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La médica Catherine Stewart (Julianne Moore) vive en busca de la prueba reina de las infidelidades de su esposo, David (Liam Neeson).

CINE

Chloe

Una ginecóloga contrata a una prostituta para poner a prueba la fidelidad de su marido, en la nueva película de Atom Egoyan.

Ricardo Silva Romero
5 de febrero de 2011

Título original: Chloe
Año de estreno: 2009
Género: Drama
Dirección: Atom Egoyan
Guion: Erin Cressida Wilson basado en la película Nathalie
Actores: Julianne Moore, Liam Neeson, Amanda Seyfried, Max Thieriot, R. H. Thomson, Nina Dobrev
 
Bendito sea el que se la crea. Porque Chloe comienza con los encuadres, las actuaciones y los diálogos de un gran drama sobre el hastío, pero se convierte, hacia la mitad de la narración, en un thriller risible y grandilocuente, plagado de giros sin sentido. Su director, Atom Egoyan, un armenio educado en Canadá que se convirtió en una figura mundial hacia el comienzo de los años noventa (gracias a películas tan brillantes como Exótica, The Sweet Hereafter y Ararat), una vez más consigue esos planos elegantes que lo dicen todo y de nuevo conduce a sus actores protagonistas en interpretaciones valientes, pero se pierde, como nunca antes, en una trama que hacia el final pondrá de mal genio a por lo menos la mitad del teatro.

Chloe es una nueva versión de un interesante largometraje francés que pasó de largo por Colombia (y recuérdese que ‘interesante’ es todo relato que no nos acaba de gustar) con el título de Nathalie X. Chloe repite la historia de Nathalie X, la de una esposa celosa que contrata a una prostituta fascinante para probar la fidelidad de un marido que parece coquetearle a todo lo que se mueve por ahí, pero lleva las cosas un poquito más allá: lo centra todo en el drama de la protagonista, una ginecóloga en crisis llamada Catherine Stewart, hasta probarnos que no estamos ante una perversa historia cargada de erotismo, sino frente al retrato de una mujer que ha comenzado a sentir de la peor manera el final de su juventud.    

Lo hace, repito, por medio de imágenes meticulosas cargadas de significado: los espejos, los primeros planos y las ventanas enmarcan la pesadilla de aquella médica que envidia a muerte a todos los que viven algo semejante a una historia de amor. La resolución de la narración, entre la frialdad de Teorema (1968), el erotismo barato de las producciones de serie B y el efectismo de Atracción fatal (1987), confirma sin embargo una sospecha: que Egoyan no supo muy bien qué hacer con ese guion aparte de confiar en el talento innegable de Julianne Moore, Liam Neeson y Amanda Seyfried: si no fuera por ellos, si los actores no se entregaran a esos personajes tan borrosos, seguro no estaríamos hablando de esta producción.

Moore merece los elogios que merece un volante de contención que marca, recupera balones y va al ataque hasta el minuto 90. Es cierto que ya la habíamos visto interpretar este tipo de personaje, contenido en medio del horror, pero también es verdad que vuelve a encarnarlo como solo ella es capaz de hacerlo, que lo hace con una convicción inagotable, y que de paso saca de Seyfried, conocida por producciones comerciales como Chicas pesadas (2004) y Mamma Mia! (2008), su mejor actuación hasta la fecha. Y sí, las actuaciones hacen de Chloe un largometraje interesante, cómo no, pero no alcanzan a hacerlo uno bueno. Así que bendito sea aquel al que le guste.