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200.000 personas en Colombia se dejaron seducir por ‘El Perfume’, prueba de que el cine independiente tiene salida cuando se proyecta en salas a nivel masivo

CINE.

De quién es la culpa

¿Llega o no el buen cine a Colombia? Los responsables de la distribución y la exhibición exponen sus argumentos.

27 de septiembre de 2008

A veces queda la sensación de que a Colombia no llegan todas las grandes películas. Que mucho del buen cine que se hace en el mundo nunca se exhibe y que cuando se proyecta llega con seis meses o un año de retraso. ¿A qué se debe este fenómeno?.

Según Carlos Llano, gerente de distribución de Cine Colombia, la empresa que distribuye Fox, Warner y New Line Cinema y que cuenta, adicionalmente, con más del 60 por ciento de las salas de exhibición del país, las películas taquilleras siempre llegan. Y se exhiben casi simultáneamente en el nivel mundial. Las películas que llaman intermedias, filmes comerciales pero no de primera línea, se coordinan en el nivel regional. Es decir, con unas cuatro o cinco semanas de diferencia con su salida en Norteamérica. Y anota: "Los mercados son distintos. Lo que funciona en Estados Unidos para el mercado afroamericano, por ejemplo, o películas de contenido deportivo como béisbol o fútbol americano, no necesariamente funciona aquí. Y en el nivel regional, los gustos de los venezolanos son muy distintos a los de los colombianos o los argentinos. Por eso es posible que películas que les va bien allá no necesariamente corran con la misma suerte en Colombia".

En este punto coincide Héctor Rosas, gerente general de UIP, encargada de la distribución de Paramount, Dreamworks, Universal, Columbia y Sony Pictures. "Nosotros hicimos el esfuerzo de traer a Colombia, antes que a cualquier otro territorio, la película 'Tropa de Elite', el filme más taquillero en los últimos tiempos en Brasil. Allí le ganó a 'Titanic' y a 'Shreck'. En Colombia sólo fueron a verla 2.900 personas".

Pero ¿es entonces una lotería que una película funcione en Colombia así haya sido un éxito en el mundo entero? De alguna manera sí. Lo comprueba el hecho de que ni los premios Oscar son garantía. Babel, ganadora de un Globo de oro y nominada a seis premios Oscar, entre ellos mejor película y mejor director, aunque finalmente sólo consiguió mejor banda sonora, fue vista por 250.000 espectadores, mientras que Dreamgirls (Soñadoras), ganadora de dos premios Oscar, entre ellos el de Mejor Actriz Secundaria por Jennifer Hudson, sólo atrajo a 8.373 espectadores. Es decir, un fracaso. Son dos ejemplos extremos, pero así funciona el mercado.

Otro tema tiene que ver con las producciones de cine independiente, cada vez más frecuentes. Si bien Cine Colombia y UPI comercializan este producto, hay que tener en cuenta que el éxito que pueda tener en taquilla siempre será el factor determinante para decidir su exhibición. Para que sea rentable una película independiente o de cine arte, categoría en la que se inscriben la mayoría de las cintas europeas, latinoamericanas, asiáticas y muchas estadounidenses, debe por lo menos lograr unos 15.000 ó 20.000 espectadores. Pareciera fácil, pero no lo es. Las cifras hablan por sí solas. De las películas destacadas del último año, Caramel a duras penas llega a los 15.000; Across the universe sólo tuvo 5.655; Irina Palm va en 8.895 y Persépolis por los 10.500. Pero a su vez, otras películas independientes como El perfume superaron los 200.000 espectadores.

Esto explica, en parte, por qué no todas las películas llegan. Pero ¿por qué se demoran tanto en llegar? Para Federico Mejía, de Babilla Films, quien opera como distribuidor independiente y cuenta con un par de salas de exhibición (Cinema Paraíso y las nuevas Babilla Cine en Chía) el gran problema del cine alternativo son los internegativos, es decir, las matrices de las películas. De ahí se sacan las diferentes copias para cada película. Al no contar Colombia con un laboratorio capaz de hacerlas, se depende de México o de Argentina. Y los pocos internegativos de una película de cine-arte van primero a Europa, luego a Estados Unidos y por último a América Latina. Por eso, desde cuando sale una película pueden pasar seis meses o un año hasta cuando Colombia cuente con ella. Por ejemplo, anota Mejía, Vicky Cristina Barcelona, la nueva película de Woody Allen, "se estrenó el 15 de agosto en Estados Unidos. Su exhibición en México está programada para finales de octubre. Por lo tanto, tendremos copias en Colombia a finales de noviembre o principios de diciembre. Pero esa época es mala para exhibirla, por lo tanto es posible que se termine estrenando el 25 de diciembre".

Además, el distribuidor independiente pagar alrededor de 1.000 dólares por cada copia, sin contar fletes, impuestos aduaneros y seguros.Federico Mejía tuvo la suerte de traer La vie en rose, una película de cine arte que logró sobrepasar los 60.000 espectadores. Es decir, un buen negocio. Pero el cine independiente es tan arriesgado, que muchas veces se ven películas en mal estado y rayadas porque no son copias nuevas sino cintas que ya han sido exhibidas durante meses en otros países. "Una copia de segunda puede costar unos 200 dólares, lo que implica un riesgo menor", anota Héctor Rosas. Pero eso significa que Colombia debe esperar aún más, hasta que haya sido exhibida en otro país.

¿Cómo solucionar este problema? Para empezar, el mercado colombiano, comparado con otros de la región, es relativamente pequeño. México es un mercado de alrededor de 160 millones de espectadores al año, mientras el colombiano no pasa de 21. Al no existir laboratorios para hacer copias de películas se seguirá dependiendo de otros proveedores. La alternativa que se presenta es el cine digital, que no sólo abarataría los costos, sino que haría que las películas logren casi una simultaneidad en exhibición. Pero eso está en pañales. Brasil es el líder de la región en este sistema con una tecnología propia y 350 salas . Colombia sólo cuenta con una.

Si existe una explicación para la llegada y la demora de las películas, ¿qué hace que no haya suficientes salas que proyecten buen cine? Según Carlos Llano, "el panorama del cine independiente es mucho mejor ahora que hace cinco o seis años porque hay más salas dedicadas a exhibirlo". La semana pasada, Multiplex Andino, en Bogotá, reabrió sus puertas y dos de sus salas están destinadas al cine independiente. Un proyecto llamado Red Caimán, liderado por el Museo de Arte Moderno de Bogotá, quiere agrupar en una asociación todas las salas independientes del país. Pero les falta presupuesto para adecuar muchas salas que no cuentan con la infraestructura necesaria para ser competitivas. Esto abarataría los costos y se podría crear un circuito de películas que roten en cada uno de ellos de una manera organizada.

¿De quién es la culpa? Los espectadores se la echan a los distribuidores por no traer o demorarse mucho en traer las películas. Los distribuidores se quejan de los altos riesgos y de que no hay suficientes salas para este tipo de cine. Y los exhibidores nada pueden hacer si no hay público que llene los teatros. En parte, todos tienen razón. Y en el fondo nadie tiene la culpa. Pero mientras una película como Batman, el caballero de la noche, haya superado el millón de espectadores en Colombia con ganancias de taquilla de más de 6.000 millones de pesos, está claro qué tipo de cine va a primar en el país. Si adicionalmente se tiene en cuenta que el verdadero negocio del cine está en la confitería, siempre será mejor presentar Kung Fu Panda para que toda la familia se llene de perros, nachos y crispetas, que un homenaje a Alain Resnais, donde a duras penas los espectadores consumirán, en el mejor de los casos, un tinto.