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| Foto: Andrés Córdoba.

CINE

“Para un colombiano, no existe nada más desconocido que el Amazonas”

El director colombiano Ciro Guerra empezó a celebrar los éxitos de la mítica película grabada en el Amazonas. Aquí sus palabras sobre la cinta.

22 de mayo de 2015

Este año pasará a la historia como uno de los más éxitosos en materia de cine colombiano. Cuatro películas colombianas participaron en uno de los eventos más prestigiosos en el mundo del cine: El Festival de Cannes.

Este jueves se supo que La tierra y la sombra, la primera película del valluno César Acevedo, gano tres premios. (Ver: 'La tierra y la sombra' gana tres premios en Cannes)

Ahora, el director Ciro Guerra ha deslumbrado a los jurados con El abrazo de la serpiente, una película donde espiritualidad y ciencia se dan la mano a través de chamanes indígenas y exploradores occidentales en un viaje que también es un canto al Amazonas.

Este viernes el director vallenato recibió el Art Cinema Award a mejor película de la 'Semana de la Quincena', una sección paralela de la edición 68 del Festival Internacional de Cine de Cannes. Este reconocimiento estimula la distribución de la película en una red de 3.000 salas asociadas en Europa, Estados Unidos, África y América Latina.

Respecto del contenido de su película Guerra va más allá. "Para un colombiano, no existe nada más desconocido que el Amazonas", considera en una entrevista con EFE. Precisamente ahí radica buena parte del valor que tiene esta cinta. Guerra y su equipo de producción se sumergieron en el Amazonas por más de 40 días a grabar esta película.

A juicio del realizador, "hemos crecido totalmente de espaldas al río. La gente no tiene ni idea de lo que hay ahí y yo tampoco, la verdad. Así que también para nosotros fue un proceso de descubrimiento".

La película sigue el rastro de dos exploradores occidentales en la Amazonía colombiana de la primera mitad del siglo XX, embarcados en un viaje en busca de una planta perdida en el que contarán con la ayuda de los chamanes locales (actores naturales que son indígenas de la región).

El abrazo de la serpiente invita a la reflexión sobre la pérdida de la identidad de las comunidades originarias pero también sobre los frutos de compartir la experiencia y la sabiduría.

La obra, muy aplaudida en su estreno, parte de una pregunta que se hace el autor: "¿Es posible, a través del conocimiento y el arte, trascender la brutalidad o estamos condenados a matarnos cíclicamente a lo largo de la historia?".

Esa pasión por la sabiduría impregna toda la película -rodada en blanco y negro y en la que sus personajes hablan nueve idiomas-, aunque Guerra recuerda que también pretendía hacerla "emocionante, de aventuras, que realmente agarrara al espectador y lo llevara en un viaje para descubrir otra manera de entender el mundo".

"Cuando estas allí te das cuenta de que no existe una sola forma de ser humano", reflexiona.

"Me interesaba mucho la idea de estos hombres unidos por la búsqueda del conocimiento. Un científico occidental y un chamán indígena son hombres de ciencia, desde orillas diferentes, que comparten un conocimiento mientras el mundo se desmorona porque llega la cauchería, la evangelización violenta...", añade.

El director llegó a la conclusión de que de este encuentro cambió de alguna forma el mundo, ya que fue la base posterior para los movimientos ecologistas, la contracultura del siglo XX y los hippies.

Tuvo que esquivar la tentación de enfocar la historia solo desde el punto de vista indígena, lo que la habría hecho incomprensible para el espectador, pero al mismo tiempo pensar desde otra lógica completamente diferente a la suya.

Pese a partir de los diarios de dos exploradores reales, admite que tuvieron que ficcionalizar la mayor parte de la película, "porque es imposible abarcar el conocimiento amazónico", y, además, "la realidad es mala guionista".

Cinco años de trabajo y siete semanas de rodaje alumbraron el filme, aunque la aproximación a la selva fue "muy respetuosa. Entendimos rápido que no podíamos llevar la lógica de una gran producción".

Por eso, pidieron permiso a las comunidades de las tierras donde grabaron y estas colaboraron de buen grado, de tal forma que Guerra llegó a sentir que "la selva estaba colaborando para que la película se hiciera".


Con información de EFE.