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CON TODO EL METAL

Un talento recuperado Rafael Zambrano creó el primer grupo de solistas de Percusión

29 de noviembre de 1982

El abuelo era el organista del pueblo, mientras la abuela tocaba la bandola y componía la música que tocaba la retreta todos los domingos y días de fiesta. Por eso para Rafael Zambrano iniciarse como músico no era sólo una tradición familiar, sino un acto casi obligado en unos años cuando todavía los hijos del carpintero sólo tenían oportunidad de seguir viviendo entre el aserrín y el pegante de cola. Sólo que Rafael Zambrano no se quedaría con sus padres en Santander para seguir la tradición de musico de pueblo, sino que con el tiempo llegaría a ser uno de los percusionistas y músicos más creativos de Colombia.
Los primeros estudios de teoría musical que hizo en el Conservatorio Nacional lo llevaron a vincularse con la Orquesta Sinfónica, cuando ésta vivía tal vez la mejor de sus etapas bajo la dirección de Olav Roots. Con todo y eso, el campo para la expresión artística era todavía muy reducido y Zambrano, gracias a una beca del Gobierno, pudo viajar a Francia y estudiar en la Ecole Normal de Musique y en el Conservatorio de París, por dos años.
Cuando se agotó la beca, Zambrano ya se había amañado con el ambiente de Europa y se trasladó a Alemania Occidental donde vivió ocho años como miembro trompetista y percusionista de la Orquesta de la Radio BadenBaden, de la Orquesta de Cámara de Rischtempart y de la Opera de Munich.
La vida que debe llevar en adelante, atendiendo conciertos y presentaciones con grupos de cámara por todo el Viejo Continente, hicieron del nieto del organista del pueblo, un músico profesional y experimentado en los escenarios artísticos más exigentes de Europa. Como un dato sobresaliente de su carrera como artista y empresario está la creación de la Sociedad Musik Unserezeit (Música de nuestro tiempo), que ha llegado a ser con los años una de las organizaciones musicales más importantes de Alemania en manos del Ministerio de Cultura Bávaro.
Tentado por los colores y el clima mediterráneos, Zambrano armó maletas y se fue para Sicilia donde fundó el primer grupo de percusión de la isla. Ese año contrataron a su orquesta para hacer una gira de dos años que incluía 220 conciertos por toda Italia; pero antes de emprender el sorprendente contrato, el manager falleció y la gira tuvo que cancelarse.
Su vida de músico errante lo llevó entonces a Roma donde organizó varias compañías musicales y perteneció a la Compañía de Ballet de Italia. Para Zambrano, sin embargo, Francia seguía siendo el país con mayor tradición en la música de percusión que era en realidad lo que le interesaba y en cuanto pudo volvió a radicarse por año y medio en París donde estudió con el maestro Maurice André.
Ese año, 1971, Zambrano pensó en su regreso a Colombia, pero antes fue a Suiza para vender unos caballos de su propiedad y a pasar unas vacaciones; pero el ambiente de los creadores musicales y la febril actividad de los grupos de percusión lo hicieron quedarse los siguientes cuatro años, con caballos y todo. Siendo profesor del Conservatorio de Música de Ginebra, montó con una orquesta de cámara la "Historia de un soldado" y con el hijo de Igor Stravinsky recorrieron los pueblos vinícolas del occidente suizo presentando esta obra.
Las 15 horas diarias de trabajo que debía sostener en Suiza lo llevaron a un año de vacaciones en Ecuador, y estando alli, recibió invitación de José Antonio Abreu, director y fundador de una de las organizaciones musicales más destacadas de Suramérica, la Orquesta Juvenil Nacional de Venezuela, en la cual Zambrano fundó la Escuela de Percusión. Cinco años después, en junio de 1981, el trompetista y percusionista trashumante, volvió a Colombia "con la expectativa de aportar lo que pueda a la cultura de mi país".
La atmósfera de creatividad que encontró en la Orquesta filarmónica, dirigida por el maestro Raúl Gracia, lo estimularon a vincularse a este grupo y lo hizo en un comienzo como primer trompetista. Pero su tenacidad y empeño lo llevaron a crear hace unos siete meses en el mes de abril, el primer grupo de Solistas de Percusión de Bogotá que hizo su debut en el pasado Festival de Tunja.
Los siete miembros que conforman el grupo de percusionistas, Isauro Pinzón, Humberto Ortiz, Denis López, Jorge Fadul, Victoria Valencia y la colaboración ocasional de la pianista Patricia Pérez, hacen una cosa singular en la tradición musical del país: pueden tocar más de 200 instrumentos en un solo concierto. El numeroso público que está asistiendo a sus presentaciones en el Auditorio León de Greiff, en el Salón Siglo XX o dentro de la programación habitual de la Filarmónica, está descubriendo un nuevo sentido de la libertad y de las posibilidades ilimitadas de la música. "La percusión" dice Rafael Zambrano, "está en todas partes. En el viento que golpea las ramas de un árbol, en las pisadas suaves o fuertes de la gente y de los animales, en las vibraciones que producen las alas de un pájaro en vuelo, en los sonidos más insignificantes o desmesurados que puedan concebirse".
El grupo Solistas de Percusión de Bogotá, que funciona bajo la supervisión y con músicos de la Filarmónica viajará a la Bienal de Música del Siglo XX en San Juan de Puerto Rico, el próximo 22 de noviembre y ofrecerá varios conciertos con obras de los compositores colombianos Francisco Zumaqué, Jesús Pinón y Blas Emilio Atehortúa, escrita especialmente para este conjunto. El auge que está tomando entre los jóvenes interesados en la música de este género, relativamente desconocido en el país, por lo menos con las características con que lo hace el grupo de Solistas de Bogotá, ha dado vía libre a la creación del Centro Internacional de Percusión que ya comenzó a operar en la capital.
Así, 30 años después, Rafael Zambrano, un joven escapado de la provincia santandereana, ha cerrado un ciclo de experiencias y conocimientos musicales que ahora empieza a dar sus frutos de maestría e innovación artistica, en un pais que busca hallar unos valores y una cultura propias.
Valentim González-B.