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CON EL AGUA HASTA EL CUELLO

A esta aburrida comedia negra bien se le podrían quitar varios minutos sin alterar su soporífera estructura.

5 de enero de 1998


Decir que el papel más tonto que Cameron Díaz ha realizado en su corta carrera ha sido en esta película no serviría para medir la calidad de la cinta. En cambio, decir lo mismo de un recorrido intérprete como Hervey Keitel podría trazar perfectamente los límites de esta comedia del director Jim Wilson.
La película, titulada Con el agua hasta el cuello, narra las aventuras de una pareja matrimonial conformada por un maduro juez (Keitel) y su joven e ingenua esposa (Díaz) durante un fin de semana en su casa al lado del mar. Mientras su marido va de pesca con el amigo de infancia de ella, la joven esposa recibe la visita de su ex amante, un vividor que termina muerto tal vez a causa del licor. Su muerte no solo alterará la tranquilidad familiar de la pareja, sino que servirá para desencadenar toda suerte de macabros pensamientos alrededor de la culpabilidad y la inocencia de los implicados en torno del crimen.
La cinta, más cercana al café concierto que al cine, no describe otra cosa que la cantidad de calamidades surgidas a partir del posible homicidio y sus consecuencias en el hogar de la pareja. Pero la argumentación es tan floja que pronto el público se desconecta de la historia en busca de cualquier situación jocosa que determine el género de la película, pues ni siquiera el tono del relato está bien definido. En estas circunstancias ninguna película es capaz de salvarse del aburrimiento.