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DE TLATELOLCO AL TERREMOTO

La periodista Elena Poniatowska, famosa por sus denuncias en "La noche de Tlatelolco", prepara revelador libro sobre el terremoto de México

8 de septiembre de 1986

Entre los escombros que dejó el terremoto en Ciudad de México, fueron encontrados los cuerpos destrozados de 650 mujeres anónimas que trabajaban como costureras clandestinas en uno de los innumerables talleres que funcionaban fuera de la ley, pagando pésimos sueldos, en peligrosas condiciones y con todas las características de una cadena de esclavitud. Esas mujeres, campesinas y analfabetas, nunca conocieron a quienes las empleaban porque estos vivían siempre en Miami.
Durante varias semanas, algunas de las sobrevivientes insistían en permanecer entre las ruinas, sentadas bajo la lluvia, con la ingenua confianza de que sus amos reaparecerían para ayudarlas. En esos talleres se confeccionaban prendas que luego serían vendidas con etiquetas extranjeras. El terremoto destruyó los talleres escondidos y sacó a la luz una de las situaciones más infames en la historia mexicana.
Una periodista y narradora, Elena Poniatowska, denuncia, como lo ha hecho en otras ocasiones, estos atropellos con nombres propios, en un libro que aparecerá ahora en septiembre, coincidiendo con el primer aniversario del terremoto. Las costureras, de quienes ella se ha convertido en vocera y defensora, le contaron cómo las explotaban, cómo les escamoteaban el pequeño sueldo y como, en un acto de perversa ingenuidad, nunca miraron a sus amos como explotadores sino como enviados de Dios para que no murieran antes de tiempo por el hambre o las enfermedades.
Cuando la matanza de estudiantes y obreros en la Plaza de Tlatelolco a manos del gobierno, la Poniatowska recogió los testimonios, miró los muertos, contó las heridas, grabó las infamias, siguió a los verdugos oficiales, preguntó, nadie le respondió y publicó un libro que se volvió mítico en los anales del periodismo mundial, "La noche de Tlatelolco", en el cual las voces anónimas van armando y desarmando distintos aspectos de la tragedia. Con el terremoto hizo lo mismo. Durante varios meses rastreó, hurgó, se asombró de todas las infamias que encontró, se maravilló de que un país como México pudiera seguir viviendo y quienes conocen apartes del libro dicen que, como lo de Tlatelolco, esta vez también habrá verguenza y escándalo.
Elena Poniatowska, pequeña, rubia, de dientes y manos grandes, pariente de nobles polacos, quien llegó a México con sus padres inmigrantes hace muchos años, ya está acostumbrada a las polémicas. Ha publicado numerosas entrevistas en periódicos y revistas mexicanos y extranjeros con un estilo que ha convertido este género, en sus manos, en una mirada escrutadora, humorística genial y en ocasiones cínica, por todos los aspectos desconocidos que siempre aporta de un personaje. SEMANA la encontró en el Middlebury College, en Vermont, al norte de Nueva York, donde participaba de los cursos de verano de esa Universidad al lado de Carlos Fuentes, Fernando Savater, Randolph Pope, José Emilio Pacheco, Gustavo Sainz, Luisa Valenzuela, Raymond Williams, entre otros y los colombianos Jorge Plata, Eduardo Camacho y Alberto Duque López.
De su libro "Hasta no verte Jesús mío" han aparecido más de cincuenta reediciones en castellano y un número semejante en otras lenguas. Es la historia de una mujer, Jesusa Palancares, a través de cuya voz alimentada con todos los modismos y expresiones auténticas, uno va descubriendo la crónica de un México estremecido por las revoluciones, los alzados los conflictos con la Iglesia, las injusticias, el hambre, la pobreza, pero no con el sentido antropológico de Oscar Lewis (con quien la Poniatowska trabajó y de quien aprendió el método de editar las entrevistas grabadas a los personajes), sino con una mirada que mezcla la sorpresa, la ingenuidad, el asombro, la curiosidad y también la ternura porque, de tanto verse, todos los miércoles para las sesiones de grabación (ella lo cuenta con su voz que se quiebra y en la cual mezcla expresiones en inglés y francés), se fue estableciendo una relación extraña entre la autora y el personaje.
Así como escribe, habla, con frases que mezclan el humor negro, el cinismo, la burla y el desprecio hacia muchas cosas serias. Sigue publicando reportajes en un oficio que comenzó muchos años atrás cuando iba a la cárcel de Lecumberri en busca de Siqueiros y un colombiano que estaba detenido, Alvaro Mutis, en busca de los ferrocarrileros con quienes hablaba y luego publicaba sus declaraciones y un día oyó hablar de la Jesusa, mal hablada, peleonera, conflictiva, mujer de varios hombres, la típica "Adelita" de la Revolución, y comenzó a rastrearla. "La noche de Tlatelolco", "Hasta no verte Jesús mío", "Querido Diego, te escribe Quela", varios volúmenes que incluyen sus reportajes (tiene uno magnífico, con García Márquez), y otros títulos, componen la nerviosa obra de una mujer que se burla de los intelectuales, las feministas, los políticos y ahora está dedicada a la defensa de las costureras del terremoto. "Jamás entrevisto -dice- a quien no admiro, a quien no quiero, a quien no quiero escuchar. Tengo que conocer bien el personaje, amarlo, mirarlo en su vida cotidiana, adivinar sus gestos, sus sentimientos, sus presagios. Nunca hablo con desconocidos".-