutamente crucial que la cultura retome el espacio que le fue arrebatado y, en completa libertad, se filtre en todos los ámbitos de la sociedad para que motive el desarrollo y la estabilización de un lenguaje democrático.
HABLA GOROSTIZA
El gobierno de Raúl Alfonsín se ha propuesto cambiarle la cara a la cultura argentina. No sólo porque se ha levantado la censura sino también porque se incorpora al resto de Latinoamérica. Para conocer este ambicioso proyecto SEMANA entrevistó a Carlos Gorostiza, novelista y dramaturgo que dirige ahora la secretaría de Cultura.
Autor de obras de teatro como "El Puente", "El Pan de la Locura", "Los Prójimos", ¿A qué jugamos? y "El acompañamiento", y de dos novelas: "Los cuartos oscuros" y "Cuerpo presente", Gorostiza ha estado vinculado a la vida intelectual argentina por 51 de sus 63 años de vida.
SEMANA: ¿Qué le hizo la censura a la sociedad argentina?
C.G.: La censura es una forma de muerte. El gobierno militar amordazó hasta llegar al asesinato. Esta censura como muerte, llegó a todos nosotros y se nos quedó un poco adentro: hasta hoy la tenemos como autocensura.
S.: Usted, ha conversado con muchos escritores y artistas que han regresado del exilio. ¿Cómo ven ellos esta apertura?
C.G.: Todos están descubriendo a este país oculto -porque así se lo veía- la Argentina oculta. Ahora estamos todos muy felices de poder vivir en libertad.
S.: En entrevista con el diario porteño Clarin, usted dijo que los argentinos siempre se habían sentido los hijos ricos de Europa y ahora estaban descubriendo que eran unos de los hermanitos pobres de Latinoamérica. ¿Se refería usted a la identidad cultural?
G.C.: Sí. Nosotros siempre vivimos de espalda a Latinoamérica y de frente a Europa. Y ahora, después de tanto pensar, el argentino se ha dado cuenta que pertenece a Latinoamérica.
S.: ¿ Y cómo piensa la Argentina redescubrir la cultura de América Latina?
C.G.: Primero tenemos que descubrir la cultura argentina que no está en la capital. Acabar con el colonialismo cultural de Buenos Aires sobre el interior y luego el de Europa sobre el país, para así afirmar nuestra identidad con Latinoamérica. La descentralización de la cultura es nuestro objetivo primordial. S.: ¿ Y más específicamente qué proyectos tienen con los demás países de América Latina?
C.G.: Queremos acordar con los hermanos latinoamericanos una política cultural. Hacer intercambios bilaterales como el que se está planeando con Colombia. Yo estuve en Bogotá hace unos diez días y charlé con el Presidente Betancur y el ministro de Educación. Hemos planeado una semana de cine colombiano acá, del 2 al 28 de marzo. Estamos viendo si viene el Museo del Oro. Va a haber una exposición de cerámica precolombina y una exhibición de la obra de Gabriel García Márquez. Después nosotros iremos allá. Todavía no sabemos cuándo ni cómo, pero se va a hacer.
S.: ¿Qué opina usted del destape sexual, en cine, revistas, etc.?
C.G.: Ya está pasando el furor del primer momento y poco a poco se va ir calmando. Sin embargo, como el destape es una reacción al encubrimiento, es preferible tener al hombre con lo malo que pueda traer el destape pero sano, a tenerlo enfermo y sin destape.
S.: ¿Se van a censurar aquellas películas, shows, revistas pornográficas que aún se ven en todos lados?
C.G.: Se creó una comisión para la defensa de la libre expresión y la protección de la minoridad y familia, conformada por distintos sectores del gobierno. Esta va a calificar las películas para que así haya libertad para todos los adultos, pero se pueda proteger al menor.
S.: ¿ Y las revistas?
C.G.: Bueno, éstas también se tienen que reglamentar para que las que traen material no apto para menores, no sean expuestas a la vista del público.
S.: ¿Cómo cree usted que va a afectar este auge cultural y esta nueva concepción de la cultura descentralizada a la sociedad argentina?
C.G.: Un país crece sobre la cultura y se proyecta sobre su cultura. Ya en libertad esta cultura se transforma, se supera, colaborando así en el desarrollo general de la sociedad. La cultura -que va más allá de los espectáculos y entretenimientos- va a traer un hálito de vida a ese poco de muerte que todavía sobrevive entre nosotros.