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DE LOS TIEMPOS DEL ASTROLABIO

Investigadores de El Carnero, una librería-anticuario de Bogotá, detectan una de las colecciones cartográficas más completas sobre el Nuevo Reino de Granada.

30 de marzo de 1992

MUCHO ANTES DE QUE EL SATElite apareciera en la imaginación del hombre, fueron el astrolabio, el compás y el sextante los mejores aliados de marinos, aventureros y piratas cuando querían hacerse a la idea del territorio que los esperaba más allá del horizonte. Con su ayuda emprendían cálculos que luego consignaban en la bitácora, e incluso corregían sus observaciones sobre la Tierra Firme, en elementales mapas de trazo infantil.
El descubrimiento de América marcó el inició de varios siglos de prosperidad para los cartógrafos. Tanto así que los mejores, como Mercator y Ortelius, debieron contratar asistentes y ampliar sus talleres. Con frecuencia eran contratados por viajeros, príncipes y mercaderes, para que tradujeran en un plano sus apuntes sobre nuevas tierras. De ahí que en los archivos y en las bibliotecas centenarias aparezcan de vez en cuando cartas geográficas firmadas por italianos, holandeses o alemanes que jamás visitaron la región sobre la cual trabajaron tantas veces en el papel.
Lo cierto es que buena parte de los primeros mapas que se hicieron sobre el Nuevo Mundo quedó en el fondo del océano. Algunas hojas sueltas que sobrevivieron al clima agreste del trópico se conservan, como reliquias en museos y en colecciones privadas. Y precisamente ahora, cuando la celebración de los 500 años del encuentro de dos culturas maravillosas ha despertado gran interés por estos pedazos de historia, aparece en Colombia una de las colecciones más grandes que se conozca de mapas antiguos de la hoy América Latina.
Se trata de 93 mapas fechados entre 1581 y 1860, en los que resulta interesante observar cómo el perfil del continente se va acercando, año tras año, a la realidad que hoy confirman los satélites. Detectada por los aventureros de la historia que dirigen El Carnero, una librería-anticuario de Bogotá, la colección incluye grabados realizados en los talleres de Mercator y de Ortelius, cartas geográficas de Von Humboldt y verdaderas joyas como el mapa que se realizó para narrar la toma de Cartagena por parte de las tropas de Francis Drake.
Muchos de los mapas llegaron a El Carnero sin más referencias que las que aparecían en el propio dibujo, en diversos idiomas. De manera que Mauricio Pombo y Hans Jakobsohn, buscadores de datos perdidos, se dieron a la tarea de ubicar fechas, autores y motivos de las piezas indocumentadas. Detectaron, por ejemplo, que un mapa sobre la ciudad de Cartagena, en la que se detalla la ubicación de las diversas fortalezas, fue encargado a los cartógrafos Antonio de Ulloa y Juan Jorge, directamente por el monarca español Felipe V. Lograron confirmar, así mismo, que uno de los dibujos de Ortelius corresponde al primer mapa impreso en el que aparecen más o menos definidas las provincias que hoy integran a Colombia, Ecuador y Perú.
Buena oportunidad para demostrar que la aventura del llamado descubrimiento involucró mucho más que guerreros y marinos. -