Home

Cultura

Artículo

| Foto: crédito: Archivo Semana

REFUGIADOS

“Colombia no está preparada para convivir con extranjeros, pero paradójicamente los venera”

El sociólogo e investigador social Armando Silva, quien ha estudiado el tema de los inmigrantes en Colombia, habló con SEMANA sobre el trato que los extranjeros reciben en el país y lo que podría pasar con la llegada de los venezolanos.

15 de agosto de 2017

SEMANA: ¿Por qué a Colombia, durante los siglos XIX y XX, no llegaron a vivir tantos extranjeros como en México o en Argentina?

Armando Silva: Ha habido distintas olas migratorias a lo largo de los siglos XIX y XX, y ahora XXI. Algunos países, como México, ofrecieron estímulos, puestos de trabajo, estudios e incluso inversiones para los migrantes. En Argentina se dieron masivos flujos de ciertas naciones, sobre todo Italia, y de ahí su fuerte italianización que se revela incluso en el acento que los distingue. En Brasil también hubo fuertes llegadas de italianos y japoneses. Así que la pregunta previa seria por qué migraban y qué los motivaba. Allí hay varias respuestas: las guerras, la pobreza, la búsqueda de oportunidades y un imaginario de libertad y paz que despertaba América, el continente. Estados Unidos, por ejemplo, recibió la mayor parte de inmigrantes, en especial de Europa en el siglo XX y de orientales en la década de los ochenta. Chinos y vietnamitas en especial.

Puede leer: El gran legado de los inmigrantes en Colombia

SEMANA: ¿Y por qué no llegaron tantos a Colombia?

A.S.: Colombia, al contrario, cerró sus puertas y aún hoy persiste en esa actitud endógena. El gobierno de Laureano Gómez, si bien corto, vivió una época de fuertes migraciones y su partido se opuso a recibir a los refugiados que dejaba la segunda guerra mundial. Son bien reconocidas las leyes y disposiciones  en las que solo les daban la bienvenida a ciudadanos que hablaran nuestra misma lengua y tuvieran el mismo Dios, o sea los provenientes de España. Eso fue evidente pues Colombia está dentro de las naciones más pro hispánicas del continente como se puede ver, de nuevo, en su lengua, ese castellano de suficiente reconocimiento.

SEMANA: Y los que llegaron, ¿por qué lo hicieron?

A.S.: Algunos por equivocación, pues creían que ya pisaban Argentina u otra nación de América; otros, se quedaban a la espera de continuar y decidían quedarse; y algunos pocos por contratos de trabajo. Barranquilla, a donde llegaban los barcos, es por esto la ciudad más cosmopolita del país, la “puerta de oro” con su mar y el Rio Magdalena que era el medio que los conducía al interior. Para venir a Bogotá se pasaba por Honda. Igual hubo migraciones selectas como la de los alemanes que llegaron para desarrollar industrias, como la cervecera en Santander y luego otras por el estilo en la misma zona.

SEMANA: ¿Qué tan bien ha tratado el país a los inmigrantes? ¿Son bienvenidos o hay resistencia entre la población?

A.S.: Colombia no está preparada para convivir con extranjeros, pero, paradójicamente, los venera y los anhela. Conozco muchos casos de extranjeros que aún hoy sufren para lograr su ciudadanía con vueltas y requisitos. Por ejemplo, Gil Tovar, historiador de arte, quien acaba de morir, o Martin Barbero, filósofo y comunicador, que llegaron jóvenes al país, solo con una edad avanzada lograron su ciudadanía.  Yo diría que la burocracia es difícil y muy engorrosa.  En materia histórica, una de las etnias que más he estudiado y que tuvo cierto éxito es la de los italianos, del grupo europeo que más llegaron al país, si bien en porcentajes muy pequeños. También se deben destacar en el siglo XX migraciones de países de comunidades árabes palestinas que se aposentaron en el Caribe. Es tal la integración que su comida y sus hábitos hoy se confunden con la población local, y se calcula que superan ampliamente el millón de habitantes.

Le recomendamos: ¿Los escritores pueden vivir de sus libros?

SEMANA: ¿Qué podrá pasar ahora que están llegando tantos venezolanos?

A.S.: La reciente llegada de venezolanos en forma masiva, como está ocurriendo, puede generar acciones contradictorias,  pues son verdaderos pares con los cuales habría que luchar puestos de trabajo y espacio.  No obstante también he visto mucha disposición para ayudarles. Eso tiene que ver con el gran rechazo al chavismo. Muchos ven a los refugiados como víctimas y tienen la ilusión de que su presencia es transitoria. Pero hay que tener presente que, según cálculos que hemos hechos de varias fuentes, podemos estar hablando de un millón de ciudadanos que han llegado, en especial en los tres últimos meses.  Esta avalancha repentina  nos tiene aturdidos y falta precisar su impacto emocional, pero es una excelente oportunidad para medirnos frente al otro de afuera.

SEMANA: ¿Colombia ha perdido muchas oportunidades por su actitud ‘cerrada’?

A.S.: Una nación crece de la mano de los extranjeros. Ellos enriquecen en todos los planos: raciales, culturales, sociales, laborales, en ciencia y en arte. Imagínese la oportunidad que perdimos cuando se disolvió la Unión Soviética y científicos, artistas, gimnastas (etcétera) le ofrecieron sus servicios a otras naciones potencialmente receptoras. Acá volteamos la cara. De hecho, creo que no llegaron más de una decena. Eso no lo hicieron otros países grandes de la región. ¡Qué tal!, una persona adulta a la que se le ha invertido tanto tiempo y dinero en su formación, que pide pista y ni nos damos por enterados….  Y esto en plena sociedad del conocimiento, donde el saber y la información tienen tanto valor.

SEMANA: Y, por el otro lado, ¿qué tanto le han dejado los inmigrantes extranjeros a Colombia?

A.S.: Mire nada más el desarrollo del petróleo, que pasó por la ingeniería venezolana de la primera oleada. Si me detengo un momento en la Universidad Nacional le digo así de simple: las matemáticas vienen del maestro Federicci (a quien a propósito se contrató solo para unas clases y no para crear una escuela); el campus fue proyectado por el pedagogo Fritz Karsen y el arquitecto Leopoldo Rother; el desarrollo de la física y la ciencia con base en matemática deben su origen al profesor japonés Yu Takeuchi. La antropología y la etnología fueron iniciadas por Reichel Dolmatoff junto con J. de Recasens y Paul Rivet, quienes huían de la Segunda Guerra Mundial. En fin, en cada campo en donde se ha logrado algún desempeño significativo, si uno esculca se encuentra con un foráneo dando sus aportes.

Puede leer: “No tengo una razón especial para la soledad o el desasosiego”: Ray Loriga

SEMANA: También en términos culturales…

A.S.: Claro. Nada más piense que el Himno Nacional, el Capitolio, el cine nacional, el Teatros Colon y hasta las luces del edificio Colpatria tiene manos italianas. Por esto digo que si bien en Colombia no hubo migración extranjera, los pocos que llegaron nos elevaron el nivel de conciencia en arte, creación y ciencia. E incluso en industrias y negocios. En conclusión, una de las mayores complicaciones y vacíos sociales y psicológicos de la cultura colombiana es su alto endogenismo: No haber recibido ni mezclado con foráneos lo pagamos todos los días con un agudo provincianismo en el discurso político y social.