Home

Cultura

Artículo

CUANDO HABLA EL M-19

Un libro donde los Jefes subversivos cuentan su vida. El libro cumple una función periodística importante al darnos el perfil biográfico de los líderes del M-19. La autora se ha limitado a transcribir lo que le manifestaron...

7 de junio de 1982


SIEMBRA VIENTOS Y RECOGEBAS TEMPESTADES, de Patricia Lara. Editorial Fontamara, Barcelona.
Algunos piensan que cometió una peligrosa imprudencia. Otros, que habría sido mejor el silencio. Pero Patricia Lara, robusta y entusiasta periodista de 31 años, con ideas de izquierda pese a ser hija del millonario Rómulo Lara, se salió con la suya escribiendo un libro testimonial del M-19, poéticamente titulado "Siembra vientos y recogerás tempestades".
El libro comprende un prólogo donde se traza de manera esquemática la historia de la violencia en Colombia y donde, con base en declaraciones de Carlos Toledo Plata, se intenta reconstruir la génesis de ese movimiento.
El resto de la obra lo integran entrevistas o testimoniales, un poco a la manera de Oscar Lewis en "Los Hijos de Sánchez", de los tres más importantes dirigentes del M-19 Alvaro Fayad, Iván Marino Ospina y el propio Jaime Bateman. Como apéndice se incluye una serie de declaraciones públicas del M-19, así como una cronología de sus acciones. Por lo demás, muy respetuosa de la facción: José Raquel Mercado fue fusilado y Charles Bitterman fue asesinado, pues en su muerte declara el M-19 no haber tenido arte ni parte.
La autora se ha limitado a transcribir lo que le manifestaron: no comenta, no contradice y por lo tanto no existe distancia alguna -y mucho menos una distancia crítica- entre la facundia de sus interlocutores y el texto final. Sin duda, el procedimiento es legítimo y hoy se emplea en abudancia, aunque la validez del resultado depende mucho de la alternatibilidad de los puntos de vista y de la relación directa entre narrador y cronista. Pero aquí la autora se eclipsa para ser el instrumento, el escriba que transmite el mensaje, un mensaje que parece provenir de lo alto.

HIJOS DE LA VIOLENCIA
No obstante, el libro cumple una función periodística importante al darnos el perfil biográfico de los líderes del M-19 y un esbozo de su pensamiento. De paso, a través de estos testimoniales biográficos va apareciendo una realidad sociológica y política inquietante, que se sigue con interés (el ex-presidente Lleras Restrepo, según se cuenta, leyó el libro de un jalón, hasta las tres de la mañana), salvo cuando la línea narrativa cede el paso al discurso político, un discurso a la verdad sin mucha consistencia y con una carga de pasión, que uno no sabría si atribuírlo al entrevistado o a quien transmite sus palabras.
De este largo y alterno testimonio de tres de nuestros más célebres "subversivos", quedan en claro dos hechos:
a) son ellos hijos de la violencia. Fayad y Ospina nacieron ambos en el Valle del Cauca y ambos vivieron de manera atroz la violencia de los años 50. No siempre en el mismo bando, pues Ospina, pese a que su tío fue asesinado por liberal en sus propias narices cuando él (Ospina) tenía cuatro años de edad, toma más tarde el partido de los célebres "pájaros". Bateman, que es costeño (de Santa Marta), la vive también a su manera, pero de manera referencial.
b) El concepto militar pesa más que el concepto político, en los dirigentes del M-19. Formado en las FARC, Bateman ha tenido tiempo de hacer una crítica de las deficiencias de esta organización en el plano armado. Dicho análisis lo lleva a constituir el M-19 sobre bases más dinámicas y con formas de acción más versátiles y probablemente más eficaces: no vacila ya en abandonar las formas de la guerrilla clásica, para adoptar sistemas del terrorismo moderno. El romanticismo guerrillero del Che Guevara o de Camilo Torres ya está lejos, y ahora el menú incluye platos tales como secuestros, bombas y ejecuciones dignas de las Brigadas Rojas.

BOMBAS Y RETORICA
De pronto, pues, el libro provoca un escalofrío. El subdesarrollo no sólo nos fabrica formas elementales y abruptas de desarrollo capitalista, no sólo está en la tantas veces denunciada clase dirigente, sino también en los revolucionarios que aspiran a suplantarla. No hay análisis, un análisis comparable al que permitió al venezolano Teodoro Petkof convertir sus asediadas guerrillas de la década del sesenta en un importante movimiento de masas (el MAS, tercer partido venezolano).
El discurso de Bateman está impregnado de una retórica muy colombiana con fondo de himno nacional ("hasta que esa libertad no esté asegurada, su espada como lo quiso el Libertador, nunca regresará al combate... Jamás será envainada"). Hay un encomio a la eficacia de la organización ("tenemos estudiantes de diplomacia en Londres"), una romántica fe ("No sabemos ya cuántos somos") y unos cuántos anuncios tremendistas y sin mayor sustento en una reflexión política: "Sabotearemos las elecciones mediante operativos que extiendan la guerra y nos conduzcan a una guerra popular". Guerra que, por un subjetivismo voluntarista "vamos a ganar".
El libro de Patricia Lara refleja una realidad del M-19 no bien conocida: se trata de una organización ultraísta donde el concepto militar de sus dirigentes se impone sobre el análisis de una realidad política con todos sus matices. Implica un regreso al concepto voluntarista, vanguardista y tremendista típico del foquismo de otros tiempos. Leyendo este testimonio, el lector está tentado a recordar la frase que Ursula Iguarán le dirige a su hijo, el Coronel Aureliano Buendía en "Cien Años de Soledad": "a fuerza de combatir a los militares, a fuerza de odiarlos, has terminado por parecerte a ellos" .