DE BARU A ROMA

La última vez que la bogotana Patricia Tavera expuso en Bogotá, en la Fundación Santillana, lo hizo con una serie de cuadros fuertemente evocadores de los paisajes de la isla de Barú. Había vivido con plenitud el llamado de la naturaleza antes de trasladarse a Italia por dos años y enfrentarse con ese otro llamado, el de las civilizaciones ancestrales de Occidente.
Inquieta y sensible por naturaleza, Patricia Tavera suele dejarse llevar por las sensaciones que despiertan en ella el contacto con el medio y la rigurosa investigación de los temas que llevará al lienzo. Y tal y como hizo con Barú, en Italia se empapó hasta el alma de la cultura etrusca, sucumbió ante la sugerente mirada de las ruinas sempiternas, coleccionó vestigios y visitó las sabias tumbas de los creadores de Occidente para plasmar en su pintura una visión muy personal de los acontecimientos históricos. Sus más recientes cuadros, que se presentan durante este mes en la galería Diners, de Bogotá, luego de haber pasado por la galería L'Ord di Noma de Milán y el Museo de Arte Moderno de Budapest, dan cuenta de su particular punto de vista sobre esa Italia nostálgica, colmada de imágenes espectrales y naturalezas muertas.
"Entre lo humano y lo mineral", como lo apunta el crítico italiano Franco Passoni, Patricia Tavera hace brotar del lienzo figuras míticas para sugerir que el pasado romano está vivo, pero también para dar testimonio del camino recorrido por el tiempo. Tavera recompone el tiempo y la historia bajo una mirada pictórica tan viva como evocadora de la Roma antigua, con una dosis de sensibilidad que sólo puede surgir de su presencia vital en los campos arrasados por los años.
Con su alma fotográfica, Patricia Tavera transporta al espectador hacia esa Italia que alcanzó a soñar en su visita y lo invita al encuentro con la historia humana.