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Críticos colombianos

Hernando Caro Mendoza explica la influencia de la música en la poesía de León de Greiff,ol y Galia Ospina hace un recorrido por la obra de Julio Ramón Ribeyro.

Luis Fernando Afanador
11 de junio de 2006

Hernando Caro Mendoza
La música en la poesía de León de Greiff
Ministerio de Cultura, 2005
329 páginas

La música y la poesía son dos artes distintas. Tanto es así, que puede haber un gran poeta con un pobre oído musical. Es el caso de Jorge Luis Borges, quien declaró muchas veces su nulidad en asuntos musicales y proclamaba que el único compositor que lo conmovía era Johannes Brahms con su Requiem Alemán, sobre el que escribió un hermoso e inquietante relato. Una cosa es la música de las palabras -que depende de la eufonía- y otra es la música propiamente dicha. Se diría que la musicalidad de Eliot, Aurelio Arturo o Verlaine -por citar sólo algunos ejemplos memorables- es enteramente verbal y poco tiene que ver con el arte de la música. La prueba de lo anterior estaría dada en que los muchos intentos de musicalizar poemas casi siempre han resultado fallidos. Sin embargo, el asunto no es tan fácil de despachar y hay quienes piensan lo contrario. Para el recordado crítico musical Hernando Caro Mendoza, poetas y músicos trabajan con sonidos, rimas y ritmos, pies y compases, armonías y melodías, formas y texturas musicales. Por cierto, su ensayo La música en la poesía de León de Greiff -enhorabuena editado póstumamente por el Ministerio de Cultura- es una lúcida disertación sobre este espinoso asunto a partir de la obra de uno los poetas más decididamente musicales que hayan existido y quien llegó al extremo de identificar estas dos artes: "sólo la música es, la poesía es".

Caro Mendoza divide su análisis en tres partes. En la primera, hace un rastreo de la presencia de compositores en la obra greiffiana: hay 29 y encuentra que el más citado es Wagner y el predilecto es Beethoven, el "simbólico sordo". En la segunda, muestra cómo son incorporados en los versos diferentes instrumentos musicales con los timbres que los caracterizan: "…La tercia, un Largo/ di molto, quasi grave: los violines/ agudos, sobre un trémolo de vientos". Y en la tercera, la más ambiciosa, intenta mostrar de qué manera De Greiff construyó muchos de sus poemas a partir de estructuras musicales.

Un libro que, como advierte Fernando Caycedo en su prólogo, hacía mucha falta y será imprescindible para los lectores juiciosos de León de Greiff. Y también, para quienes deseen ahondar seriamente en el complejo tema de la música y la poesía.