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MÚSICA

Con su orquesta a otra parte

La Orquesta West Eastern Divan, creada por el pianista Daniel Baremboim con músicos árabes y judíos, cancela sus presentaciones en Egipto y Qatar debido a la tensa situación en Oriente Medio.

19 de enero de 2009

Hace casi 20 años, a comienzos de los años 90, coincidieron por casualidad en el lobby de un hotel londinense dos hombres sobresalientes: el célebre pianista y director de orquesta Daniel Baremboim y Edward Said, uno de los más prestigiosos intelectuales de Oriente. Baremboim llegaba a Londres para ensayar una ópera que se presentaría poco después, y Said para dar unas conferencias para la BBC. Comenzaron hablando de las interpretaciones de Baremboim en el piano -Said era pianista aficionado- y durante esa semana pasaron revista a decenas de temas de una sola conversación inacabable: política, raza, ideologías, historia y, por supuesto, música. En ese lobby nació aquella noche una amistad profunda que los marcaría a ambos y que daría como fruto, algunos años después, un proyecto ambicioso: la Orquesta West Eastern Divan, que este año celebra su primera década de vida.

No era, sin embargo, una amistad evidente. Daniel Baremboim, hijo de judíos rusos, nació en Buenos Aires pero su familia emigró a Israel cuando el aún era un niño. Said había nacido en Jerusalén, hijo de una familia árabe cristiana, y creció en El Cairo antes de trasladarse a Estados Unidos. Pero fue tanta la coincidencia de intereses y opiniones sobre el conflicto palestino, que pocos años después ambos se embarcaron en el proyecto de crear un taller para que jóvenes músicos judíos y árabes tocaran juntos música clásica.

El primer taller se llevó a cabo en la ciudad alemana de Weimar, que ese año de 1999 había sido designada capital europea de la cultura. Nada fue fácil. Hubo al comienzo muchísimas fricciones. Pero el tesón de ambos hizo que de allí naciera la Orquesta West Eastern Divan -nombre tomado de un ciclo de poemas del escritor alemán Goethe, inspirado en las formas poéticas persas- que este año cumple sus primeros 10 años de vida y que ha causado revuelo mediático esta semana tras cancelar sus presentaciones en Qatar y en El Cairo a causa de la invasión a la Franja de Gaza.

Baremboim siempre ha insistido en que su orquesta no es un proyecto político. Asegura que su intención es luchar contra la ignorancia, contra el gran desconocimiento del otro que existe en el conflicto árabe-israelí. Los judíos y los palestinos están históricamente destinados a convivir en un mismo territorio -ha dicho en numerosas ocasiones-, pero lo único que hacen es negarse los unos a los otros esa posibilidad.

Tras la muerte de Said en 2003, Baremboim ha continuado su empeño por sacar adelante la orquesta, a pesar de la avalancha de críticas que ha suscitado su iniciativa. Son muchos los que consideran la orquesta un despropósito y no están de acuerdo con que los músicos sean escogidos por su procedencia (Líbano, Jordania, Túnez, Egipto, Palestina e Israel) y no por su talento musical. Otros han tachado abiertamente a Baremboim de antisemita por el hecho de defender el derecho de los palestinos a un pedazo de tierra, por haber interpretado un fragmento de Wagner -compositor favorito de Hitler- en un concierto en Tel Aviv por haberse presentado con la orquesta en la ciudad palestina de de Ramallah hace cuatro años.

La orquesta, que ha cambiado radicalmente la vida de muchos jóvenes palestinos y judíos -y sobre todo su percepción del otro-, ahora tiene su sede en Sevilla. Y si se ha visto obligada a cancelar sus presentaciones en países árabes debido a problemas de seguridad, porque si bien es un proyecto de reconciliación, su resonancia política, a pesar de que Baremboim quiera negarlo, es monumental. Por si fuera poco, en el colmo de las paradojas, la orquesta tocará esta semana en Berlín. n