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Con mucho fondo

El proyecto Bajofondo Tango Club se nutre de diversas tendencias de la música electrónica para darle un aire contemporáneo a la música porteña.

9 de junio de 2003

Aprimera vista suena contradictorio. ¿Cómo unir tango y electrónica, dos lenguajes en apariencia tan alejados, para recrear de una manera contemporánea la melancolía del Río de la Plata? ¿A quién se le ocurre combinar el sonido seductor y envolvente de un bandoneón o de un pizzicato tanguero con el frío y cerebral golpeteo de una caja de ritmos?

Y sin embargo funciona, al menos en el caso concreto del colectivo Bajofondo Tango Club.

Este proyecto nació como una experiencia casera en 1999, cuando el mítico músico y productor argentino Gustavo Santaolalla encontró que el trip hop ("esa melancolía, esa cosa aminorada") le evocaba un sentimiento tanguero. Buscó un socio para darle forma al proyecto y encontró al músico uruguayo Juan Campodónico. "El proceso llevó tiempo, dice este último. Conseguimos toda una discoteca de tango y comenzamos a samplear, a buscar texturas, a estudiar a fondo detalles como la línea de bajo de una milonga". A ellos se les unieron un grupo de músicos y productores de las dos vertientes, quienes hicieron realidad este matrimonio perfecto entre algo que parecía ser como el agua y el aceite. Desde diversos ángulos (house, trip-hop, chill-out, drum n bass) los socios del Bajofondo Tango Club atacaron las raíces mismas del tango y en su primer álbum epónimo lograron desde piezas muy dance, como Los tangueros (casi en la onda de la música disco de los 70) y Naranjo en flor, hasta las misteriosas atmósferas de Vacío, Bruma y Esperándote.

"El objetivo más importante era encontrar un lenguaje. No queríamos quedarnos en lo superficial, en poner un 'loop' tanguero, un acorde menor e incorporar todo eso en una base 'house'. Queríamos crear un idioma nuevo, propio del Río de la Plata, rescatar el espíritu de Buenos Aires y Montevideo. No queríamos hacer un disco electrónico más, similar a los que ya hicieron en su momento Krüder & Dorfmeister o Moby", dijo a SEMANA Gustavo Santaolalla.

Y vaya si lo lograron. Al igual que en otros destacados proyectos que surgen en América Latina, como los que adelanta el Colectivo Nortec en Tijuana, México, los integrantes del Bajofondo Tango Club no cayeron en los folclorismos facilistas tan comunes en estos tiempos dominados por la moda de las fusiones. Aquí salen incólumes la belleza, el misterio y la melancolía de la música porteña, es la magia que resulta cuando las fronteras se hacen difusas. "Hay momentos en los que no se sabe si lo que suena es un instrumento al natural, sampleado, un sonido electrónico o un sonido natural procesado", señala Santaolalla.

¿Y qué opinan los puristas del tango y la electrónica? "Gracias a Dios la recepción tanto de los tangueros como de los seguidores de la música electrónica ha sido fabulosa", dice Santaolalla.

El siguiente paso ha sido encargarles a varios DJ remixes de los temas pensados para las salas de baile. Luego, realizar discos solistas de algunos de los músicos involucrados en el proyecto, en el estilo "Bajofondo Tango club presenta a?" y en 2005 lanzar el segundo volumen del colectivo.

Y aunque la idea original de Santaolalla y Campodónico estaba centrada en Buenos Aires y Montevideo, es evidente que han logrado un sonido con el que se identifican los habitantes de casi que cualquier gran ciudad del mundo. Santaolalla así lo percibe. "Quiero trabajar con artistas de otras latitudes que, en mi opinión, tienen un espíritu melancólico, tanguero, como por ejemplo Tom Waits, Nick Cave o Marianne Faithful". Sin duda una manera de resaltar el espíritu universal del tango, un sentimiento que comparten ciudadanos de todo el planeta desde hace casi un siglo.