Home

Cultura

Artículo

CUANDO LAS COSAS HABLAN

Esta semana se inaugura, en la galería Jenni Vilá de Cali, la primera exposición individual que el joven artista colombiano Rodrigo Facundo realiza en esa ciudad.

20 de marzo de 1995

DENTRO DE UN amplio panorama que conforma el joven arte colombiano, Rodrigo Facundo es una de las figuras que con mayor claridad se destaca y que más perfiles define.
La énorme sensibilidad de su propuesta ha sido avisada por premios y menciones en salones nacionales y regionales y por la inclusión de su obra en varias de las muestras que han señalado, a nivel internacional, lo más sobresaliente y valioso del nuevo arte colombiano. Fue, entre otros, uno de los seleccionados por los curadores de la pasada Bienal de La Habana, y a partir de esa exposición su obra fue incluida en una importante muestra de arte latinoamericano que se llevó a cabo en Colonia a finales de 1994.
Posiblemente tan alto reconocimiento a su trabajo se lo ha merecido, además de una evidente dominio técnico, la sutileza con que, desde el arte, plantea reflexiones sobre las condiciones conflictivas y a veces dramáticas en medio de las cuales la humanidad teje su historia. En un primer acercamiento la obra de Facundo guardaría una relación indestructible con la serenidad y la quietud, pero a medida que sus imágenes hablan, todo el agobio que generan las condiciones de la vida moderna se hacen evidentes, no sin señalar, con recursos poéticos, una alternativa más placentera en la contemplación.
En la exposición que esta semana inaugura, incluye el uso de un nuevo lenguaje como la instalación, con el cual mantiene la actitud crítica y reflexiva que lo caracteriza.
Esta vez el punto de partida son los objetos, como antes lo fue la huella de una vida anónima en los medios que registran el paso del tiempo. A ellos les corresponde ahora definir la forma en que pueden incidir en el curso de los hechos y los fragmentos de vida que contienen, que son, desde el punto de vista sensible, los que les otorgan un valor por encima de su simple existencia fìsica.
Entre otras obras presentes en la instalación, una gran repisa creada por Facundo hace, a través de las cosas, la presentación de algo así como un aura de seres que no ha conocido y de otros que le son cercanos. En una serie de pequeños cajones a la vista ha colocado, en una ambientación que alude al paso del tiempo y a su rastro, junto a la fotografía de cada personaje toda clase de objetos o de partes de objetos que le han pertenecido o que ha tenido cerca. A ellos ha encargado la tarea de hablar sobre las personas, de inscribirlas en un ambiente y en un relato que deberá complementar el espectador con el aporte de su propia sensibilidad.