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COMO EN BOTICA

En el Salón Nacional de Artistas, todas las tendencias de la plástica nacional.

30 de abril de 1990

Este año la cita es en Bogotá. En el recinto de la Feria Internacional, a partir del 4 de abril y hasta el 4 de mayo, estara abierto al público el XXXIII Salón Nacional de Artistas, que celebra sus primeros 50 años. Se trata, sin duda alguna, del evento mas importante del pais en lo que tiene que ver con las artes plasticas. Organizado por Colcultura con los auspicios de la Camara de Comercio de Bogota y de Corferias, en esta ocasión cuenta con una participación record y no es exagerado afirmar que estan representadas todas las tendencias de la plástica colombiana contemporanea.

A lo largo de sus 50 años de existencia, el Salón ha sido una fuente constante de controversia no siempre por la calidad de las obras que presenta. Seguramente este año no sera la excepción y no faltaran los que hablen de lo inapropiado del recinto, de la organización de las obras, del criterio de selección y de premiación, de envidias y de preferencias. Todo eso puede ser verdad y las razones expuestas por los criticos pueden ser validas. Pero, mas alla de esas discusiones, lo que hay que decir obligatoriamente es que en los ultimos años el nivel de la muestra ha ido en ascenso. Esto no quiere decir que se hayan alcanzado unos niveles de primer orden ni que el arte nacional este mandando la parada a nivel internacional. Hay, eso si, unas figuras fuera de serie con proyección universal.
Lo que mucha gente olvida es que al Salón Nacional hay que llegar con una disposición muy diferente a la que se tiene al enfrentar exposiciones de galerias comerciales o muestras de museos. En el Salón hay de todo. No se puede esperar uniformidad porque ese no es su interes ni su sentido. Por el contrario, la variedad, los contrastes, las distintas tendencias estan en su razon de ser. Y es asi como hay que enfrentarlo. Y en esta version, tales caracteristicas se han acentuado en relación con años anteriores.

Cuando participan 455 artistas con un total cercano a las 1.000 obras, necesariamente el espectador tiene que encontrar mucha cosa mala. Y, en efecto, en la actual versión del Salon, la mas nutrida de todas las que se han presentado, son muchos los trabajos que desentonan por su pobreza técnica y conceptual. Eso, que de entrada estara en la mira de los criticos, tiene su raiz en la deficiente formación que existe en el pais en este campo. Son pocos y, en la mayoria de los casos de bajo perfil, los centros de formación de artes plasticas que hay en Colombia, y eso se puede deducir facilmente despues de darle un vistazo al Salon. Eso no quiere decir que no exista el talento. Lo hay, y mucho, pero mal orientado o deformado porque no existe una capacitación adecuada y porque en este pais, con muy contadas excepciones, la critica de arte no existe.
Ademas, cualquier muchacho con talento se lanza sobre un lienzo sin contar con esas buenas condiciones, que hay que pulirlas, es necesario adelantar un proceso serio de aprendizaje y, tambien importante, hay que saber lo que se esta haciendo en otras partes del mundo. Por eso es que el Salon exige ir mucho mas alla de la simple enumeracion y registro de obras, cosa casi que imposible dado el gran numero de participantes en este año.

Un gran pabellon, cerca de 10 mil metros cuadrados, alberga las obras del XXXIII Salón Nacional. El primer piso esta dedicado a pintura, grabado y fotografía y esta dividido en dos grandes bloques segun las tendencias: uno para arte abstracto y otro para arte figurativo. Son muchas las cosas interesantes que hay para ver en esa primera planta. Por un lado, estan los grandes consagrados como Botero, Obregon y Grau a la cabeza, pasando por Beatriz Gonzalez, Maripaz Jaramillo y Manuel Hernandez, todos ellos con obras recientes de gran interes. Hay otros, como Sojo y Mario Ossaba, que hacen parte de los jovenes que ya estan despegando y que han alcanzado cierto reconocimiento, en los que se pueden encontrar elementos interesantes y disimiles que reflejan en parte lo que son los rumbos de la plástica colombiana de los años recientes. Pero, mucho mas interesante que los casos anteriores, es el de todo un ejercito de artistas completamente nuevos, que practicamente nunca antes habian expuesto, cuyos nombres se escuchan por primera vez, que han llegado para ponerle sal al asunto y para despertar polémica. Muchos de ellos no llegaran muy lejos, pero eso no importa. De todas formas, son muchos los aspirantes a grandes maestros y muy pocos los elegidos. Con el tiempo se impondra esa especie de seleccion natural que opera en el arte y sólo los que encuentren el camino acertado, los que pulan sus condiciones, los que no se queden en el repentismo y la sensibleria, alcanzaran reconocimiento.

Algo similar ocurre con la escultura, que comparte, junto con los tejidos, los ensamblajes y la ceramica el segundo piso del pabellon. Claro esta que en esta ocasion la muestra escultorica tiene menos peso que el alcanzado, por ejemplo, en Cartagena el año pasado, a pesar de que para el 90 el numero de invitados fue mayor. El espectador desprevenido seguramente encontrara mucho mas interesante lo expuesto en la primera planta, sin que ello quiera decir que en la segunda no haya gratas sorpresas y buenas promesas.

De lo que no queda la menor duda es que en Colombia hay talento, y mucho.
El problema radica en que en gran parte de los casos no se sabe que hacer con el, esta desperdiciado o, para decirlo en otros terminos, esta en bruto. Y es necesario que tanto el gobierno como las entidades privadas se den cuenta de eso y se den a la tarea de facilitarle a esos artistas los medios para aprovechar y formar adecuadamente todas esas capacidades.
Esa es la gran lección. El resto, los premios y las menciones, las ventajas o desventajas del recinto, son simples adornos. Lo importante es que el Salón Nacional esta abierto y que vale la pena visitarlo.