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La ciencia ficción ha tenido poco espacio en una tradición literaria marcada por el realismo mágico.

LIBROS

Ciencia ficción colombiana

Laguna Libros, una joven editorial independiente, reedita tres novelas poco conocidas de ese género.

Luis Fernando Afanador
19 de noviembre de 2011

José Antonio Osorio Lizarazo

Barranquilla 2132

José Félix Fuenmayor

Una triste aventura de 14 sabios

Manuel Francisco Sliger Vergara

Viajes Interplanetarios en Zepelines

Editorial Laguna, 2011

¿Literatura de ciencia ficción en Colombia? Si me lo hubieran preguntado la semana pasada, lo habría dudado. Y hasta hubiera dicho, como dijo un célebre profesor universitario ante el requerimiento de un funcionario del Ministerio de Educación por el abandono de los cursos de Semiología: "Eso aquí no ha pegado". La ciencia ficción, para mí, no tenía cabida en nuestra tradición literaria, marcada por el realismo. O a lo sumo, por el realismo mágico, muy distinto, en el cual la fantasía proviene del mito y del inconsciente colectivo. La ciencia ficción tiene que ver más con la razón o la imaginación razonada: es un juego especulativo con los descubrimientos científicos, con el desarrollo tecnológico. Pues bien, la joven editorial Laguna Libros, de Felipe González, ha venido a demostrarme que estaba muy equivocado y que la ciencia ficción, aunque no lo supiéramos, sí había "pegado" en estas tierras. Así lo confirman los tres títulos que acaban de publicar en la Colección Laguna Fantástica: Viajes interplanetarios en zepelines, de Manuel Francisco Sliger Vergara; Una triste aventura de 14 sabios, de José Félix Fuenmayor, y Barranquilla 2132, de José Antonio Osorio Lizarazo.

Viajes interplanetarios en zepelines (novela, 1936) es la historia de Tomás, un oficial de la policía interplanetaria que planea unas vacaciones en Marte (varios años antes de las Crónicas marcianas, de Ray Bradbury), y que da lugar a una serie de aventuras increíbles, con amores incluidos. La historia ocurre en 2009 y no fue muy bien recibida por sus contemporáneos, según una reseña del diario El Tiempo: "Un escritor de quien se podría decir como el mejor elogio que cae como llovido del cielo. Es la mejor frase que se nos ocurre para el relator de viajes en zepelín en el año 2009, un escritor que será muy leído por esa fecha y, claro está, mejor comprendido que ahora". Ciertamente su trama es algo bizarra, pero como bien lo dijo otro reseñador de la época en la revista Javeriana, "no deja de despertar interés". La vida de su autor, Manuel Francisco Sliger Vergara, no es menos interesante y misteriosa: nació a finales del siglo XIX en Montería (era hijo de un empresario maderero de Indianápolis), viajó a Europa y participó en la Primera Guerra Mundial para regresar a Colombia en 1922, donde escribiría su libro. Murió en Estados Unidos.

Una triste aventura de 14 sabios (noveleta o cuento largo, 1928) es una parodia del fetichismo científico y sin duda tiene el mérito de ser la primera incursión de la literatura colombiana en la ciencia ficción. Una excepción dentro de la obra de José Félix Fuenmayor, un autor más conocido en otros géneros. Como es el caso de José Antonio Osorio Lizarazo, recordado por su literatura de corte social, naturalista -El día del odio, sobre la muerte de Gaitán­­- y no por Barranquilla 2132 (novela, 1932), pura y dura ciencia ficción. Esta ultima es quizá la más ambiciosa y la más vigente -literariamente hablando- de las tres mencionadas.

Juan Francisco Rogers, un apasionado científico de 1932, decide hibernarse para despertar en un tiempo futuro, que terminará siendo la Barranquilla de 2132. Un mundo bastante diferente donde comer en público es un acto obsceno y las expresiones afectivas no tienen buen recibo, lo mismo que el arte y el sentido de la belleza: "Pero ahora tendemos a la simplificación. Hemos abolido todo lo superfluo en ademanes, palabras y movimientos". Eso sí, bastante igualitario en asuntos de género y con cero problemas de movilidad: pequeñas y sincronizadas avionetas son la forma cotidiana de transporte; la comunicación -llama la atención- se hace con un sistema parecido a internet. Hay aventuras, desde luego, pero también una honda e inquietante reflexión sobre el progreso y la deshumanización que conlleva la ciencia. Y, como casi toda la ciencia ficción, a la larga, revela mucho más acerca de la sociedad presente que de la sociedad futura.