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El fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand frente a los rostros de algunos de los 5.000 entrevistados de su proyecto ‘6 .000 millones de otros’.

SOCIEDAD

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En el mes del patrimonio inmaterial, una mirada a los proyectos que les están dando la palabra a los ciudadanos para enriquecer la historia, recuperar la tradición oral y construir tejido social.

4 de septiembre de 2010

Los ganadores escriben la historia. Y también los varones en sociedades patriarcales, y los letrados cuando son más los analfabetos. Es un contexto en el que predominan las fechas, las batallas y los héroes con relatos basados en documentos oficiales y en los recuerdos de unos pocos.

Como alternativa a esta historia contada desde arriba cada vez son más las iniciativas en las que personas comunes toman la palabra para construir de una forma más democrática la memoria colectiva de una sociedad. “La historia que solo se refería a gobernantes y a héroes se agotó”. Asegura Pablo Rodríguez, profesor de Historia de la Universidad Nacional y coautor de un trabajo sobre la historia de la vida privada en Colombia próximo a publicarse. Ante la crisis de la vieja historia surgió la pregunta por los anónimos, asegura Rodríguez, quien recuerda cómo “empezaron a aparecer las historias sobre las mujeres, los esclavos, los indígenas, los marginados, los niños, los ancianos y los enfermos. En la base de esto está una sociedad en la que los individuos quieren conocer el pasado de gente como ellos”. Él no duda que “en la vida cotidiana residen las claves para explicar los comportamientos, las actitudes de hombres y mujeres frente a la religión, la sexualidad y, en general, frente a la cultura”.

Con la idea de que preservar la memoria oral –esas historias que los abuelos les cuentan a sus nietos– puede mejorar las condiciones de vida de una sociedad, surgió en 1991 en São Paulo el Museo de la Persona, precursor de una red que ha llegado a Portugal, Estados Unidos y Canadá. El museo paulista surgió con un proyecto para recuperar la memoria de los inmigrantes judíos que llegaron Brasil. Este proyecto marcó el inicio de un trabajo para desempolvar la tradición oral en más comunidades.

“Queremos contar la historia de hechos o instituciones a partir de los relatos de las personas. Si le preguntas a la gente sus deseos, lo que piensan del futuro, es muy diferente a lo que aparece en los libros y en las fuentes oficiales”, asegura Erick Krulikowski, directivo del museo. “La memoria es una disputa del poder. Por eso nos interesa que las fuentes sean más democráticas y, sobre todo, que la gente pueda comprender que la historia y la memoria están relacionadas con su identidad”. Con esto se logra que los ciudadanos se involucren en los procesos históricos. Para Krulikowski así “ se promueve un cambio en la forma de relacionarse, porque al ser conscientes de una trayectoria común, cambia la forma como se comprende la sociedad a la que se pertenece y los vínculos se refuerzan. Esto es importante para planear mejor el futuro, para promover el desarrollo”.

Bajo esta filosofía, el museo brasileño ha desarrollado proyectos como el de juntar a un grupo de bailarines que en 1954 se presentó en São Paulo para que reconstruyeran la historia de su época. También le ha apostado a construir la historia de empresas como Petrobras teniendo en cuenta los relatos de sus empleados y a capacitar a niños de escuelas para que ellos puedan registrar las historias de vida de sus abuelos. Incluso ha desarrollado innovaciones tecnológicas como una cápsula portátil en la que cualquier persona puede registrar su historia de vida.

Indagar por historias de vida también es el objetivo del proyecto 6.000 millones de otros liderado por el fotógrafo y ecologista francés Yann Arthus-Bertrand. Según él, todo comenzó cuando debió esperar un día en Mali a que repararan el helicóptero en el que se transportaba. El diálogo que sostuvo con un aldeano sobre su vida cotidiana, sus anhelos y temores fue el detonante de un proyecto que en cuatro años recorrió 75 países formulándoles a 5.000 personas el mismo cuestionario con preguntas como ¿qué aprendió de sus padres?, ¿qué quiere transmitirles a sus hijos?, y ¿qué significa para usted el amor?

Las piezas de video con las respuestas luego se agruparon en ‘retratos’, testimonios individuales, en 31 películas temáticas con puntos de vista sobre asuntos como la felicidad, el odio, la emigración, el perdón, la naturaleza y los primeros recuerdos, entre otros y en podcasts, fragmentos de audio con los apartes más impactantes de las respuestas obtenidas. Todo este material se puede consultar en el sitio web del proyecto –en el que los visitantes pueden dejar su registro a través de sus cámaras web– y se puede apreciar una exposición itinerante en la que las cuatro horas que en promedio toma recorrerla pasan inadvertidas gracias a la calidad de los testimonios que se proyectan.

En Colombia también se está trabajando en recuperar la tradición oral a través de relatos de ciudadanos. Se destaca el del Álbum familiar de Bogotá que, inspirado en un proyecto similar de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, recopiló fotografías de las familias capitalinas. Estas imágenes, que podrían ser las de cualquier álbum particular con la foto en la Plaza de Bolívar, con el carro nuevo o un pariente en pleno ‘septimazo’, fueron también utilizadas como excusa para que al verlas la gente narrara historias y se diera cuenta de que la suya se podía compartir con otras familias que conservaban imágenes similares. “Se buscaban esas fotografías que, como tesoros, van guardando los abuelos. La familia se reúne a verlas y es ahí que se activa la memoria, lo que pasó alrededor de una imagen, surgen historias que son patrimonio de una familia”, recuerda Marcela Cuéllar, una de las gestoras del proyecto. El paso siguiente fue reunir este año fotos de árboles con los que las familias bogotanas tuvieran un vínculo especial. Una exposición con estas imágenes se inaugurará el próximo 9 de septiembre en el Jardín Botánico.

Por último está el proyecto de los 32 centros de memoria que el Ministerio de Cultura está promoviendo en el país. Se trata de lugares gestionados por las comunidades, con apoyo también de las autoridades locales, desde los que se busca promover el rescate del patrimonio inmaterial de los municipios expresado en sus tradiciones, en su memoria y en sus saberes ancestrales que juntos conforman el patrimonio inmaterial de una comunidad.

Proyectos como estos, que combinan los avances tecnológicos con la voluntad de escuchar nuevas voces desde otras perspectivas tal vez no logren archivar del todo a la vieja forma de escribir la historia que al fin y al cabo está atada al poder. Pero por lo menos lograrán, siguiendo con la tecnología, liberar el código de un oficio que hasta ahora había tenido todos los derechos reservados.