Decisión final

Título original: Draft Day
País: Estados Unidos
Año: 2014
Director: Ivan Reitman
Guion: Scott Rothman,  Rajiv Joseph
Actores: Kevin Costner, Jennifer Garner

En Estados Unidos hay un ritual cautivante y extraño que no se parece a ningún momento de nuestros deportes. Son los sorteos de talentos (llamados drafts en inglés) donde los equipos profesionales escogen cada año una camada de novatos, en general provenientes de los equipos universitarios, para reforzarse en la temporada que viene.

Es una actividad que deja ver claramente el desequilibrio de poder entre los equipos (que ganan cientos de millones de dólares al año) y sus futuros jugadores, muchos de los cuales ven su paso a las ligas profesionales como la única forma de escapar a un futuro sin mayores oportunidades. Es un circo donde en realidad no sucede nada, una celebración del deporte que reemplaza las acciones físicas y prodigiosas que a veces se ven en los estadios por señores de vestido y corbata escogiendo de manera ordenada muchachos recién graduados de la universidad.

El protagonista de estas veladas es la burocracia misma del deporte y lo que se celebra es que esa burocracia logre conseguir cada año la suficiente sangre fresca para seguir existiendo.

Pero esa tensión tan compleja e interesante –con elementos raciales y económicos– está prácticamente ausente de Decisión final, ambientada en el lado de los señores (casi todos blancos, casi todos cincuentones) encargados de decidir la configuración que tendrá la liga de fútbol americano.

Es, en síntesis, una película sobre el heroísmo de los patrones, que no contempla el destino de esos jóvenes ‘sorteados’ en el evento, que se exponen cada semana a daños cerebrales irreversibles para el entretenimiento general.

Todo sucede el día del sorteo, que vemos a través de los ojos de Sonny Weaver Jr. (Kevin Costner), el gerente general de los Browns de Cleveland (los subtítulos de esta versión, en una decisión excéntrica, traducen los equipos, así que tiene el horrible nombre de los Cafés de Cleveland).

La película hace un buen trabajo delineando todos los constituyentes con los que debe lidiar Weaver: el dueño del equipo, los hinchas furibundos, los periodistas, los jugadores que ya hacen parte del equipo y el entrenador llegado hace poco. Para hacer más complejo el asunto, Weaver tiene una relación clandestina con una subalterna (Jennifer Garner) que aún está superando la muerte de su padre, sucedida un año atrás, y que debe lidiar con una madre exigente y terca.

Es una película de negociaciones y, como está situada en el presente, el director Ivan Reitman las resuelve con numerosas conversaciones telefónicas entre gerentes de equipos tratando de adivinar los planes e intenciones de sus rivales. Es un recurso formal que funciona bien hasta que uno se da cuenta, en la cuarta o quinta conversación, de que estamos viendo una película de puros tipos hablando por teléfono.

Como un examen de la astucia en los negocios o la necesidad de seguir la intución, Decisión final funciona bastante bien. Pero el desinterés por el destino de los muchachos sorteados tiene algo muy perturbador.