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CONTRA HONGOS, BACTERIAS Y... SAQUEOS

El Centro de Restauración de Colcultura trabaja para defender el patrimonio artístico nacional.

25 de abril de 1983

Una de las dependencias de Colcultura menos conocida por el público es, sin lugar a dudas, el Centro de Restauración. A espaldas de la Iglesia de Santa Clara, en un edificio republicano donde alguna vez funcionó la facultad de Bellas Artes, un grupo de científicos y de artistas se dedica a una labor ambiciosa como una expedición botánica: rescatar el patrimonio nacional.
Restaurar se asocia con imágenes de personas que, pincel y óleos en manos se dedican con paciencia a retocar fragmentos deteriorados de una obra de arte. Sin embargo, las labores de este Centro no se limitan a la reconstrucción de pinturas, tallas o esculturas de distintas épocas de la historia.
La empresa de recuperarlas necesitaría por lo menos cincuenta años con más de 80 restauradores trabajando a "ritmo paisa". Cada iglesia antigua, ubicada en cualquier pueblo remoto de Colombia, tiene al menos un cuadro o una imagen, alguna reliquia, atacada generalmente por hongos y bacterias, amenazada por el paso del tiempo. Y eso para no mencionar todas las obras que se encuentran en las iglesias mayores y catedrales diseminadas por las principales ciudades del país.
La idea de crear un Centro de Restauración bullía en el cerebro de muchos colombianos, pero fue durante la administración Pastrana cuando se creó en 1974. El Embajador de Colombia ante el Quirinal, Luis Carlos Galán, realizó los contactos necesarios con el Instituto Italo-Latinoamericano de Cultura, una organización interesada en la conservación del patrimonio cultural de América Latina que prestó su experiencia. Italia es un país donde se conserva el arte desde el Renacimiento y donde su invaluable tesoro artístico determinó el desarrollo de una escuela de restauración, cuya eficacia ha quedado comprobada más de una vez, como en 1966, cuando el río Arno se desbordó e inundó Florencia, gran parte de cuyo patrimonio artístico fue salvado, gracias a los trabajos de restauración.
El Centro de Restauración de Colcultura desarrolló labores con un presupuesto escaso, lo que obligó a sus directivas a buscar financiación mediante la restauración de obras de coleccionistas privados. Esto llevó a que otras tareas se dejaran de lado y además, creó un círculo vicioso bastante serio. Tratándose de un Centro que se estaba equipando y desarrollando con donaciones de coleccionistas privados, el Estado no destinaba aportes suficientes como para poder emprender las tareas para las cuales había sido creado.
Actualmente, el Centro se dedica con prioridad a tareas de conservación más que de restauración. Detrás de toda esa empresa de recuperación y conservación del patrimonio nacional hay toda una metodología científica que supone hacer un inventario del patrimonio existente, para recoger la mayor cantidad de información posible sobre cada pieza y cada lugar.
Además de una ficha técnica, existen fotografías que ayudan a identificar las piezas y el estado en que se encuentran. Este archivo no sólo incluye bienes muebles (cuadros, cerámicas, esculturas, etc.), sino también inmuebles. Desde edificios en particular, hasta ciudades enteras como Mompox o Villa de Leyva. Planos de edificaciones, dibujos de las fachadas y fotografías permiten no sólo saber actualmente en cuál estado están las piezas, sino también guardar para el futuro testimonios del pasado en caso de destrucción. El conocimiento del patrimonio y su inventario permiten el registro de todas y cada una de las piezas, de tal forma que si alguna se pierde y luego aparece es más fácil determinar su origen.
El actual director del Centro de Restauración, Darío Rodríguez, dejó su trabajo de químico, relativamente tranquilo, a cambio de la aventura que supone el rescate y conservación del patrimonio artístico nacional.
Aunque su especialidad tiene mucho que ver con el análisis necesario para la restauración de las obras, piensa que la prioridad del Centro es la conservación: "Aquí les recomendamos a los curadores de lo museos y a las órdenes religiosas algunas de las medidas que deben tomar para mantener las condiciones de humedad y temperatura necesarias para evitar el deterioro de las obras. El problema grave en esos casos es la falta de presupuesto que les impide instalar sistemas de aire acondicionado. Sin embargo, lo más importante de todo es crear la conciencia de la necesidad de la conservación del patrimonio nacional ".
En medio del desconocimiento de unos y de la indiferencia de los más, el Centro de Restauración adelanta una tarea de gran importancia: rescatar, en cierta forma, parte de la memoria del país. Esta tarea permitirá que no sólo se evite el saqueo de tesoro artístico nacional sino también que se respeten las imágenes santas y algunas de las edificaciones que, por falta de normas y de interés, habían venido cayendo, como cartas de un naipe, en nombre del progreso. -
Eduardo Arias -
COMO SE RESTAURA UNA PIEZA
El Centro de Restauración de Colcultura cuenta con tres talleres: uno de restauración de caballete, en el que se tratan las telas; otro de restauración de piezas de madera y un tercer taller de restauración de cerámica. En los tres talleres las obras pasan por cuatro etapas definidas.
La obra llega al taller para ser analizada. Se llena una ficha que incluye datos como dimensión, origen, estado en que se encuentra y época en que fue realizada.
Se analiza químicamente la composición de los colores que la cubren y el grosor de las capas de pintura, para poder establecer si debajo hay una pintura anterior.
Se inicia el tratamiento de la obra de acuerdo con las necesidades que requiera. En el caso de las pinturas éstas se traspasan a una nueva tela que garantiza su conservación. Las imágenes de madera son inmunizadas si presentan signos de haber sido atacadas por bacterias o insectos. y se cohesionan las fibras de la madera agregándole resinas sintéticas.
Un proceso similar se lleva a cabo con la cerámica. Al proceso de detención del deterioro le sigue una fase de restitución de los valores estéticos: se retiran las capas de pintura que se quieren eliminar, se limpian aquellas que se han opacado y en las piezas de madera se vuelven a esculpir los pedazos faltantes con una mezcla de aserrin y resinas.
En la etapa final, una nueva capa de pintura la hará ver como nueva. Esta etapa no busca esconder la restauración, sino darle un aspecto agradable y armónico a la obra. La zona que ha sido restaurada es pintada con una técnica de superposición de colores que permite que el oio componga el color desde lejos, pero que vista más de cerca permita distinguir la zona restaurada de la original. El artista restaurador superpone diminutas lineas de color que, en conjunto, logran el tono original. Cada paso requiere un conocimiento especial, y las sustancias utilizadas muchas veces crean procesos irreversibles y un error puede arruinar una obra. Por eso las famosas "ensaladas" que aconsejan en las revistas, como la papa o la cebolla, para Limpiar óleos pueden producir la destrucción de la obra. -