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DE LA HABANA VIENE UN AVION...

El "Teatro Estudio de Cuba" trae a Colombia una revolucionaria versión de Shakespeare y García Lorca.

23 de mayo de 1983

De La Habana viene un avión cargado con una troupe de cuarenta personas que traen una tonelada de escenografía y vestuario. Se trata del grupo Teatro Estudio de Cuba que viene a presentar en el Colón y en otras salas de Bogotá dos montajes del teatro clásico universal: "Bodas de Sangre", de Federico García Lorca y "La duodécima noche" (también conocida como "La noche de epifanía"), de William Shakespeare. En esta oportunidad no se trajeron obras producidas por la dramaturgia isleña, como puede ser el caso de Héctor Quintero, pero estos dos montajes dirán mucho del estado del trabajo en ese sentido en Cuba.
El teatro cubano ha desarrollado desde el 59 dos facetas que se complementan entre sí. Se puede hablar de un teatro de sala, que trabaja en sitios tradicionalmente adecuados para estos fines. Se cuenta con equipo de luces, con escenarios ídoneos, camerinos, concha acústica, etc. . . Y se puede hablar de un teatro que se ha abierto espacio en lugares no determinados para el ejercicio del arte de las tablas, como son las plazas, calles, fábricas, escuelas. La relación con el espectador es diferente, pero el objetivo es el mismo: una cualificación del público, una siembra del gusto por el teatro. El que asiste a las salas se enriquece, y al que no lo puede hacer, se le acercan los grupos ambulatorios. Si la montaña no viene a Mahoma...
El Teatro Estudio de Cuba no es, ni mucho menos, un grupo de aficionados. Es uno de los conjuntos más conocidos de la isla y fuera de ella, y eso lo pueden asegurar veinticinco años de labores ininterrumpidas. Ha sido dirigido desde 1958 por Raquel Revueltas y pertenece al primer grupo, al teatro formado en salas. Es uno de los diecisiete grupos profesionales que hay en Cuba y tiene en este momento cerca de sesenta integrantes entre directores, escenógrafos, luminotécnicos, etc. A Bogotá vienen dos de sus directores, Berta Martínez, quien tiene a su cargo la obra de García Lorca y Vicente Revueltas, quien dirige la de Shakespeare. Son dos obras que contrastan mucho, pues no basta con señalar las respectivas diferencias entre tiempo y espacio, sino que se puede observar cómo un mismo grupo asimila dos actitudes estéticas casi que encontradas.
Esta versatilidad tiene como centro la interpretación de cada uno de los directores de las diferentes obras. Berta Martínez es conocida desde hace más de veinte años por las novedosas y polémicas versiones que hace de los textos. No se limita a seguir los moldes tradicionales de las puestas en escena, sino que desentraña muchos elementos que aparecen a primera vista escondidos en el drama. Y esto lo muestra de una manera muy clara en su montaje de "Bodas de sangre". Basada en su conocimiento de la obra gracíalorquiana, introduce unos narradores, unos troveros, que representan lo más humilde del pueblo y que cuentan las diversas acotaciones que tenía el autor en el texto para orientar al director en su montaje. Caso parecido es la utilización del bufón en "La duodécima noche" .
Su versión de las "Bodas" no se acaba aquí. Utiliza todos los elementos que tiene a la mano para mostrar no solamente la pelea entre los gitanos sino realidad de España reflejada a través de un casamiento teñido del color rojo de la sangre. Esta es una de las tragedias de García Lorca que más versiones innovadoras ha tenido. Si se recuerda la de Antonio Gades en la última película de Carlos Saura, se observa que no se habla una sola palabra, a excepción de los cantos compuestos por el autor. Y con solo estos elementos expresivos se muestra de una manera muy intensa la boda entre dos familias rivales que termina con la muerte del novio y del antiguo pretendiente de su amada, causado todo esto por visiones impuestas y encajonadoras sobre la honestidad, el amor y la negación del albedrío.
Para algunas personas podrá parecer que la versión de Berta Martínez es un sacrilegio, para otras que es una descontextualización. Pero se puede asegurar que estas versiones, tanto de "Bodas de Sangre" como de "La duodécima noche", muestran una intensa explotación de las inmensas posibilidades expresivas que tiene el teatro.
Pedro Cote