Home

Cultura

Artículo

Retrato nupcial de una joven, obra atribuida por algunos a Leonardo Da Vinci

ARTE

Da Vinci sin código

Un cuadro rematado por poco más de 20.000 dólares podría ser un Leonardo original, lo que subiría su precio a más de 50 millones de dólares.

6 de septiembre de 2008

El mundo del arte anda estremecido por el reciente hallazgo de una pintura que podría ser un Leonardo Da Vinci. Las opiniones de los expertos están divididas y es posible que no se llegue a comprobar nunca su autenticidad o que, por lo menos, se tomen varios meses y hasta años en esclarecer el misterio.

Por lo pronto se vive la feria de la especulación. Y no es para menos. Por un lado se habla del descubrimiento de la pintura más significativa de Leonardo desde la Dama con armiño, que hoy se exhibe en el Museo Czartoryski, de Cracovia. Y por otro, de una millonaria suma que, según los primeros acercamientos de un coleccionista ruso, podría sobrepasar fácilmente los 50 millones de dólares. Si a esto se le suma que Marriage Portrait of a Young Woman (Retrato nupcial de una joven), el cuadro en cuestión, fue subastado por la casa Christie's de Nueva York por tan solo 21.850 dólares hace 10 años a un norteamericano, se estaría ante uno de los mejores negocios que se hayan dado en el mundo de las subastas.

Pero, ¿cómo es posible que una casa especializada como Christie's hubiera pasado por alto semejante gazapo? Ello es más inexplicable si se tiene en cuenta que en 2001, la misma casa vendió un estudio de Leonardo en 11,5 millones de dólares. ¿Y qué decir del hecho de que ninguno de los marchantes de arte, incluido el comprador, hubiera siquiera sospechado que esa pintura que se atribuyó a un artista alemán anónimo del siglo XIX era en verdad una obra maestra?

La incógnita no es fácil de resolver. De entrada, para Hugh Champman, del Departamento de Impresiones y Dibujos del Museo Británico de Londres, llama la atención que nadie se hubiera percatado del error, pues el mercado del arte es muy eficiente en esas cuestiones. La misma Casa Christie's indicó en una declaración que no podía hacer comentarios sobre esta obra en particular "hasta que haya sido sometida a un análisis científico y académico exhaustivo y concluyente". Pero, según los expertos, las técnicas que usan los peritos en la actualidad -una combinación de análisis técnicos y la pericia del connaisseur- siguen siendo una ciencia imperfecta. Las pruebas científicas "pueden ser muy útiles, pero no garantizan una atribución porque el criterio principal es la calidad y eso no se puede discernir a través de procedimientos mecánicos", asegura Jean-Luc Baroni, reconocido negociante de arte londinense.

Por lo tanto, ¿qué probabilidades tiene el cuadro de ser un original? Muchas y a la vez pocas. Algunos aseguran que lo es. Alessandro Vezzosi, director del Museo Ideale Leonardo Da Vinci y especialista en la obra del maestro, sostiene que "la iconografía y la estética hablan por sí solas de que se trata de un Leonardo. De perfil hacia la izquierda, la mujer luce prendas renacentistas y el hombro de su vestido tiene 'nudos de Vinci', un adorno tradicional que apunta al artista nacido en el pequeño pueblo toscano". Carlo Pedretti, especialista en estudios sobre Leonardo en la Universidad de California, describió el retrato como "una cosa magnífica, digna de Leonardo". Y aunque se encuentra convencido de su autenticidad, prefiere ser cauteloso al asegurar que es necesario hacer más consultas con historiadores de arte e instituciones especializadas.

Nicholas Turner, antiguo curador de dibujos del Museo Británico y del Museo J. Paul Getty, vio la obra y le impactó el rasgo del sombreado de la mano izquierda. (Leonardo era zurdo). "La obra es de una ejecución extremadamente fina. Había muy pocos artistas de tal calibre entonces". Y finalmente, y tal vez sea este el dictamen más importante, el cuadro es auténtico para Pascal Cotte, jefe de técnicos de Lumiere Technology, una empresa con base en París que se especializa en tecnología digital y que ya había dado fe anteriormente de la autenticidad de dos obras de Leonardo que fueron digitalizadas en su momento: la Mona Lisa y La dama con armiño.

El cuadro de la polémica, que se encuentra en una bóveda de un banco suizo, fue llevado hace más de un año a Lumiere Technology por su actual dueño, un coleccionista suizo que le compró la obra al norteamericano por una suma no revelada tras sospechar que podría ser un Da Vinci original. Tras una serie de pruebas con el retrato que tomaron casi cuatro semanas, Lumiere anunció oficialmente que se trataba de un Da Vinci.

Como si fuera poco, pruebas de carbono 14 realizadas por el Instituto Federal de Tecnología en Zurich, sitúan la pintura entre 1440 y 1650, y no en el siglo XIX, como en un principio se pensó. Según el estilo de la pintura, el retrato habría podido ser pintado entre 1485 y 1490, época en que Leonardo vivió en Milán.

Sin embargo, no hay felicidad completa y estas aseveraciones tienen sus detractores. Asumiendo que se trata de una pintura del siglo XV, muchos de los artistas de aquella época eran fieles imitadores de Leonardo, incluso los que pertenecían a su círculo, y el cuadro podría pertenecer a cualquiera de ellos. Expertos como Carmen C. Bambach, curadora de dibujos y pinturas en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y especialista en Leonardo, son más escépticos. Bambach asegura que "la obra no se parece a los dibujos y pinturas del gran maestro". Claire Farago, una experta en la tradición intelectual de Leonardo que dicta cátedra en la Universidad de Colorado, dice que "al ser el primer trabajo conocido de Leonardo en pergamino, es aún más difícil compararlo con sus cuadros originales".

Lo cierto es que a esta pintura de 33 por 24 centímetros le queda un buen terreno por recorrer, tanto en términos de prestigio en el mundo del arte, como de precio. Y aunque su dueño no tiene intenciones de venderla de inmediato, mientras no exista un veredicto final sobre su autenticidad, su valor en el mercado está en entredicho. De continuar la polémica, el cuadro no será negociable. Como bien anota Jean-Luc Baroni, "nadie lo comprará hasta tener la plena certeza. Si uno compra un Leonardo, quiere estar seguro de que se trata de un Leonardo". Y a eso sí, póngale la firma.